Joe Dispenza ha estudiado a un grupo de personas que padecieron enfermedades consideradas incurables, y experimentaron remisiones sorprendentes. Luego de su estudio concluyó que todas las personas que experimentaban una remisión espontánea tenían 4 cosas en común:
1) Cada persona aceptaba y creia que había una inteligencia divina que controlaba su cuerpo. Puede que algunos le llamen inteligencia espiritual y que algunos piensen que sea una mente superior o una mente más profunda, pero todos aceptaban que había una inteligencia mucho más grande que ellos. Aunque a esta inteligencia mística la llamamos inteligencia espiritual en realidad no tiene nada de mística, es la misma inteligencia que controla todos los procesos inteligentes que nos mantienen vivos, mantiene los latidos de nuestro corazón, bombea constantemente sin que tengamos que pensar en ello conscientemente; es la misma inteligencia que digiere nuestro alimento y la misma que repara nuestro cuerpo, y todo eso sucede sin que lo pensemos conscientemente.
Y estas personas empezaron a entender que había una inteligencia a cargo de nuestro cuerpo que es superior a nosotros y que sabe más que nosotros, y que si conseguimos conectarnos con esta inteligencia, quizá podría ayudarnos a curarnos.
Cada segundo perdemos 10 millones de células y al mismo tiempo se generan otras nuevas 10 millones, nosotros no pensamos en hacerlo.
Cada segundo perdemos 10 millones de células y al mismo tiempo se generan otras nuevas 10 millones, nosotros no pensamos en hacerlo.
Pero hay un orden, cada célula del cuerpo experimenta 100.000 reacciones químicas por segundo y si eso lo multiplicamos por los billones de células del cuerpo podemos ver la asombrosa cifra de reacciones inteligentes que nos mantienen vivos, es un proceso que se produce por fuera de nuestra voluntad, estamos sometidos a ese orden y a esa inteligencia que nos da constantemente vida.
Esa inteligencia que nos da vida constante y sistemáticamente, su voluntad trasciende nuestra voluntad y mantiene un orden en el cuerpo físico.
Un ejemplo por ejemplo sería el de las enzimas activas en los genes del ADN
Hay 3 mil doscientos millones de acidos nucleicos en los genes de una célula, y esta inteligencia envía proteínas a lo largo de los ácidos nucleicos y corrige los errores y las mutaciones para que no nos descompongamos. Si pensamos en esto, vemos que esta inteligencia nos da vida constantemente. Y estas personas dijeron, cabalgo en la espalda de un gigante y si puedo conectarme con esta inteligencia, ella me sanará. Hay un orden, una inteligencia
2) Lo segundo es que creian que sus pensamientos, su modo de pensar, su mentalidad a la larga contribuían de hecho a su enfermedad, entonces estas personas pensaron: “si mis pensamientos contribuyen a mi enfermedad, tal vez deba cambiar el modo de pensar que tuve estos últimos años”.
Cada vez que pensamos, fabricamos una sustancia química, si nuestros pensamientos son buenos, elevados o felices, fabricamos sustancia químicas que nos hacen sentir bien y felices. Y si nuestros pensamientos son negativos, malos o de inseguridad, fabricamos sustancias químicas que nos hacen sentir exactamente como pensamos.
Cada sustancia que se libera en el cerebro es literalmente un mensaje que alimenta al cuerpo físico, de manera que nuestro cuerpo empieza a sentir, como piensa, y cuando empezamos a sentir como pensamos, sucede algo asombroso, el cerebro que está en comunicación constante con el cuerpo; consulta con el cuerpo y empieza a pensar de la manera en que sentimos, lo que a su vez fabrica más sustancias químicas que nos permiten sentirnos como pensamos y pensar como sentimos. De esta forma quedamos atrapados en el ciclo de pensar y sentir entre el cerebro y el cuerpo.
La consecuencia indirecta final de esto, es que creamos un estado de ser. Y ese estado de ser se convierte en nuestro modo de pensar. En otras palabras, los sentimientos se convierten en nuestro modo de pensar. Y cuando los sentimientos se convierten en nuestro modo de pensar, estamos atrapados en un ciclo donde el cuerpo, literalmente, piensa por nosotros.
Estas personas razonaron y dijeron: -si mis pensamientos han creado esta enfermedad, y mis pensamientos crean estas sustancias químicas que me hacen sentir de cierta manera y comportarme de cierta manera, tendré que cambiar mi modo de pensar.
Esa inteligencia que nos da vida constante y sistemáticamente, su voluntad trasciende nuestra voluntad y mantiene un orden en el cuerpo físico.
Un ejemplo por ejemplo sería el de las enzimas activas en los genes del ADN
Hay 3 mil doscientos millones de acidos nucleicos en los genes de una célula, y esta inteligencia envía proteínas a lo largo de los ácidos nucleicos y corrige los errores y las mutaciones para que no nos descompongamos. Si pensamos en esto, vemos que esta inteligencia nos da vida constantemente. Y estas personas dijeron, cabalgo en la espalda de un gigante y si puedo conectarme con esta inteligencia, ella me sanará. Hay un orden, una inteligencia
2) Lo segundo es que creian que sus pensamientos, su modo de pensar, su mentalidad a la larga contribuían de hecho a su enfermedad, entonces estas personas pensaron: “si mis pensamientos contribuyen a mi enfermedad, tal vez deba cambiar el modo de pensar que tuve estos últimos años”.
Cada vez que pensamos, fabricamos una sustancia química, si nuestros pensamientos son buenos, elevados o felices, fabricamos sustancia químicas que nos hacen sentir bien y felices. Y si nuestros pensamientos son negativos, malos o de inseguridad, fabricamos sustancias químicas que nos hacen sentir exactamente como pensamos.
Cada sustancia que se libera en el cerebro es literalmente un mensaje que alimenta al cuerpo físico, de manera que nuestro cuerpo empieza a sentir, como piensa, y cuando empezamos a sentir como pensamos, sucede algo asombroso, el cerebro que está en comunicación constante con el cuerpo; consulta con el cuerpo y empieza a pensar de la manera en que sentimos, lo que a su vez fabrica más sustancias químicas que nos permiten sentirnos como pensamos y pensar como sentimos. De esta forma quedamos atrapados en el ciclo de pensar y sentir entre el cerebro y el cuerpo.
La consecuencia indirecta final de esto, es que creamos un estado de ser. Y ese estado de ser se convierte en nuestro modo de pensar. En otras palabras, los sentimientos se convierten en nuestro modo de pensar. Y cuando los sentimientos se convierten en nuestro modo de pensar, estamos atrapados en un ciclo donde el cuerpo, literalmente, piensa por nosotros.
Estas personas razonaron y dijeron: -si mis pensamientos han creado esta enfermedad, y mis pensamientos crean estas sustancias químicas que me hacen sentir de cierta manera y comportarme de cierta manera, tendré que cambiar mi modo de pensar.
Entonces se propusieron interrumpir el proceso, eso era lo segundo que tenían en común.
3) Lo tercero en común, que encuentro realmente asombroso es que estas personas decidieron que para interrumpir su proceso de pensamiento, tenían que reinventarse a sí mismos.
3) Lo tercero en común, que encuentro realmente asombroso es que estas personas decidieron que para interrumpir su proceso de pensamiento, tenían que reinventarse a sí mismos.
Tenían que convertirse en otra persona, y cuando empezaron a pensar en quienes querían ser, pararon el ciclo continuo de reacciones entre pensar y sentir.
Y se hicieron algunas preguntas importantes, preguntas como éstas:
- ¿Cómo sería ser una persona feliz?
- ¿A quién conozco en mi vida que sea feliz?
- ¿Qué tendría que cambiar en mí para ser una persona diferente?
- ¿A quién de la antigüedad admiro que haya sido magnifico, que yo hasta estudiado, cuyas habilidades y virtudes pudiera aplicar para formular un nuevo ideal de mi mismo, o de mi misma?
Estas personas se pusieron a contemplar los supuestos, las posibilidades, los potenciales de quienes querían llegar a ser; y a medida que lo hacían su cerebro empezó a cambiar. Empezaron a pensar de otro modo y el proceso de pensamiento empezó a formar conexiones en su cerebro, que se convirtieron en una plataforma para su modo de ser. De modo que comenzaron a acumular información, empezaron a examinar opciones diferentes, al modo de ser que habían sostenido durante los últimos años de su vida.
4) Lo último que tenían en común, la cuarta cosa, es que estas personas cuando se reinventaron a sí mismas, pasaban largos ratos sin tener noción del tiempo y del espacio. En otras palabras, se hallaban tan absortos en lo que estaban pensando, tan sumidos en su metamorfosis; que cuando abrían los ojos o encendían la luz de la habitación o se destapaban los ojos les había parecido cinco minutos, pero había pasado una hora y media o dos horas. Se habían sumido tanto en lo que pensaban que perdieron la noción del tiempo y del espacio. Perdieron la noción de la atracción continua que se da entre el cuerpo y el cerebro. Perdieron la noción de la respuesta que el cerebro recibe de su entorno, y perdieron la noción del tiempo.
- ¿Cómo sería ser una persona feliz?
- ¿A quién conozco en mi vida que sea feliz?
- ¿Qué tendría que cambiar en mí para ser una persona diferente?
- ¿A quién de la antigüedad admiro que haya sido magnifico, que yo hasta estudiado, cuyas habilidades y virtudes pudiera aplicar para formular un nuevo ideal de mi mismo, o de mi misma?
Estas personas se pusieron a contemplar los supuestos, las posibilidades, los potenciales de quienes querían llegar a ser; y a medida que lo hacían su cerebro empezó a cambiar. Empezaron a pensar de otro modo y el proceso de pensamiento empezó a formar conexiones en su cerebro, que se convirtieron en una plataforma para su modo de ser. De modo que comenzaron a acumular información, empezaron a examinar opciones diferentes, al modo de ser que habían sostenido durante los últimos años de su vida.
4) Lo último que tenían en común, la cuarta cosa, es que estas personas cuando se reinventaron a sí mismas, pasaban largos ratos sin tener noción del tiempo y del espacio. En otras palabras, se hallaban tan absortos en lo que estaban pensando, tan sumidos en su metamorfosis; que cuando abrían los ojos o encendían la luz de la habitación o se destapaban los ojos les había parecido cinco minutos, pero había pasado una hora y media o dos horas. Se habían sumido tanto en lo que pensaban que perdieron la noción del tiempo y del espacio. Perdieron la noción de la atracción continua que se da entre el cuerpo y el cerebro. Perdieron la noción de la respuesta que el cerebro recibe de su entorno, y perdieron la noción del tiempo.
NUESTRA ATENCIÓN BASICAMENTE ESTÁ ENFOCADA EN LO QUE LE SUCEDE AL CUERPO, LO QUE SUCEDE EN EL ENTORNO Y LA RELACIÓN CON EL TIEMPO:
El cerebro procesa unos cuatrocientos mil millones de bits por segundo, pero solo somos conscientes de unos dos mil de esos cuatrocientos mil millones. Ahora, estos dos mil bits de información donde está presente nuestra consciencia, sólo tienen que ver con tres cosas.
El cerebro procesa unos cuatrocientos mil millones de bits por segundo, pero solo somos conscientes de unos dos mil de esos cuatrocientos mil millones. Ahora, estos dos mil bits de información donde está presente nuestra consciencia, sólo tienen que ver con tres cosas.
Tiene que ver con las respuestas que recibimos del cuerpo, la respuesta del entorno y la respuesta en relación con el tiempo.
a) Te duele la espalda, tienes hambre, te duele la cabeza, tienes sed, estas cansado,
b) Hace demasiado frío, hace demasiado calor, te agrada el olor del ambiente,
c) ¿Cuánto tiempo pasará hasta que suceda la próxima experiencia?.
Nuestro cerebro y nuestra consciencia están inmersos en esas cosas en particular, y cuando nuestro cerebro esta inmerso en eso, aunque procesase cuatrocientos millones de bits de información, nuestra consciencia está puesta sólo en dos mil de esos cuatrocientos mil millones. Tienen que ver con el cuerpo, el entorno y el tiempo. Estas personas que tuvieron remisiones espontáneas, trasladaron su consciencia, desde esas cosas en particular, hasta esos otros bits de información, y al hacerlo como lo estamos empezando a aprender desde una perspectiva científica. En ese momento el cerebro empieza a diseñar circuitos nuevos y nuevas conexiones.
Así que, este fue el inicio de un estudio muy interesante para mí, porque quería saber a partir de esos cuatro factores, que sucedía en el cerebro de esas personas que determinaba lo que sucedía en su cuerpo físico.
a) Te duele la espalda, tienes hambre, te duele la cabeza, tienes sed, estas cansado,
b) Hace demasiado frío, hace demasiado calor, te agrada el olor del ambiente,
c) ¿Cuánto tiempo pasará hasta que suceda la próxima experiencia?.
Nuestro cerebro y nuestra consciencia están inmersos en esas cosas en particular, y cuando nuestro cerebro esta inmerso en eso, aunque procesase cuatrocientos millones de bits de información, nuestra consciencia está puesta sólo en dos mil de esos cuatrocientos mil millones. Tienen que ver con el cuerpo, el entorno y el tiempo. Estas personas que tuvieron remisiones espontáneas, trasladaron su consciencia, desde esas cosas en particular, hasta esos otros bits de información, y al hacerlo como lo estamos empezando a aprender desde una perspectiva científica. En ese momento el cerebro empieza a diseñar circuitos nuevos y nuevas conexiones.
Así que, este fue el inicio de un estudio muy interesante para mí, porque quería saber a partir de esos cuatro factores, que sucedía en el cerebro de esas personas que determinaba lo que sucedía en su cuerpo físico.
¿Sería posible que hubiera cambiado su mentalidad?
¿Y que el cambio de mentalidad tuviera un efecto fisiológico en el cuerpo físico?
Algunas de estas personas no eran vegetarianas, no usaban cristales, no ayunaban, no acudían a terapias alternativas.
Algunas de estas personas no eran vegetarianas, no usaban cristales, no ayunaban, no acudían a terapias alternativas.
Lo único que hicieron fue cambiar su mentalidad, y al cambiar su mentalidad, se produjeron resultados tangibles en sus vidas.
1) La biología de la creencia - Dr. Bruce Lipton
Resumen del libro
La biología de la creencia es un libro revolucionario en el campo de la Biología moderna.
La biología de la creencia es un libro revolucionario en el campo de la Biología moderna.
Su autor, un prestigioso biólogo celular, describe con precisión las rutas moleculares a través de las que nuestras células se ven afectadas por nuestros pensamientos gracias a los efectos bioquímicos de las funciones cerebrales.
Con lenguaje sencillo, múltiples ilustraciones, humor y ejemplos actuales, el doctor Lipton explica que los genes y el ADN no controlan nuestra biología; sino que es el ADN el que está controlado por las señales procedentes del medio externo celular, entre las que destacan los poderosos mensajes que provienen de nuestros pensamientos positivos y negativos.
De esta manera, nuestro cuerpo puede cambiar realmente si reeducamos nuestra forma de pensar.