Nicholas Carr es un autor estadounidense que adquirió prestigio a través de sus libros sobre tecnología, economía y cultura. En su último texto, Superficiales, aborda los efectos de Internet y asegura que estamos cada vez más desconcentrados. "Esta desconcentración la sentía sobre todo cuando leía un libro o un artículo muy largo. Mi mente se quería comportar como cuando estoy en Internet, quería saltar de página a página, revisar el mail y chequear links. Sentirme siempre interrumpido me impulsó a investigar".
-Ahora son populares los smartphones con Internet. ¿Eso va a hacer que el problema que usted expone se haga más profundo?
-Sí, lo que estamos viendo es que Internet está con la gente todo el día, y nos está distrayendo desde el momento en que despertamos hasta el que dormimos. Si bien antes veíamos mucha televisión o escuchábamos mucha radio, esas tecnologías no estaban con nosotros todo el día. Internet sí. Se está imponiendo cierta manera de pensar, lo que me parece preocupante.
-Los smartphones parecen ser más alarmantes por cómo interrumpen la vida cotidiana.
-Claro. La gente está conversando y revisa el celular mientras habla. Incluso cuando estás en uno de esos momentos no estás dando tu 100 por ciento d
e atención, que se divide entre el celular y la persona con la que hablas.
-En su libro habla sobre Google desarrollando inteligencia artificial hasta el punto en que las personas ya casi no deben pensar por sí mismas. Usted ha dicho que nos acercábamos a Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
-Me preguntaron si nos acercábamos a 1984 de Orwell, y yo respondí que se asemejaba más a Huxley. No es que perdamos nuestra libertad porque se nos imponga, es que estamos adictos a las distracciones y perdemos nuestra habilidad de pensar. Sería un
a exageración decir que Un mundo feliz se está haciendo realidad, pero creo que algunos de los puntos que desarrolla sobre el futuro tienen similitudes con lo que vemos hoy. La distracción, el entretenimiento y el consumismo atrapan tan fuerte que se pierde la manera de pensar profundamente, y por uno mismo.
-Usted ha dicho que a través de Twitter y Facebook la gente se convierte en microcelebridad. Que construye personalidades alternas diferentes a las reales.
-Es correcto. Las redes sociales, a medida que las usamos más, presentan una imagen mediatizada de nosotros mismos y pasamos más tiempo perfeccionando y pensando en esa imagen. Comenzamos a definir nuestras vidas a través de cómo nos presentamos ante una audiencia y eso c
omienza a expulsar a otros elementos del `yo`.
-¿Cree que eso produce alienación? ¿Cómo será en 20 años?
-Es importante hablar de estas tendencias de un modo balanceado. Hay mucha gente que hace conexiones y tiene conversaciones interesantes a través de estas redes. Pero hay, al mismo tiempo, un aspecto de estar en soledad aunque estamos socializando, ya que todo se hace a través de la tecnología, con la pantalla del computador en vez
de en persona. Creo que si seguimos así vamos a tener una personalidad menos rica, porque siempre nos vamos a estar presentando como imágenes e identidades mediatizadas.
-¿Cómo alguien puede dejar de usar estas tecnologías sin cerrarse al mundo?
-Las expectativas de que estés siempre conectado están en todos los aspectos de la vida. El jefe y los colegas siempre te tienen que ubicar, y en las vidas sociales siempre hay updates de Facebook y mensajes de texto. Es muy difícil ahora alejarse. Habiendo dicho eso, creo que si una persona busca maneras más contemplativas de pensar, en vez de hacerlo todo como un zapping, hay que hacer los sacrificios necesar
ios.
-¿Cuáles serán los rasgos distintivos de la nueva generación que surgirá con esto?
-Creo que si les arrojamos esta tecnología a niños, quienes son más sensibles y están en pleno desarrollo, nos arriesgamos a crear una generación de gente que sencillamente no sabrá cómo poner atención y no entenderá el rol de la introspección y el pensamiento contemplativo.
-En su libro dice que nos estamos poniendo más inteligentes de acuerdo a los estándares de Internet. ¿A qué se refiere?
-Internet nos alienta a ser multitaskers, rápidos y a cambiar nuestra foco de atención con facilidad. Y mientras más lo hacemos, nos volvemos mejores en ello. Pero lo que se pierde en el camino es la habilidad de filtrar distracciones e interrupciones, mantener la mente en una idea. Internet rediseña nuestras vidas mentales en su propia imagen, nos hace comportarnos como quiere que nos comportemos y nos desalienta del pensamiento profundo.
-¿Cómo cambió sus hábitos tras escribir el libro?
-Como tenía tantos problemas para concentrarme, necesitaba reducir el tiempo que pasaba en Internet, así que cerré mi cuenta de Facebook y Twitter, traté de chequear mi e-mail con menos frecuencia. Me di cuenta de que es tremendamente beneficioso hacerlo. Mi atención estaba regresando. Ansiamos nueva información y la red lo satisface. Es una lucha, incluso, alejarse un poco de Internet. Todos los avances que hay en tecnología son sobre estar más conectados.
Internet nos hace adictos a las distracciones y desalienta el pensamiento profundo.
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