Las emociones en la escuela: La ciencia está corroborando ahora que la gestión de las emociones básicas y Jauniversales debería preceder a la enseñanza de valores y, por supuesto, de contenidos académicos.
Los niños se juegan con ello su vida de adultos. Richard Davidson es uno de los neuropsicólogos pioneros en este campo, al igual que psicólogo Daniel Goleman, con quienes pudimos hablar de estos temas en el congreso del Mind & Life Institute celebrado en Washington.
Conversación con Richard Davidson, neuropsicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison Eduard Punset: Creo que nuestros teleespectadores estarán muy agradecidos si les resumimos lo que esperamos de la inteligencia social y emocional aplicada a las escuelas, a los niños, en pocas palabras. ¿Qué significa todo esto?
Richard Davidson: El tipo de habilidades de las que hablamos incluyen habilidades para aprender a dominar las emociones, en concreto la capacidad de controlar las emociones negativas para que, cuando ocurre una adversidad, éstas no persistan más de lo necesario.
Las personas (y los niños, concretamente) pueden aprender a disipar estas emociones negativas para volver al estado inicial.
Es algo muy, muy importante, porque cuando las emociones perturbadoras se producen en la mente, interfieren con la capacidad de aprender de los niños.
Eduard Punset: ¿Habéis podido evaluar o examinar alguna de estas experiencias educativas, alguna de estas reformas?
Richard Davidson: Hemos trabajado en el laboratorio analizando tipos de intervenciones muy específicas que se pueden diseñar… por ejemplo, para aumentar la cooperación y la compasión, y el altruismo. Y luego hemos estudiado la manera en la que esto cambia el cerebro durante la adolescencia. Y resulta que con solamente dos semanas de entrenamiento…
Eduard Punset: Dos semanas…
Richard Davidson: Dos semanas en las que se practica 30 minutos al día… pues bien, con esto basta para poder detectar cambios que suceden en el cerebro tras solamente dos semanas.
Eduard Punset: ¿Te refieres a valores como el altruismo y la compasión, verdad?
Richard Davidson: Sí, sí. Hay cambios específicos en el cerebro que están asociados con los cambios en el altruismo y que se pueden medir conductualmente.
Y todo lo que sabemos sobre el cerebro nos indica que cuanto antes se realice la intervención, tanto mejor, porque habrá más probabilidades de que sus consecuencias persistan durante un período de tiempo más largo.
Conversación con Daniel Goleman psicólogo y periodista, fundador del Mind & Life Institute
Eduard Punset: La última vez que nos vimos fue en tu casa en Massachusetts, y fue justo después de aquel éxito increíble que tuviste en todo el mundo, en aquella época fue increíble, con tu libro: "La inteligencia emocional". Y una vez asumido por todos nosotros, por nuestra audiencia, que podemos gestionar nuestras propias emociones, que podemos gestionar lo que tenemos dentro de nosotros, nos hablas ahora de la tradición contemplativa, de los budistas como el Dalai Lama, que lo han estado haciendo durante décadas...
Daniel Goleman: Así es...
Eduard Punset: Y tú te preguntas, muy acertadamente: "¿Podemos aprovechar algo de su experiencia de alguna manera?".
Daniel Goleman: Ahora estamos descubriendo que enseñar habilidades sociales y emocionales a los niños desde que tienen cinco años hasta la universidad es muy eficaz, los vuelve mucho más cívicos, mucho mejores estudiantes. Es un error pensar que la cognición y las emociones son dos cosas totalmente separadas. Es la misma área cerebral.
De modo que, ayudar a los niños a gestionar mejor sus emociones significa que pueden aprender mejor. Ahora estamos estudiando los métodos contemplativos que se han venido utilizando durante... ¡siglos!
Y en el catolicismo también, por cierto, no sólo en el budismo.
Toda gran religión ha utilizado alguna vez algún tipo de práctica contemplativa, de desarrollo de la mente.
Nosotros lo estamos estudiando para ver si podemos aprovecharlo y hacer algo por los niños, para ayudarles a concentrase...
Hoy en día los niños, y también sus padres, son muy dispersos y necesitan más ayuda con esas habilidades.
Hoy en día, probablemente, haya sólo una docena de currículos escolares que enseñen a los niños mindfulness, que les enseñen a concentrarse mejor, a focalizar, a hacer introspección y a ser más compasivos, a estar más atentos.
Y en todos estos casos, se trata de programas piloto. Desde 1995, cuando escribí La inteligencia emocional, ha habido cientos de programas sobre aprendizaje social y emocional y creo que va a ocurrir lo mismo con este campo en la próxima década.
Conversación con Matthieu Ricard, monje budista y biólogo
Eduard Punset: Los orientales tienen una tradición muy antigua en la meditación, que hoy la ciencia está redescubriendo como un apoyo fundamental en el arte de gestionar las emociones. El monje budista y biólogo
Matthieu Ricard nos explicó cómo aprovechar estas herramientas para renovar el sistema educativo. Matthieu Ricard: ¿Y qué esperamos cuando educamos a los niños?
Convertirlos en seres humanos buenos, personas que sean felices en la vida, que no estén deprimidas y se suiciden…
¿acaso basta con desarrollar su inteligencia y llenarles la cabeza de información sin desarrollar ninguna cualidad humana?
Queremos personas buenas y equilibradas, ¡pero la educación parece estar interesada en cualquier cosa salvo eso! ¡Por tanto, hay algo que claramente falta!
Eduard Punset: ¿Te puedo pedir un consejo? Sé que uno de los grandes descubrimientos de la contemplación, del budismo, ha sido perfeccionar la atención, la primera fase de conocimiento, por así decirlo, para concentrarse en algo. ¿Cómo puedo mejorar mi proceso de atención?
Matthieu Ricard: Es cierto, porque incluso si uno quiere cultivar el altruismo, con la mente siempre distraída no podrá cultivar nada.
La mente se dispersa aquí y allá. Incluso si estamos sentados, nuestra mente puede ser como la de un mono inquieto, un mono inquieto que va de un lado a otro.
Las neuronas se ponen a hablar entre sí, ¡a cotillear!
Y en realidad necesitamos una mente un poco más calmada, con más claridad y más estabilidad, si no es así, no podremos hacer nada.
En caso contrario, es como si tuviéramos un martillo pero nos temblara la mano todo el rato.
Por eso es necesario, de alguna manera, utilizar un objeto de concentración para estabilizar la mente. Te puedes concentrar en cualquier cosa, un objeto, una flor, una imagen mental… pero resulta bastante útil concentrarse en la respiración.
¿Por qué? Pues imagina que te dijera que te concentraras en una luz roja centelleante. Podrías quedarte mirándola, pero tu mente seguiría deambulando, mientras que, si te concentras en la respiración, no puedes verla, es muy sutil, y si dejas de concentrarte es como si lo perdieras, así que fácilmente puedes ver si te distraes o no.
Eduard Punset: Ya veo.
Matthieu Ricard: Con la respiración solamente ves la sensación. Cuando respiras por la nariz, tienes una ligera sensación en los orificios nasales, y se trata de quedarse sentado tranquilamente, pensar en respirar por la nariz y luego notar la sensación del aire que sale… y entra… y así, unas 21 veces o unos diez minutos. Hacerlo permite calmar la mente.
Muchas personas te dirán: "¡oh, no, no, no! ¡No valgo para eso! Tras 3 minutos, mi mente está completamente distraída". Es normal. No es culpa de la meditación, es porque la mente no está entrenada y, si no perseveras, nunca aprenderás nada.
Así que, en lugar de tener remordimientos o sentirte culpable con ideas como: "¡no valgo para esto!" que al final no dejan de ser más distracción, en cuanto descubras que te has distraído, no pasa nada, tienes que volver a la respiración.
Luego, si lo haces durante un rato y lo repites regularmente, verás que la mente se calma, se vuelve más clara, y que puedes utilizar esta mente un poco más flexible para cultivar el altruismo, la compasión o lo que quieras.
Emociones desde el útero materno Está claro que las escuelas tienen que hacer un cambio radical e incorporar definitivamente el aprendizaje social y emocional en las clases si queremos consolidarnos en una sociedad avanzada.
Pero la gestión de las emociones debe comenzar mucho antes de que los niños ingresen en el sistema educativo –incluso ya se pone en marcha en el útero materno, como veremos más adelante–.
Las investigaciones del psicólogo Jay Belsky ponen de manifiesto cómo una crianza sin cariño y con una gestión deficiente de las emociones puede desembocar en adultos con vidas más problemáticas. Conversación con Jay Belsky, Psicólogo del Bircbeck College de la Universidad de Londres Eduard Punset: En alguna investigación tuya, demuestras que cuando los padres están ausentes, las chicas tienden a empezar la pubertad, su menstruación, antes que el promedio. ¿Es verdad?
Jay Belsky: El hecho de que las relaciones durante la infancia podrían afectar el desarrollo físico y sexual, el momento de la pubertad en las chicas, ha sido un descubrimiento muy fascinante.
Las mujeres tienen un sentido que las lleva a preguntarse: "¿Va a ser precario el futuro?
¿Van a estar ahí los demás y voy a poder confiar?
¿Se puede confiar en los hombres?
¿Van a estar ahí cuando me haga mayor?
Pero también como pareja y, todavía más importante, alguien que se vaya a implicar en el cuidado de mis hijos." La respuesta que reciben a estas preguntas parece que procede de su propia niñez y de la ausencia o presencia del padre.
Eduard Punset: Es increible
Jay Belsky: Y también de la calidad del padre. Y parece que, cuando el padre no está presente o cuando la calidad de la paternidad no es demasiado buena, lo que las chicas aprenden, tanto consciente como inconscientemente, es: "No puedo contar con él."
Y esto, biológicamente, las lleva a madurar antes.
Y te preguntarás: "¿Por qué maduran antes?".
Porque, en cierto modo, les permite salir y ver, ir más allá antes que las demás, ser más promiscuas con sus parejas y tener más niños y ocuparse de ellos peor, cuidarlos peor.
Y tú me dirás: "¿Y por qué querrían hacer esto?". Y la razón es que si no puedes contar con los demás, sobre todo con los hombres, para tener tres, cuatro nietos en el futuro, quizás tengas que tener más hijos.
Eduard Punset: Según los resultados que se desprenden de tus investigaciones, las guarderías no son buenas o no son tan buenas como pensamos que serían para el futuro de los niños. ¿Cómo podrías resumir la situación?
Jay Belsky: Creo que en lo que respecta a las guarderías y a cualquier otro método de cuidado infantil no materno que utilizan las familias a menudo es realmente ambivalente.
Cuando el niño empieza a pasar muchas horas en este tipo de ambiente, en sus tres, cuatro o cinco primeros años de vida, durante treinta o cuarenta horas por semana en la guardería, parece que esos niños son más agresivos y desobedientes cuando se hacen mayores.
Sin embargo, también sería un error condenar a todas las guarderías o cuidadores infantiles como algo malo, porque no es cierto.
Hay muchas pruebas, y hablo ahora de lo bueno, de que unos cuidados infantiles de calidad, que sean dispensados por un personal sensible y atento fomentan el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño. Pero quiero que quede claro, no hay que dramatizar.
Nadie está hablando aquí de que muchas horas en manos de cuidadores infantiles vaya a transformar a los niños en asesinos del hacha
Hace muy pocos años, nadie conocía el vínculo entre las emociones de las mujeres embarazadas y la vida de sus hijos, incluso en la edad adulta.
Las investigaciones de la psicobióloga Vivette Glover fueron pioneras en demostrar que la educación emocional comienza en el útero materno.
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