Las personas más jóvenes van a control para diagnóstico de hipertensión arterial, o control de cifras de colesterol elevado detectados muchas veces en los controles rutinarios de carné de salud. También en esta franja etaria, digamos de menores de 30 años, hay algunas consultas por arritmias (palpitaciones) o mareos durante esfuerzos intensos.
Resulta paradójico que habiendo un porcentaje representativo de jóvenes con obesidad y sedentarismo, en esta franja etaria, no son captados por los sistemas de salud para hacerles cambiar sus hábitos poco saludables.
DECADA DE LOS 30 AÑOS:
En la década de los 30 años, se presentará una nueva y valiosa oportunidad para captar personas aún a tiempo para que puedan abandonar el camino al que los está conduciendo ese continuo evolutivo de la enfermedad cardiovascular.
En esta década muchos jóvenes están
sufriendo un cambio en su metabolismo y comienzan a ganar peso, especialmente
en la circunferencia abdominal que representa una zona potencialmente peligrosa
para el desarrollo de hipertensión arterial, de ateroesclerosis y de trastornos
del metabolismo de los azúcares.
DECADA DE LOS 40 AÑOS, COMIENZAN LOS INFARTOS PARA LOS HOMBRES QUE NO SE CUIDARON:
Una vez que avanzamos y alcanzamos la década de los
40 y los 50 años, tenemos las consultas por enfermedades coronarias ya
constituídas, y continuarán las consultas por hipertensión arterial, así
como también por los trastornos del colesterol, sea para diagnóstico,
seguimiento o tratamiento.
Si bien las mujeres comenzarán a padecer problemas cardiovasculares más tardíamente que los
hombres, cuando empiezan a padecerlos, la enfermedad tiende a progresar más
rápidamente, si no se toman las medidas correspondientes.
Existen
notorias diferencias entre los sexos que determinan que los hombres comienzan
más tempranamente con los problemas coronarias y sus complicaciones
mayores como el infarto o la muerte súbita, pudiendo comenzar a ocurrir estas
tragedias ya en la década de los 40 años, en cambio las mujeres comenzarán a
padecer estas graves complicaciones más de una década después.
Existe por tanto
a favor de la mujer una protección conferida por los estrógenos (estradiol), mientras se
encuentren en la edad reproductiva activa, esto es una gran ventaja natural
sobre los hombres.
Esta ventaja natural se pierde en gran medida, en aquellas
mujeres que fuman, de manera que el tabaquismo sea activo o de las fumadoras
pasivas, le contrarresta una enorme protección conferida por la naturaleza.
Esta realidad es dramática, y los números son contundentes, desde que
estudios han demostrado un aumento de la incidencia de infarto en
mujeres menores de 50 años de un 3% en 1995 a un 11% en el año 2010, aumento vinculado
en forma casi directa al aumento del tabaquismo en mujeres. Una vez entrada
la edad de la menopausia, las mujeres tienen mayor porcentaje de sufrir
problemas coronarios que los hombres, con el agravante de cuando sufren un
infarto tienen menor porcentaje de éxito en los tratamientos de
revascularización que los hombres.
Varios son los
factores señalados para explicar estas diferencias, entre los cuales se señalan
el hecho de que cuando están padeciendo un infarto, las mujeres son “mas
aguantadoras” y a veces retrasan la consulta por un tiempo.
Estas
demoras representarán más músculo miocárdico perdido, y mayor extensión del
infarto, con la consiguiente peor evolución a corto, mediano o largo plazo.
Otra diferencia
vinculada a los sexos, se relaciona a las diferencias anatómicas entre las
arterias coronarias de los hombres y las mujeres.
Los hombres por su
contextura anatómica y fisiológica tiene arterias coronarias más grandes y las
mujeres tienen arterias más finas y muchas veces más tortuosas, lo cual lo cual
representa mayores grados de dificultad a la hora de revascularizar esos vasos.
DECADA DE LOS 60 AÑOS, INSUFICIENCIA CARDÍACA UNA VIA FINAL COMUN DE OTRAS PATOLOGÍAS CARDIOVASCULARES:
Hacia la década de los años 60 y especialmente
luego de los 70 años y más se suman a las anteriores, las consultas por
insuficiencia cardíaca, una patología que representa la vía final común de
todas las anteriores, una enfermedad que significa que ya hay daño de la
función cardíaca, sea por infarto, sea por hipertensión arterial, sea por daño
en las válvulas del corazón o sea por arritmias.
Es en esta etapa donde la cardiología ha demostrado
también grandes progresos terapéuticos, aumentando notablemente tanto la
calidad de vida de estos pacientes, como la cantidad de años que se puede vivir
con estas afecciones, por lo que un motivo de consulta muy frecuente en estas
décadas es el control y la repetición de medicamentos.
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