Dr.Joaquin Fuster y Carulla.
Sin confianza entre los hombres, no hay evolucion: Dr. Joaquín Fuster, experto en neurociencia cognitiva. Sus investigaciones y su pasión, que le llevaron a vivir en Estados Unidos, ha sido la corteza prefrontal, el área que sirve para la organización temporal de la conducta, el razonamiento y el lenguaje, “el órgano de la libertad”, lo llama el descubridor (hace ya tres décadas) de las células de la memoria del trabajo.
¿Estamos más locos que nunca?
Estamos todos un poco trastornados, y sobre todo en tiempos críticos como los de ahora. ¿Sabe cuál es el problema?¿Cuál?
La desconfianza, nadie se fía de nadie y por tanto la gente está crispada y los jóvenes tienen el futuro en entredicho. De ahí viene esta crisis, y es que la confianza es un atributo humano muy atávico, como la filiación.
Al final, todo se reducirá a una falta de amor.
¡Exactamente!, por eso san Agustín decía: “Ama y haz lo que quieras”. Lo que he aprendido a lo largo de estos años es que cada ser humano es una parte íntegra de la sociedad, inseparable de los otros. Nuestra libertad existe – luego le explicaré por qué-,pero está ligada a la de los demás.
¿Sin confianza no hay evolución?
No, porque sin confianza no hay cohesión ni en la familia ni en el grupo.
¿Entonces algo hemos hecho mal por el camino?…
Idealizar el yo. Somos una colección de egoístas codiciosos que no tenemos en cuenta las necesidades de los demás, entre las cuales las esenciales son el amor y la filiación. Entonces, en muchos sentidos, nos estamos suicidado evolutivamente. Y hay otra cosa.
Estas virtudes evolutivas, la confianza y la cohesión del grupo, las aprovechan demagogos, políticos y tiranos para fines de grupos restringidos. Pero la sociedad occidental ha aprendido que la guerra ya no rinde; se ha hecho tan terrible que a la juventud ya no le interesa, y eso es algo nuevo y bueno.
¿Usted cree que el ser humano tiene memoria para no repetir los desastres?
De hecho, tenemos muchas memorias. La intuición, por ejemplo, es una forma de memoria inconsciente. La corazonada es un acto ejecutivo sin razonamiento lógico consciente, pero profundo y fundado.
¿Las hormonas superiores?
Exacto, que nos advierten lo que debemos hacer y no se equivocan; esto es memoria, es percepción inconsciente. Y también es la base de otra cosa: la sabiduría.
¿La sabiduría es inconsciente?
Sí, la sabiduría es también memoria, mucha de ella intuitiva y mucho más estable que las otras memorias. No te acuerdas de la fecha ni de la cara ni del nombre, pero sí de ciertos hechos fundamentales.
Entonces, ¿la sabiduría es de viejos?
Sí, la sabiduría se adquiere más y más con la edad mientras se van perdiendo las otras memorias más triviales.
Iba a hablarme de libertad, ¿recuerda?
Me he pasado 45 años estudiando el órgano de la libertad: la corteza prefrontal, que nos permite elegir una cantidad ingente de fuentes de información para modelar nuestras acciones y construirlas de acuerdo con nuestra historia personal y la historia de la humanidad. El 99% de nuestra percepción es inconsciente. No sabemos conscientemente lo que vemos y hacemos, pero inconscientemente lo percibimos. No hacemos lo que no debemos hacer inconscientemente.
Entonces, ¿de qué libertad me habla?
Hay alrededor de 100 mil millones de neuronas en nuestra corteza cerebral, su capacidad combinatoria es prácticamente infinita, así que nuestras memorias, vidas e historia son todas distintas, la capacidad de elegir es inmensa.
¿Pero quién es el que elige?
Nuestra corteza cerebral; si quiere llamarle yo, puede hacerlo.
¿Pero y la conciencia del yo, eso que andan buscando todos los neurólogos?
Sí, como locos… Yo creo que no es la conciencia la que hace las cosas, es la corteza, y cuando la corteza trabaja duro somos conscientes de ello, pero insisto: la mayoría de nuestras acciones son inconscientes.
Entonces la inteligencia cognitiva no es nuestra gran aliada.
Nuestra gran aliada es la inteligencia emocional, con ella avanzamos. Pero la pretendida conciencia intelectual nos sube los humos y es un gran impedimento al altruismo, a la filantropía y a ser más felices.
¿Qué le ha sorprendido?
La capacidad prácticamente infinita del ser humano para superar la desgracia, adaptarse a ella, y la capacidad casi infinita del hombre y la mujer para diseñar el futuro, para imaginar lo que ha de ser; y para las dos cosas se necesita la inteligencia emocional, que es el entusiasmo. Sin entusiasmo, no hay ciencia ni avance posible.
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