Las emociones están al comienzo y al final de cada proyecto. Sin emociones no se puede sobrevivir. Las emociones existen mucho antes que el homo fuera Sapiens.
Lo importante era la lógica y la razón, y las imágenes de las emociones lo distorsionaban todo, eso era lo que se sostenía por siglos.
¿Es posible enfrentarse con tranquilidad a una bestia que está a punto de atacarnos? A menos que uno sea un domador profesional, sentir miedo es inevitable… ¡y necesario!
A lo largo de muchos siglos, hemos creído que las emociones eran obstáculos. Filosofos clásicos e investigadores académicos popularizaron la idea de que las emociones son inútiles o que entorpecen nuestra vida y nos impiden ser racionales. Hoy sabemos que este punto de vista es erróneo. Somos seres emocionales inclusive mucho antes de que el Homo fuera Homo Sapiens.
En la evolución de la sociedad occidental, el surgimiento del progreso, de la convivencia cívica y de los derechos humanos estuvo sustentado por un discurso racionalista e influenciado en sus modos, en gran parte, por la sociedad victoriana del siglo XIX para la cual las emociones eran muy mal vistas.
Hoy, disfrutamos del progreso cívico alcanzado en los últimos siglos, pero la ciencia también nos muestra que nos equivocábamos al menospreciar las emociones. Las emociones existen hace millones de años simplemente porque han resultado útiles para la supervivencia. Vivir sin ellas es una sentencia de muerte y la ciencia lo comprende cada vez mejor.
Las emociones surgieron mucho antes que el
homo sapiens. (Fuente: smartplanet)
homo sapiens. (Fuente: smartplanet)
Las emociones funcionan como un acto reflejo involuntario. Las experimentamos cuando sentimos que algo importante nos está sucediendo o puede suceder.
Gracias a la reacción emocional, nuestro cuerpo y nuestra mente se preparan automáticamente para responder a esa situación de la mejor manera posible.
El miedo, por ejemplo, tonifica nuestros músculos para correr con más fuerza y enfoca nuestra mente sólo hacia la fuente del peligro o hacia las posibles vías de escape excluyendo todo lo demás.
La alegría ante un hecho positivo nos condiciona a intentar repetir esa situación favorable en el futuro. Y la repugnancia nos impide comer alimentos en putrefacción por más que estemos famélicos evitando así una infección.
Las emociones afectan nuestra manera de ver y pensar el mundo, pero lo hacen negativamente. Está demostrado que las emociones influyen en la atención, en la memoria y en el razonamiento lógico. Veamos cómo lo hacen:
- En la atención: suele decirse que las emociones nos distraen. Sin embargo su efecto es justo el contrario. Las emociones nos apartan de un pensamiento determinado sólo para hacernos prestar atención a otro que emerge como más importante.
- En la memoria: nuestro cerebro no está hecho para recordar el ciento por ciento de lo que se le presenta. En este caso, las emociones intervienen en la memoria como un criterio excelente para determinar qué datos recordar.
- En el razonamiento lógico: creemos que las emociones son perjudiciales a la hora de tomar decisiones. Sin embargo, algunas decisiones podrían tornarse en disquisiciones eternas. En estos casos, resulta más eficaz que intervengan las emociones para poder ser expeditivos.
Un ser como el capitán Spock de la serie “Star Trek”, muy inteligente pero carente de emociones, sólo puede existir en la ficción. De hecho, la selección natural lo habría eliminado mucho antes de llegar a las naves espaciales.
Paul Ekman, catedrático de psicología de la Universidad de San Francisco y uno de los mayores expertos en este tema, ha demostrado que las emociones básicas son universales mediante el estudio de las expresiones faciales. Alegría, miedo, tristeza, ira, sorpresa o repugnancia no serían comunes a la humanidad -y a muchos animales- de no cumplir con una importante función adaptativa.
Muchas veces, esas funciones implican también la comunicación del estado emocional y ése es el motivo por el que las expresiones faciales de las emociones básicas son iguales en todas las culturas.
Pero la cara no es la única fuente de información sobre los estados emocionales y el cuerpo también comunica emociones mediante posturas y movimientos. Julie Grèzes es investigadora del Laboratorio de Percepción y Acción del Collège de France e investiga para saber cómo el cuerpo expresa las emociones, un campo sobre el que ha habido menos estudios.
Grèzes se ha dado cuenta de que el cuerpo puede expresar información diferente de la del rostro y que podemos detectar un engaño sólo observando la expresión corporal. En sus experimentos, filman a personas que tienen que levantar una caja sobre la cual se dice que tiene un peso determinado. Los actores son a veces engañados en cuanto al peso de la caja que van a levantar y sus movimientos corporales muestran su sorpresa. “Lo que queremos ver realmente es cómo manifiestan los demás sus emociones e intenciones mediante la expresión corporal. Para ello, eliminamos en los vídeos la expresión facial ocultando la cara de los actores”, explica Grèzes.
La sorpresa que expresan los cuerpos filmados por la investigadora francesa es una emoción básica y, por lo tanto, innata. Pero el catálogo de las emociones es mucho más amplio que las emociones básicas. A lo largo de nuestra vida, también realizamos un aprendizaje emocional cuando determinados estímulos quedan grabados en nuestro cerebro. Cada estímulo que desencadena una emoción genera nuevas conexiones en el cerebro y, aunque es fácil crear nuevas conexiones, borrarlas es muy complicado. Por eso es tan difícil controlar totalmente nuestras emociones. Este proceso se produce en un nivel cerebral muy primitivo y acontece incluso en animales como los caracoles o la mosca de la fruta.
Las emociones están en lo más profundo de nuestro cerebro. A pesar de haber evolucionado mucho tiempo antes de las civilizaciones, las emociones también juegan un papel fundamental en la vida. Por ello, aprender a gestionarlas es mucho más beneficioso para la vida social que negarlas porque el amplio abanico de emociones está por detrás casi todas nuestras motivaciones.
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