Cada uno de nosotros tenemos un límite de años que podremos vivir y tendremos nuestro último suspiro algún día, estemos preparados o no.
No habrá entonces más amaneceres ni más atardeceres, ni más horas ni más minutos ni más dias.
Todas las cosas que hayamos conseguido, que hayamos guardado o atesorado ... pasarán a otras personas.
Toda riqueza, toda fama o todo poder ... se volverán irrelevantes y ya no importará lo que debamos ni lo que tengamos.
En ese momento los resentimientos, los celos, lo temores o las frustraciones .... desaparecerán, junto a nuestras ambiciones, nuestros planes y nuestras cosas por hacer.
Las pérdidas y las ganancias que parecían tan importantes, simplemente se irán.
Ya no importará de donde venías ni de que lado de la cerca vivías.
Ya no importará si eras hermoso, o inteligente o brillante o carismático.Incluso el color de tu piel y el sexo al que pertenecías, serán irrelevantes.
¿Qué será entonces lo realmente importante?
¿Cómo medir el valor de cada día?
Lo importante no será quizá lo que hayas comprado .... sino lo que hayas construído.
Lo importante no será solo lo que hayas conseguido, sino lo que hayas logrado compartir generosamente, en esa cadena de solidaridad intergeneracional.
Lo que más va importar y va a trascender no será tanto lo que aprendiste, sino lo que hayas transmitido, enseñado, motivado o entusiasmado positivamente a quienes te conocieron, te rodearon o te leyeron.
Lo que más va a importar entonces, será cada acto de integridad, de compasión, de generosidad, de misericordia, de altruísmo, de valor, de coraje o sacrificio que haya enriquecido, empoderado o animado a otros a seguir el buen ejemplo que hayas dado.
Lo que va a importar no será tanto cuánto gente hayas conocido, sino cuántos sientan tu pérdida cuando no estés, y muy especialmente, cuántos te recuerden con alegría, con cariño y con una presencia motivadora.
Lo importante entonces no serán "tus recuerdos" ... sino los recuerdos que queden en las personas que te quieren. Especialmente cuánto van a recordar, cómo van a recordarte y por qué cosas buenas lo harán.
Porque ... como lo afirma Carlos Slim en su memorable carta a los jóvenes del año 1994:
.... "Al final nos vamos sin nada, sólo dejaremos nuestras obras, nuestra familia, nuestros amigos y quizá ... un positiva influencia por lo que en ellos hayamos sembrado.
CARTA A LOS JÓVENES: CARLOS SLIM HELÚ:
Les escribo esta carta con el fin de transmitirles un poco de mi experiencia en la vida, buscando contribuya a su formación, a su manera de pensar y de vivir, a su equilibrio emocional, a su sentido de responsabilidad para con ustedes y para con los demás, a su madurez y, sobre todo, a su felicidad, que debe ser producto de su ser y quehacer cotidiano.
Son ustedes privilegiados dentro de la sociedad, gracias a su talento y esfuerzo, por la mejor razón, su propio valor.
El éxito no es hacer bien o muy bien las cosas y tener el reconocimiento de los demás. No es una opinión exterior, es un estado interior. Es la armonía del alma y de sus emociones, que necesita del amor, la familia, la amistad, la autenticidad, la integridad.
El ser tan destacados como ustedes lo son, significa un privilegio, pero entraña también muchos riesgos que pueden afectar valores muy superiores al “éxito” profesional, económico, social o político. La fortaleza y el equilibrio emocional están en la vida interior y en evitar aquellos sentimientos que corroen el alma, tales como la envidia, los celos, la soberbia, la lujuria, el egoísmo, la venganza, la avaricia, la pereza, y son veneno que se ingiere poco a poco.
Cuando den, no esperen recibir.... “Queda aroma en la mano que da rosas”, dice un proverbio chino.
No permitan que sentimientos y emociones negativas dominen su ánimo.
El daño emocional no viene de terceros, se fragua y desarrolla en nosotros mismos.
No confundan los valores ni menosprecien sus principios.
El camino de la vida es muy largo, pero se transita muy rápido. Vivan el presente intensa y plenamente, que el pasado no sea un lastre, que el futuro sea un estímulo. Cada quien forja su destino y puede influir sobre la realidad. No la ignoren.
Vivan con sentimientos y emociones positivas como el amor, la amistad, la lealtad, el valor, la alegría, el buen humor, el entusiasmo, la paz, la serenidad, la paciencia, la confianza, la tolerancia, la prudencia y la responsabilidad.
Los opuestos que no invadan el alma, que duren poco en su ánimo, no los dejen alojarse, aléjenlos.
Muchas veces cometerán errores, es usual y humano, traten siempre que sean menores, acéptenlos, corríjanlos y olvídenlos.
Muchas veces cometerán errores, es usual y humano, traten siempre que sean menores, acéptenlos, corríjanlos y olvídenlos.
No se obsesionen por ellos, el cielo y el infierno están en nosotros.
Lo que más vale en la vida no cuesta y cuesta mucho: el amor, la amistad, la naturaleza y lo que sobre ella ha logrado el hombre de formas, colores, sonidos, olores que percibimos con nuestros sentidos, sólo puede ser apreciado cuando estamos anímicamente despiertos.
Vivan sin miedos y sin culpas; los miedos son los peores sentimientos del hombre, lo debilitan, lo inhiben a la acción y lo deprimen, y las culpas son un lastre enorme en nuestro pensar, al actuar y en la vida.
Hacen difícil el presente y obstruyen el futuro.
Para combatirlos, seamos sensatos y aceptémonos como somos, con nuestras realidades, nuestros méritos y nuestras penas.
La ocupación desplaza a la preocupación y los problemas, al enfrentarlos, desaparecen. Así, los problemas deben hacernos cada vez más fuertes.
De los fracasos, aprender y los éxitos deben ser estímulos callados.
Actúen siempre conforme les dicte su conciencia, pues a ésta nunca se le engaña.
Los miedos y las culpas, entonces serán mínimos.
Los miedos y las culpas, entonces serán mínimos.
No se encierren, ni arruinen su vida, vívanla con la inteligencia, el alma y los sentidos despiertos y alertas; conozcan sus manifestaciones y edúquense para apreciarla y disfrutarla.
El trabajo bien hecho no es sólo una responsabilidad consigo mismos y con la sociedad, es también una necesidad emocional.
Al final nos vamos sin nada, sólo dejamos nuestras obras, familia, amigos y, quizá, una positiva influencia, por lo que en ellos hayamos sembrado.
Con mis mejores deseos ... Carlos Slim Helú (Junio de 1994)
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