
Los paquidermos consiguen calmarse mediante el contacto físico, acariciándose con la trompa y emitiendo sonidos de frecuencias graves.
Con estos gestos tan aparentemente humanos se consuelan y alivian sensaciones de estrés o angustia.

Abrazos y demostraciones de afecto con efecto terapéutico

Esta reacción química ayuda a bajar la presión arterial y, a su vez, reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Durante un experimento con alumnos universitarios americanos se comprobó que los niveles de presión arterial bajaban en aquellos alumnos que habían sido abrazados por sus parejas, aunque también eran válidas las pruebas de afecto de amigos, conocidos o familiares.
Un estudio de la Universidad de Wisconsin en Madison (EE. UU.) demostró que los niveles cortisol (la hormona del estrés) eran inferiores entre niñas de 7 a 12 años (a quien se pidió resolver operaciones matemáticas en público ante un grupo de desconocidos), si antes de someterse a la prueba eran abrazadas y confortadas por sus madres.
Incluso la voz tranquilizadora de las madres, que llamaban para animarlas, conseguía reducir el estrés de las participantes hasta una hora transcurrida la prueba.
Gozar en buena compañía es como un bálsamo que mejora la calidad de vida

Por ello es necesario buscar apoyo y comprensión entre las personas con quienes nos sentimos más a gusto, ya que la proximidad y el contacto físico con alguien a quien conocemos y en quien confiamos disminuyen el estrés.
Tener una mascota también reduce los momentos estresantes

De hecho, las investigaciones muestran que la presión arterial de muchas personas también disminuye cuando acarician perros, gatos o caballos, sobre todo si se trata de animales que conocen y aman.
Aparte de eliminar el estrés, acariciar una mascota también ha demostrado mejorar la función inmune y aliviar el dolor, o al menos la percepción del mismo.
La explicación de esto es que, cuando ocurre, el sujeto está concentrado en el animal y no en él mismo, por lo que la mente deja de centrarse en lo que la incomoda.
Parece que, respecto al estrés, tenemos todavía mucho que aprender del mundo animal.
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