30/9/14
Caricias, masajes y contacto físico alivian el estrés, la ansiedad y la angustia -
¿Sabías que los elefantes asiáticos se calman entre ellos cuando están estresados? Así lo demuestra un reciente estudio publicado en EUA, que afirma que estos animales son sensibles al malestar de sus congéneres.
Los paquidermos consiguen calmarse mediante el contacto físico, acariciándose con la trompa y emitiendo sonidos de frecuencias graves.
Con estos gestos tan aparentemente humanos se consuelan y alivian sensaciones de estrés o angustia.
Los animales no pueden comunicarse con nosotros y desconocemos la naturaleza de sus sentimientos cuando interactúan con los demás animales de su especie, pero seguramente los humanos no somos tan diferentes a ellos en este aspecto. Es un hecho innegable que el estado de ánimo afecta a nuestra salud más de lo que creemos; también es cierto que la soledad o el estrés crónico perjudican al sistema inmune. Algunos estudios indican que los individuos que viven aislados o que se encuentran solos tienen más posibilidades de reactivar virus latentes, como el del herpes. Dichas reactivaciones sugieren que la soledad y la falta de contacto físico actúan como un factor de estrés crónico que desencadena una respuesta inmune mal controlada. Muchas personas producen más proteínas relacionadas con la inflamación en respuesta al estrés agudo. Estas son proteínas vinculadas a la inflamación crónica que desatan dolencias como la artritis, las enfermedades coronarias, la diabetes, y una disminución de la funcionalidad, sobre todo en las personas mayores.
Abrazos y demostraciones de afecto con efecto terapéutico
El contacto físico por sí solo puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. Actos como abrazar, besar o acariciar aumentan los niveles de oxitocina (la llamada hormona de la felicidad).
Esta reacción química ayuda a bajar la presión arterial y, a su vez, reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Durante un experimento con alumnos universitarios americanos se comprobó que los niveles de presión arterial bajaban en aquellos alumnos que habían sido abrazados por sus parejas, aunque también eran válidas las pruebas de afecto de amigos, conocidos o familiares.
Un estudio de la Universidad de Wisconsin en Madison (EE. UU.) demostró que los niveles cortisol (la hormona del estrés) eran inferiores entre niñas de 7 a 12 años (a quien se pidió resolver operaciones matemáticas en público ante un grupo de desconocidos), si antes de someterse a la prueba eran abrazadas y confortadas por sus madres.
Incluso la voz tranquilizadora de las madres, que llamaban para animarlas, conseguía reducir el estrés de las participantes hasta una hora transcurrida la prueba.
Gozar en buena compañía es como un bálsamo que mejora la calidad de vida
Los estudios demuestran que rodearnos de cariño y afecto mejora la calidad de vida e incluso la prolonga. Por el contrario, permanecer con la compañía equivocada puede ser peor que la soledad. Las relaciones hostiles, tóxicas o destructivas aumentan el estrés y aumentan el tiempo de recuperación en enfermos convalecientes.
Por ello es necesario buscar apoyo y comprensión entre las personas con quienes nos sentimos más a gusto, ya que la proximidad y el contacto físico con alguien a quien conocemos y en quien confiamos disminuyen el estrés.
Tener una mascota también reduce los momentos estresantes
Volvemos a los animales. Los dueños de una mascota sin duda han notado que el animal se relaja y destensa cuando es rascado con suavidad detrás de las orejas. Y lo mejor de este hecho es que el efecto es recíproco.
De hecho, las investigaciones muestran que la presión arterial de muchas personas también disminuye cuando acarician perros, gatos o caballos, sobre todo si se trata de animales que conocen y aman.
Aparte de eliminar el estrés, acariciar una mascota también ha demostrado mejorar la función inmune y aliviar el dolor, o al menos la percepción del mismo.
La explicación de esto es que, cuando ocurre, el sujeto está concentrado en el animal y no en él mismo, por lo que la mente deja de centrarse en lo que la incomoda.
Parece que, respecto al estrés, tenemos todavía mucho que aprender del mundo animal.
Los paquidermos consiguen calmarse mediante el contacto físico, acariciándose con la trompa y emitiendo sonidos de frecuencias graves.
Con estos gestos tan aparentemente humanos se consuelan y alivian sensaciones de estrés o angustia.
Los animales no pueden comunicarse con nosotros y desconocemos la naturaleza de sus sentimientos cuando interactúan con los demás animales de su especie, pero seguramente los humanos no somos tan diferentes a ellos en este aspecto. Es un hecho innegable que el estado de ánimo afecta a nuestra salud más de lo que creemos; también es cierto que la soledad o el estrés crónico perjudican al sistema inmune. Algunos estudios indican que los individuos que viven aislados o que se encuentran solos tienen más posibilidades de reactivar virus latentes, como el del herpes. Dichas reactivaciones sugieren que la soledad y la falta de contacto físico actúan como un factor de estrés crónico que desencadena una respuesta inmune mal controlada. Muchas personas producen más proteínas relacionadas con la inflamación en respuesta al estrés agudo. Estas son proteínas vinculadas a la inflamación crónica que desatan dolencias como la artritis, las enfermedades coronarias, la diabetes, y una disminución de la funcionalidad, sobre todo en las personas mayores.
Abrazos y demostraciones de afecto con efecto terapéutico
El contacto físico por sí solo puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. Actos como abrazar, besar o acariciar aumentan los niveles de oxitocina (la llamada hormona de la felicidad).
Esta reacción química ayuda a bajar la presión arterial y, a su vez, reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Durante un experimento con alumnos universitarios americanos se comprobó que los niveles de presión arterial bajaban en aquellos alumnos que habían sido abrazados por sus parejas, aunque también eran válidas las pruebas de afecto de amigos, conocidos o familiares.
Un estudio de la Universidad de Wisconsin en Madison (EE. UU.) demostró que los niveles cortisol (la hormona del estrés) eran inferiores entre niñas de 7 a 12 años (a quien se pidió resolver operaciones matemáticas en público ante un grupo de desconocidos), si antes de someterse a la prueba eran abrazadas y confortadas por sus madres.
Incluso la voz tranquilizadora de las madres, que llamaban para animarlas, conseguía reducir el estrés de las participantes hasta una hora transcurrida la prueba.
Gozar en buena compañía es como un bálsamo que mejora la calidad de vida
Los estudios demuestran que rodearnos de cariño y afecto mejora la calidad de vida e incluso la prolonga. Por el contrario, permanecer con la compañía equivocada puede ser peor que la soledad. Las relaciones hostiles, tóxicas o destructivas aumentan el estrés y aumentan el tiempo de recuperación en enfermos convalecientes.
Por ello es necesario buscar apoyo y comprensión entre las personas con quienes nos sentimos más a gusto, ya que la proximidad y el contacto físico con alguien a quien conocemos y en quien confiamos disminuyen el estrés.
Tener una mascota también reduce los momentos estresantes
Volvemos a los animales. Los dueños de una mascota sin duda han notado que el animal se relaja y destensa cuando es rascado con suavidad detrás de las orejas. Y lo mejor de este hecho es que el efecto es recíproco.
De hecho, las investigaciones muestran que la presión arterial de muchas personas también disminuye cuando acarician perros, gatos o caballos, sobre todo si se trata de animales que conocen y aman.
Aparte de eliminar el estrés, acariciar una mascota también ha demostrado mejorar la función inmune y aliviar el dolor, o al menos la percepción del mismo.
La explicación de esto es que, cuando ocurre, el sujeto está concentrado en el animal y no en él mismo, por lo que la mente deja de centrarse en lo que la incomoda.
Parece que, respecto al estrés, tenemos todavía mucho que aprender del mundo animal.
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