23/5/09

Los problemas con la educación de nuestros hijos - Dr. Emilio Calatayud Pérez


HEMOS PERDIDO EL NORTE:
El Dr. Emilio Calatayud Pérez, es Juez de Menores y en esta conferencia analiza la situación de los menores en España, que no es muy diferente al resto de Hispanoamérica en lo referente a la colisión entre los crecientes derechos que se demandan y los deberes que responsablemente tanto padres como educandos, se proponen.
Se analiza la dificultad de encauzar esta situación que se está dando en las últimas décadas.

EMILIO CALATAYUD PÉREZ:
EN ESPAÑA SE ES MENOR HASTA LOS 18 AÑOS:
En España se es menor a los 18 años. Si un chico quiere vivir como mayor de edad tiene dos posibilidades: esperar a cumplir los 18 años o, cuando tenga 16 años, ir con sus padres al Juzgado de Primera Instancia, emanciparse y tener ciertos beneficios como mayor. Si no es así, es menor de edad hasta los 18 años, para lo bueno y para lo malo.
Damos a nuestros menores muchos derechos, derechos, derechos y derechos, incluso hacemos hasta el Día de los Derechos del Niño, por lo que "socialmente" parece que se hubieran "derogado" estos dos artículos, pero solo "socialmente", porque en el código civil están aún en vigor, y son dos artículos que nos están creando unas confusiones tremendas en todos los sentidos.
Art. 154: LOS HIJOS NO EMANCIPADOS ESTÁN BAJO LA POTESTAD DEL PADRE Y DE LA MADRE:
El artículo 154 del Código Civil dice: "Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la madre. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y comprende los siguientes deberes y facultades de los padres:
- Velar por ellos,
- Tenerlos en su compañía,
- Alimentarlos,
- Educarlos y procurarles una formación integral,
- Representarlos y
- Administrar sus bienes.
Y los padres podrán, en el ejercicio de su potestad, recabar el auxilio de la autoridad, y podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos." ¿Pero cómo voy a corregir razonable y moderadamente a mi hijo si me dice: "No me toques que te denuncio. No me mires que te denuncio. No entres en mi cuarto. No escuches mi conversación telefónica. No me registres las cartas. No rebusques en el disco duro de mi computadora". ¡Claro! ¿Hasta dónde? Porque yo en mi casa lo tengo muy claro. Tengo dos hijos, uno de 20 años que creo que está saliendo de la edad de riesgo social. Y una de 14 años que está entrando en la edad de riesgo social. Y yo que soy el juez de Menores de mi pueblo, que estoy felizmente casado con mi mujer después de 25 años, tengo un buen sueldo (mejorable pero un buen sueldo), buena situación, tengo problemas con mi hijo de 20 años y voy a tener más problemas con mi niña de 14 años.
¿Qué problemas no va a tener una persona que ignore el 154? Porque al fin y al cabo yo les decía a mis hijos: si me denuncian, bueno, soy juez, pero no todo el mundo tiene la suerte de ser el juez de menores de su pueblo. Derechos, derechos, derechos.

Art.155: LOS HIJOS DEBEN OBEDECER A SUS PADRES MIENTRAS PERMANEZCAN BAJO SU POTESTAD, Y DEBEN RESPETARLOS SIEMPRE:
Esto también lo dice el Código Civil, en su artículo 155, no lo digo yo. Y agrega: "contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella". Esto quiere decir que pertenecer a una familia no es jauja. Tienes tus derechos y tus deberes. ¿Qué ha pasado?. Lo que ha pasado es que "hemos evolucionado" mucho en un pequeño espacio de tiempo. Hemos pasado del estado preconstitucional al estado democrático de derecho, que parece que es mucho tiempo, pero 30 años en la historia de una sociedad no es nada. Y hemos evolucionado mucho en muy poco espacio de tiempo. Y nos hemos resentido. Y hemos pasado del padre autoritario, del padre preconstitucional, a la corriente psicológica-sociológica evolutiva del comportamiento en el que hay que dialogar, hay que argumentar y hay que razonar con nuestros hijos. Y como en este país no tenemos término medio, pasamos de padre autoritario al colega de mi hijo. Yo no soy colega de mi hijo, ni soy su amigo: soy su padre. Siempre pongo el mismo ejemplo sobre los límites. Padre preconstitucional, con el niño de tres años a comerse un plato de sopa. "Niño cómete el plato de sopa". El niño dice que no se come el plato de sopa. El padre se levanta ¡y el niño se toma la sopa! Si no se toma la sopa, se merienda la sopa. Si no se merienda la sopa, se cena la sopa. Pero, al final, la sopa está tomada. Llega el padre posconstitucional, normalmente de clase media alta, ávido de estas corrientes psicológicas sociológicas evolutivas del comportamiento, y que empieza a asumir como una sopa todas estas tendencias psicoeducativas. "Niño, ponte a tomar la sopa". El niño dice que no se toma la sopa. "Mira niño… creo que te debes tomar la sopa, porque, si no te tomas la sopa, podríamos entrar en un período de anorexia perjudicial para tu salud… Y creo que debías de tomarte la sopa. No obstante, ¡tú decides!". No se toma la sopa, ni se merienda la sopa ni se cena la sopa, entre otras cosas porque, a las dos y media, el padre agarra la sopa, la tira al tarro de basura y le hace un churrasco con papas fritas. Tengo 50 años. Y somos la generación perdida. Hemos sido los esclavos de nuestros padres y ahora somos los esclavos de nuestros hijos. Con la escuela pasa lo mismo. Hemos pasado del don José, todos en pie, prietas la filas, recias, marciales, nuestras escuadras van, a José, a Pepe y Pepillo. Es que somos todos iguales. Y el maestro ya no es maestro. Ahora es renovador y refuerza contenidos ya aprendidos y da clases de una hora que duran 45 minutos a quienes apenas tienen interés. Y encima hemos invertido la carga de la prueba. Porque cuando yo llegaba a casa y decía: Me ha pegado el maestro, mi padre automáticamente ¡un tortazo! y "algo habrás hecho". Ahora llega tu hijo y te dice: "Me ha expulsado de clase". Automáticamente, montas en cólera, tomas de la mano a tu hijo y vas en busca y captura del profesor que ha tenido la osadía de expulsar a tu hijo de clase. Hemos perdido los papeles. Y luego hay un artículo, que es la ley de protección de menores, que nos dice que "cualquier persona o autoridad que tenga conocimiento de que un menor no está escolarizado o no asiste al centro escolar de forma habitual y sin justificación durante el período obligatorio, deberá ponerlo en conocimiento de las autoridades públicas competentes que adoptarán las medidas necesarias para su escolarización". Cuando llega al juzgado un chico con el perfil de delincuente siempre hay algo en la casa. Si solucionamos parte de esos problemas de la casa, y el fracaso escolar, estamos solucionando muchísimo de delincuencia juvenil de este país. Entonces, ¿qué pasa con estos chicos que están fuera del colegio, con 14 años, en horario escolar? Fuera del colegio. ¡No puede haber ningún niño dentro del horario escolar fuera del colegio! Y ahí estamos embromados. Y ya va siendo hora de que, lo mismo que pasa en la violencia de género, las cuestiones de menores sean cuestiones de orden público. Esto es cuestión de todos. Porque esa ley de protección de menores nos obliga a todos. ¿Qué hacen esos profesores que detectan que un niño no va a clase? ¿Qué hacen los colegios que detectan que un niño no va a clase? ¿Qué hace la policía cuando ve a un niño en horario escolar y no actúa? ¿Y qué hacen esos padres que fomentan que sus hijos no vayan a la escuela? Pero es que además hemos perdido el norte. Resulta que aquí te atrapan en Granada agarrando manzanilla y te dan dos años de prisión. O te ven en La Laguna de Ruidera agarrando un cangrejo de río, y te dan dos años de prisión porque estás cometiendo un delito contra la flora y la fauna. Ahora, te encuentran fomentando que tu hijo no vaya al colegio, y vamos a discutir si estamos ante un ilícito penal, un ilícito administrativo, o un ilícito civil. Y como la cosa va para discutir, recursos, historia… el niño se nos ha hecho doctor honoris causa. Y no sabemos qué responsabilidad tiene el que ha infringido esa obligación. Porque se da más protección al incumplimiento de los deberes inherentes a la patria potestad. Ya es delito. Me parece muy bien proteger a los cangrejos y a la manzanilla de sierra nevada, pero, coño, los niños están ahí y la escuela está para algo y es obligatoria. Hemos perdido el norte. La Justicia de Menores ha sido capaz de resolver y de incorporar equipos de profesionales, de psicólogos, educadores, trabajadores sociales en el sentido de que es tan importante conocer el delito que ha cometido, como quién ha cometido el delito. Del mismo modo, es hora de que los centros escolares se pongan las pilas, incorporen a su plantilla equipos de profesionales, de psicólogos, trabajadores, educadores, que trabajen interdisciplinar y multidisciplinarmente. Es necesario que se resuelvan los conflictos que son competencia de los propios centros escolares: conflictos entre alumnos, conflictos entre alumnos y profesores, conflictos entre alumnos y padres. Y conflictos entre padres y profesores. Y que no se puede expulsar a un niño del colegio. El niño podrá ser apartado del aula, pero no podrá ser apartado del colegio. Tendrá que estar trabajándose con ese niño en el horario escolar por esos equipos multidisciplinares. Pero no lo saquen del colegio. Es como si yo a un preso, porque me perturba el proceso reinserción del resto de los presos, como se porta mal, lo saco de prisión ¿O es que todos hemos ido al colegio con avidez de aprender conocimientos? Seamos realistas: cuando teníamos 13 años, íbamos a la escuela porque no nos quedaba más remedio. Y luego hay otra cuestión. Yo no veo inconveniente: ¿por qué un joven de 13 o 14 años se tiene que aprender, para ser políticamente correcto, la lista de los reyes godos? No todos valemos para estudiarnos la lista de los reyes godos. ¿Por qué no podemos incorporar otras vías para que muchachos de 14 o 15 años accedan por otra vía a la misma titulación académica? ¿Por qué no? ¿Por qué no volvemos a lo antiguo? Ya no sé yo si estoy afirmando una barbaridad psicopedagógica de cara al aprendizaje. ¿Por qué no? Tengo muchos niños que han pasado por la Justicia, han tenido fracaso escolar y los he condenado a terminar la escuela, porque si no se lo sacas por la vía civil, se lo sacas por la vía criminal, pero se lo tienes que sacar. Y posteriormente se han incorporado a la vida académica. Pero han tenido una época de su vida en la que no quieren, no valen. O han tenido la mala suerte de malas compañías, o han tenido la mala suerte de tener los padres que tienen. ¿Por qué no puede un chico acceder a distintas vías con la misma titulación académica? Los centros escolares tendrán que solucionar las cuestiones de niños porque una pelea puede ser una cuestión de niños, si hemos peleado todos. Lo que pasa es que hoy también se ha judicializado todo. Habrá que distinguir, por los profesionales, si estamos ante una cuestión de niños o estamos ante un ilícito penal. Toda la vida nos hemos metido con el gordo, con el gafas, toda la vida. Pero habrá que distinguir si estamos ante una cuestión de niños o estamos ante unas amenazas, unas coacciones, un chantaje. Un trapicheo puede ser una cuestión de niños, pero podemos estar ante un tráfico de drogas. Vamos a trabajar en colaboración y vamos a buscar una serie de acciones contundentes y rápidas. Son de colaboración todos aquellos hechos que suceden en los centros escolares y que no son competencia del centro escolar sino que son competencia de la Justicia. Y que nos conozcamos y tengamos transparencia… Propongo varias soluciones. Los padres que ejerzan de padres. Y a lo mejor hay que volver a las escuelas de padres porque he estudiado para juez, pero no he estudiado para padre. Y hoy día tener un hijo es muy complicado. Y, como se dice vulgarmente, te da muchas satisfacciones, pero es un "no vivir". Hoy en día tienes un niño y es no vivir. Yo siempre digo lo mismo: niños pequeños, problemas pequeños. Niños grandes, problemas grandes. Niños más grandes, problemas más grandes. No te quitas el muerto de encima hasta que mueres. Después, que la escuela se ponga las pilas, que incorpore profesionales que puedan resolver los conflictos, dentro, los que sean propios de su competencia. Y que se establezcan unos buenos mecanismos de denuncia y colaboración entre servicios sociales, sanidad, escuela y Justicia. La sociedad, que no sea hipócrita. Y la sociedad no es la sociedad: nosotros somos la sociedad. Al legislador, que sea coherente. Que no me proteja más a los cangrejos de río que a los niños. Se ha banalizado todo. Todo vale. Y yo veo a mi niña que tiene 14 años y el Código Penal todavía me permite que con 13 años una menor pueda consentir relaciones sexuales. Como todo vale, pues todo vale.
A LOS NIÑOS DE AHORA SE SE LES ESTÁ ENSEÑANDO A NO ADMITIR UN "NO"
Y como los niños no admiten un "no", se están incrementando los delitos sexuales. Si encima estos, que son menores, resulta que, como se ha banalizado todo, ¡hacemos el amor! Y como me dan la pastilla del día después a criaturas de 13 años, con una ley, con un decreto, no sé qué del menor maduro, que resulta que tiene 16 pero que el médico tiene que decir quién es el menor maduro, y no se sabe las pruebas que hay para decir que se es maduro. Así que se las dan a todo quisqui con menos de 14 y 15 años, sin ningún control. Y no se están dando pastillas anticonceptivas sino que se están dando pastillas abortivas sin ningún control. Un poco de coherencia. Si son menores, son menores. Si son mayores, son mayores ¿Una niña de 13 años puede consentir relaciones sexuales? Hemos perdido el norte. Coherencia, sentido común. A veces hay que decir que no. Pero hay que decir que no a la sociedad. Tenemos un complejo de joven democracia, nos da miedo decir hasta aquí, por si nos dicen que volvemos a tiempos pasados. Creo que ya llevamos unos años de democracia para poder distinguir si estamos ante un no de protección o ante un no autoritario. A lo mejor ese es el problema: no estamos todavía educados, por lo menos mi generación, en la democracia… Y compromiso social. Se pueden hacer muchas cosas. Y no hace falta esperar, a lo mejor, tantos informes y tantas estadísticas y tantas historias, porque, entre que se hacen, y después resulta que no se ponen de acuerdo ni los que están midiendo. (*)
El diario español El Mundo escribió que el 80% de los menores que pasan porel tribunal del Dr. Emilio Calatayud Perez, "aprovechan la oportunidad de toparse con un juez como él" y abandonan el delito.
- Juez de Menores de Granada desde 1986, Calatayud es todo un personaje por sus fallos ejemplares como sentenciar a un pequeño ladrón a que termine la escuela, a otro a que dibuje un comic, o a un hacker a que dé 100 horas de clases de informática.
Las estadísticas indican que la delincuencia bajó en Granada a partir de su plan de reinsertar, con herramientas, a los menores a la sociedad.

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