19/11/10

Dopamina y sistemas de recompensa del cerebro: La Neuro-química del enamoramiento - Efecto Romeo y Julieta - Redes de Eduard Punset



Todos estos síntomas del enamoramiento se deben a que la actividad química de nuestro cerebro cambia. Aumentan los niveles de dos estimulantes muy potentes, la dopamina y la norepinefrina y disminuyen los de otra sustancia: la Serotonina.
Anegados por este cocktail químico sucumbimos ante el amor y todos sus efectos.
El o ella se convierten en el centro de todo, en detrimento de cualquier otra cosa o persona, y es que la dopamina y la norepinefrina ayudan a focalizar nuestra atención.
Miramos al amado como algo único y nuevo porque la dopamina favorece el aprendizaje de estímulos novedosos, y recordamos detalles minúsculos de esta persona y del tiempo que hemos pasado juntos, gracias a que la norepinefrina aumenta la capacidad de recordar estímulos nuevos.
No podemos dejar de pensar en él o ella, es inevitable y se debe a que los niveles de serotonina disminuyen y provocan un pensamiento obsesivo.
Buscamos la manera de tener cosas en común, incluso cambiamos nuestra manera de vestir, nos pasamos del Pop a Mozart, todo con el fin de agradarle. Es la dopamina una vez más que también se relaciona con la motivación y con las conductas enfocadas a alcanzar un objetivo concreto. Curiosamente si surgen obstáculos para la relación, los sentimientos se intensifican, se conocen como el efecto Romeo y Julieta y se debe a que percibir la adversidad aumenta todavía más la producción de dopamina en el cerebro.
Estas tres sustancias que producen el “colocón del amante” están más presentes en unas regiones cerebrales que en otras, y podemos detectarlas con técnicas de neuroimagen.
Escaneando cerebros de enamorados se ha visto actividad en varias zonas entre ellas la corteza, pero dos modulos destacan sobre el resto: El area ventral-tegmental la mayor fábrica de dopamina del cerebro y el núcleo caudado una región muy primitiva donde emana la pasión.
Se considera el motor de la mente y su combustible, no podría ser otro, es la dopamina.
Ambas regiones forman parte del sistema de recompensa del cerebro, una red mental primordial que nos ayuda a detectar recompensas y a actuar para conseguirlas. En este caso hace que
el amante enfoque su atención hacia el premio más importante de su vida, una pareja que trasmita su DNA para toda la eternidad.
No es de extrañar que los amantes crucen continentes para abrazarse aunque sea un fin de semana, cambien de trabajo, o incluso mueran uno por el otro. Cuando este sistema se activa, poco podemos hacer, pero realmente ¿es todo química?

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