30/10/20

CORONAVIRUS Y POLIOMELITIS: La epidemia de Polio y el invento del Dr.Bjorn Ibsen que nos permite salvar hoy miles de enfermos de COVID-19

Al inicio del siglo XX, pocas enfermedades daban más miedo a los padres de familia que la poliomielitis. La polio atacaba en los meses cálidos de verano, y cada cierto tiempo, las epidemias arrasaban las ciudades. 

Aunque la mayoría de las personas se recuperaba rápidamente de la polio, algunas sufrían parálisis temporal o permanente, e incluso morían. 
Muchos sobrevivientes de la polio quedaban discapacitados de por vida, y eran un recordatorio, visible y doloroso para la sociedad, de las grandes cantidades de vidas jóvenes 
que cobraba la enfermedad. 
Finalmente a mediados del siglo XX cuando una nueva epidemia de poliomielitis hacía estragos en Dinamarca, un jóven médico anestesista, llamado Bjorn Ibsen desarrolló una serie de ideas geniales que en definitiva resultaron en la salvación de cientos de miles de vidas por Poliomielitis y luego de millones de vida por el invento de los respiradores y de las unidades de cuidado intensivo, un invento del que hoy se ven beneficiados los pacientes con Neumonía grave por COVID-19.  
El Dr.Bjorn Ibsen inventó entonces un respirador artificial con intubación y es uno de los padres de la medicina intensiva. 
La poliomielitis estaba haciendo estragos en Dinamarca en 1952 y llegó a tener una tasa de mortalidad aterradora (de un 87 por ciento) la mayoría de las víctimas, además, eran niños. El 27 de agosto de 1952 el joven anestesista danés Bjorn Ibsen se empeñó en salvar a Viri y decidió probar con ella su nueva idea en el hospital Blegdam de Copenhague. 
Realizó una incisión en el cuello de la niña, bajo su laringe, e introdujo un tubo por su tráquea. Ese tubo iba conectado a una bolsa que Ibsen presionaba y al inflarse y desinflarse propulsaba una mezcla de oxígeno y nitrógeno que viajaba a través del tubo directamente a los bronquios de Viri. Así nació un respirador que ha salvado miles de vidas

Se sentaban al lado de los enfermos y apretaban los ventiladores durante seis horas seguidas. La mortalidad descendió desde un 87% al 22 por ciento.

Antes de su descubrimiento se utilizaban los "pulmones de acero" o PULMOTOR que intentaban imitar la ventilación espontánea. No eran cómodos, y los cuidados de enfermería no resultaban especialmente fáciles.
El respirador de Ibsen tenía algunas características. Una de las más importantes es que era manual. Alguien tenía que estar apretando la bolsa constantemente. Así se hizo con Viri: médicos y enfermeras se sentaron al lado de su cama en turnos ininterrumpidos para presionar la bolsa. 
Y así se hizo con otros enfermos. Hasta 75 enfermos a la vez llegaron a estar tratados de esta manera. Para manejar sus ventiladores se reclutó a un ejército de salvadores. Acudieron enfermeras, médicos y odontólogos de otras clínicas y hospitales y acudieron también 1500 estudiantes de medicina y odontología de Dinamarca. Se sentaban al lado de los enfermos y apretaban los ventiladores durante seis horas seguidas. Así se hizo días enteros, durante semanas y durante meses. El esfuerzo fue colosal. Estos héroes lograron su propósito. La mortalidad descendió al 22 por ciento.
Los estudiantes de Medicina y Odontología de Copenhague salvaron así al menos a 120 personas. 
El respirador de Ibsen fue una tremenda osadía: el joven anestesista se atrevió a meter un tubo directo al pulmón y a propiciar el impulso de los pulmones mediante presión positiva. Eso era inaudito. Ya existían respiradores artificiales, los pulmones de acero, que trabajaban con presión negativa. Eran enormes mamotretos en los que se introducía a los pacientes, algo similar a las cámaras tubulares en las que se realizan los escáneres ahora. Allí dentro los pacientes experimentaban un cambio de presión, se creaba un vacío alrededor del tórax que obligaba a las costillas, y por tanto a los pulmones, a expandirse. Pero los pulmones de acero no eran eficaces al cien por cien, algunos pacientes morían por broncoaspiración (paso de contenido gástrico al pulmón).
Bjorn Ibsen apostó por entrar directo al pulmón y por ventilar con presión positiva: insuflar oxígeno a los pulmones para expandirse, y luego permitir relajarse al pulmón y exhalar pasivamente. 
El concepto de ventilación con presión positiva ya hacía años que existía, pero nunca se había empleado fuera del quirófano.

Otro ventaja de este método es que la traqueotomía impedía que algo tragado por los pacientes, –o su propia saliva– se desviara y llegara a los pulmones. 

No fue la única idea brillante de Bjorn Ibsen. También decidió agrupar a los pacientes con problemas respiratorios en una zona determinada del hospital. El reunirlos facilitaba que los atendieran los profesionales de diferentes disciplinas (anestesistas, epidemiólogos, fisioterapeutas… ) en vez de tener que ir por el hospital localizándolos. Esta agrupación de enfermos en un departamento es el germen de las UCI.

El Dr. Bjorn Ibsen estuvo acertado y sus ideas han contribuido a la salvación de miles de vidas, incluyendo a Viri Ebert, quien a pesar de su precario estado de salud, sobrevivió largo tiempo gracias al experimento de Ibsen. Murió a los 31 años, de neumonía.

La polio es ocasionada por uno de tres los tipos de poliovirus que a su vez pertenecen al género Enterovirus y al igual que el coronavirus Sars-2 no representa gravedad para aproximadamente un 95% de los casos, en los que los afectados no presentan ningún síntoma, por tanto se les conoce como asintomáticos. 

El resto de los casos de polio se puede dividir en tres tipos: polio abortiva, polio no paralítica y polio paralítica.

Polio abortiva: En estos casos, la polio es una enfermedad leve con síntomas de tipo viral, como fiebre, fatiga, dolor de cabeza, dolor de garganta, náusea y diarrea.

Polio no paralítica: En general, estos casos incluyen los síntomas de la polio abortiva y síntomas neurológicos adicionales, como sensibilidad a la luz y rigidez en el cuello.

Polio paralítica: Por lo general, después de un periodo inicial de síntomas de tipo viral, los primeros signos de la polio paralítica inician con la pérdida de reflejos superficiales y dolores o espasmos musculares; les sigue una parálisis que usualmente es asimétrica, menos del 1 al 2% de las personas que se enferman de polio quedan paralizadas. 

En la mayoría de los casos de polio paralítica, el paciente se recupera totalmente. Sin embargo, para cierta cantidad de personas, la parálisis o debilidad muscular es de por vida.

Transmisión: La polio es una enfermedad altamente infecciosa que se contagia a través del contacto entre personas, por medio de secreciones nasales y orales, y por contacto con heces contaminadas. 

El poliovirus entra al cuerpo por la boca, multiplicándose mientras llega al tracto digestivo, donde se multiplica todavía más.  

La polio no tiene cura, así que la prevención por medio de la vacunación es el medio más eficaz para combatirla. Ciertos medicamentos y terapias pueden ofrecer cuidados paliativos para los pacientes, con el fin de contrarrestar algunos de los efectos musculares. 

Los pacientes a quienes les avanza la parálisis en los músculos que forman parte del proceso respiratorio, reciben respiración asistida, la cual se puede suspender si el paciente recupera el uso de los músculos afectados.

En casos graves de polio paralítica, se pueden paralizar la garganta y el pecho. El paciente puede morir si no recibe respiración asistida. Entre un 2 y un 5% de los niños mueren afectados por la parálisis, mientras que en casos de adultos muere del 15 al 30%.

Vacunas disponibles y campañas de vacunación: Gracias a la vacunación generalizada, la polio quedó eliminada del hemisferio occidental en 1994. 

En la actualidad es una enfermedad aun presente en unos cuantos países, con contagios ocasionales a los países vecinos (a fines de 2017, los países endémicos son Afganistán, Nigeria, y Paquistán), pero se realizan programas intensos de vacunación para eliminar estos últimos puntos. 

Todavía se recomienda la vacunación contra la polio en todo el mundo, debido al riesgo de los casos importados.

Si bien a ningún ser racional se le ocurriría entonces no vacunar a sus hijos contra la Poliomielitis, en el siglo de la post-verdad, de los negadores seriales, de los terraplanistas, de las teorías conspirativas, que manchan al propio Bill Gates, el principal benefactor de la humanidad en la actualidad, la vacuna contra el Sars-Cov 2 está plagada de sospechas, desconfianza y fundamentalistas antivacunas, que sin conocerla aún están decididamente dispuestos a no vacunarse ni permitir vacunar a sus hijos. 

En este escenario el fracaso de la vacuna entonces está casi asegurado, ya que para ser exitosa la vacunación además de ser eficiente y ser segura, debe incluir la vacunación masiva de la población a porcentajes que muy dificilmente se alcanzarán con las futuras vacunas contra el Sars-Cov-2.

Es que como se dice acá en Uruguay ... "así está el mundo amigos" y "es lo que hay valor".





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