27/10/21

Canción y Poema La Hora de Juana de Ibarbourou - Cantada por Isabel Parra

Esta hermosa canción de Isabel Parra, le vuelve a dar vida a un poema centenario de Juana de Ibarbourou, nuestra Juana De America. 

Poema: La Hora
Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía.
Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera.
Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa.
Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés?
La necesidad, la urgencia por vivir plenamente, por aprovechar el tiempo, la juventud, la belleza perecedera aparecen en este poema con toda claridad, en el que la poetisa, en este caso la uruguaya Juana de Ibarbourou no sólo suplica, sino que prácticamente exige al amante que se apure y aproveche el ahora, el hoy, ambas palabras extensamente repetidas a lo largo de los veinte versos que lo componen, porque ya es “la hora”,
el momento presente que no volverá a repetirse porque el tiempo pasa y el futuro es algo incierto. Este el tópico clásico del “Carpe diem” (aprovecha el día, vive el momento) que ha sido un tema recurrente desde el antiguo Horacio: “Coge la flor que hoy nace alegre, ufana / Quién sabe si otra nacerá manaña?” Pero lo que llama poderosamente la atención es que sea una mujer la que así hable, cuando esta súplica casi siempre surgía de los labios varoniles, pero es que Juana era una revolucionaria en todos los sentidos, y no solamente en el estético, de las tradiciones de su tiempo, y ella se salta el pudor impuesto por la sociedad caduca en la que vivía y arremete contra la represión erótica de la mujer porque ella sabe que luego será tarde y ya no podrá disfrutar de los goces que la naturaleza le ofrece.
Es éste un típico poema hedonista marcado por los imperativos, aunque también se puede descubrir un trasfondo irónico en la misma demanda de la mujer hacia su amante, que se nos muestra perfectamente construido a imagen y semejanza de la naturaleza, pues si en la primera parte nos ofrece su juventud representada con los sustantivos “dalias”, “primavera”, “nardos” o “enredadera”, en la segunda evoca un negro futuro
con “ofrenda”, “mausoleo” o “ciprés” que aluden, sin duda alguna, a la vejez y la muerte.
“La hora” es un poema de la primera época de Juana de Ibarbourou,
cuando todo en ella rebosaba todavía alegría, vitalidad y esperanza, cuando
su poesía bebía de las fuentes del modernismo y su filosofía vital del
hedonismo epicúreo.
La estructura es bastante sencilla, pues mientras la externa está basada en diez pareados con rima consonante y métrica irregular, aunque predominen los endecasílabos y los dodecasílabos, la interna se distribuye en dos partes bastante bien delimitadas: en las cinco estrofas primeras habla de la juventud, la belleza y la necesidad de no perder el tiempo, y en las cinco últimas de la vejez, del paso del tiempo y de la muerte. Utilizando el paralelismo: “hoy, y no más tarde”, “hoy, y no mañana”, para hacer más apremiante la súplica al amante y lograr convencerle de que sólo puede elegir entre las dos partes de esta antítesis, o la vida o la muerte: ¿no ves que crecerá ciprés?
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