En nuestra quinta y sexta décadas de vida los humanos estamos en uno de nuestros mejores momentos en cuanto a salud, inteligencia y relaciones
Pese a aparecer los primeros signos de la vejez, en nuestra quinta y sexta décadas de vida los humanos estamos en uno de nuestros mejores momentos en cuanto a salud, inteligencia y relaciones.
En este capítulo, David Bainbridge, zoólogo y veterinario de la Universidad de Cambridge, vuelve a Redes para mostrarnos las ventajas de gozar de los veinte años adicionales que siguen a nuestro período reproductivo.
Y en su sección, Elsa Punset nos desvelará algunas claves para encajar mejor esta etapa fundamental de nuestras vidas.
Eduard Punset: Afirmas algo muy importante que contradice lo que se suele esperar o pensar: muchos detestan hacerse mayores porque creen que supone el fin de la vida… en cambio, tú lo consideras el eje central de la supervivencia de la especie; sostienes que, en realidad, se trata de un episodio fundamental de la vida humana.
No deja de ser curioso pensar así de algo que las mujeres, sobre todo (pero también los hombres) tienen tantas dificultades para aceptar ¿no? ¿Qué es exactamente? ¿Es cierto que constituye un episodio esencial en nuestra vida?
David Bainbridge: Creo que sí. Si analizamos la vida humana desde el nacimiento hasta la muerte, hay dos fases de la vida del ser humano de las que los demás animales carecen… y una de ellas es la mediana edad.
Eduard Punset: A diferencia de otras cosas que notamos de vez en cuando, debes admitir que se produce cierto deterioro cognitivo durante la madurez: no repercute en la vida, pero… ¿verdad que existe un deterioro cognitivo?
David Bainbridge: Depende de cómo midamos la capacidad cognitiva. Si medimos la velocidad de cognición, la velocidad de pensamiento, entonces sí que es cierto que se ralentiza progresivamente a partir de los 20 años.
En cualquier prueba cognitiva que implique velocidad, las personas de mediana edad obtendrán peores resultados. Ahora bien, si se valoran tareas más complejas, que son mucho más difíciles de medir…tales como forjarse una visión general, una perspectiva global de la situación, planear tareas muy complejas, delegar responsabilidades en otros… todo esto se les da muy, muy bien a las personas de mediana edad, que también destacan a la hora de cambiar la manera de hacer las cosas, reflexionar y plantearse mejoras.
En las tareas cognitivas muy complejas, ¡los maduros despuntan por encima de los jóvenes! Pero la velocidad no es lo suyo. Por añadidura, todo depende de cómo se mida la capacidad cognitiva.
Eduard Punset: Es fantástico, ¿no? Según eso, no hay duda de que ahora, en el mundo empresarial, en todo tipo de empresas, se buscan personas con un buen sentido de la organización, capaces de abordar distintos temas a la vez.
En resumidas cuentas, personas que dominen exactamente los rasgos que sugieres que poseen las personas de mediana edad. Incluso así, analicemos aquellas señales en las que sí se puede decir: «vaya, aquí se produce un declive».
La primera es lo que llamamos presbicia, luego está la elasticidad de la piel, y… ¿cuáles son las otras? Por ejemplo, he escuchado a muchas mujeres (más que hombres) quejarse de que las zonas donde se acumula la grasa cambian, dejan de ser como antes, pasan a otro lugar, así que la apariencia ya no es la misma.
La Buena Salud: David Bainbridge: La razón por la que me centré en la vista, la piel y la acumulación adiposa es porque son las pocas cosas que realmente empeoran al llegar a la madurez. La mayoría no empeoran: uno sigue muy sano y tiene muy pocas probabilidades de morir en la mediana edad.
Pero esas tres cosas sí que cambian, y además suelen hacerlo de un modo súbito y muy marcado. La presbicia o vista cansada, que dificulta la lectura de cerca, es poco habitual a los 35, pero universal a los 50, por lo que se trata de un proceso muy controlado.
Lo mismo ocurre con la elasticidad de la piel. En mi caso noté el cambio a los 39, en un momento muy concreto. Creo que el hecho de que este tipo de cosas ocurran en momentos tan marcados demuestra que forman parte del desarrollo que tenemos programado: llevamos codificados estos cambios a una edad concreta, no se trata de ninguna degeneración, sino que están programados para ocurrir en ese momento.
Eduard Punset: Sin embargo, pese a todo, la esperanza de vida en esa edad es la que solía ser… es decir, lo que dices es fantástico. Según los médicos… y mi padre era médico… es cierto que dicen que los que tienen 50 o 40 años tienen muy pocas probabilidades de morir. Parecen sanos.
Al parecer, se están descubriendo indicios arqueológicos de que hace 5.000 años las personas de mediana edad tenían más o menos la misma esperanza de vida que ahora.
David Bainbridge: Sí. El caso es que se suele hablar de la esperanza de vida, que es el número de años que se espera que vivas al nacer. Sin embargo, se trata de un resultado muy extraño, porque si vives en una sociedad en la que muchos niños mueren antes de cumplir los cinco años, si dos tercios de los niños fallecen antes de los cinco……entonces la esperanza de vida es de menos de 30 años. Sin embargo, durante toda la historia de la humanidad, quien llegaba a los 15 o a los 20 tenía muchas probabilidades de sobrevivir hasta los 60.
Ha sido así durante toda la historia de la humanidad, incluso durante la prehistoria. Si miramos los fósiles, las pruebas apuntan a que, si se sobrevivía la infancia, era muy probable llegar a los sesenta. Lo único que ha cambiado recientemente es que después de los sesenta años se mantiene la salud durante más tiempo; eso es gracias a la medicina.
Dicho lo cual, vivir hasta los 60 siempre ha sido posible, es un fenómeno natural. Y el período entre los 40 y los 60, en el que todavía se conserva la salud pero no se tienen hijos, es exclusivo del ser humano.
Una tarea social
Eduard Punset: Hay una cosa que descubrí hace unos días, y es que, según un programa de investigación realizado en Latinoamérica, por cada hombre o mujer casada, fácilmente encontramos alrededor de 1,3 personas de mediana edad con un papel importante que ayudan continuamente a los que tienen hijos.Es decir, si no fuera por estas 1,3 personas de más, nadie… no podríamos cuidar a los niños ni educarlos o viajar.
David Bainbridge: Sí, realmente es la clave de la vida humana: cuidar de nuestra descendencia, cuidar de los niños. ¡Se requiere tanto tiempo! 20 años, tal vez, quién sabe.
Durante todo ese tiempo se necesitan tantísimos cuidados, tantísimas calorías, tantísimos alimentos… que, como dices, hacen falta personas adicionales para lograrlo. Se necesita una madre, un padre…
Pero también es preciso el apoyo de una sociedad enorme. Ciertamente no existe ningún otro animal así. El cuidado de los padres es importante en los mamíferos, pero no tanto como en los humanos: gran parte de la vida se basa en eso.
Me parece que por eso tenemos la edad madura… porque, si llegas a los 40 o los 42 y ya tienes hijos, lo mejor que puedes hacer es centrar tus recursos en ellos.
Por eso dejas de tener más hijos. Sale más a cuenta cuidar de los que ya tienes que tener más. Es un fenómeno más marcado en las mujeres, pero creo que también es aplicable a los hombres. Foto: Fanny Clavijo, Jorge de Paula, Patricia Muñoz Turano, Vicky André Carriquiry, Ma.Gabriela Quincke, Enzo Pirelli, Marcelo Quincke,
LOS HOMBRES NO TIENEN MENOPAUSIA Y LA ANDROPAUSIA NO EXISTE, ES UN INVENTO DE LA SOCIEDAD COMPETITIVA ACTUAL
Eduard Punset: ¿Tiene algo que ver con la menopausia? Es decir, si no fuera por esta interrupción de la fertilidad…
David Bainbridge: Sí. Lo sorprendente es que las mujeres están biológicamente programadas para dejar de concebir niños. La edad media de la menopausia se sitúa en torno a los 52, pero la mayoría de mujeres son bastante poco fértiles a los 42. Está programado biológicamente.
Los hombres tienen una situación un poco más complicada, porque obviamente pueden escoger, lo que añade una serie de elecciones a la reproducción humana. ¿Se queda el hombre con su pareja o la deja e inicia una nueva familia?
Pero también suscita la tensión contraria, porque las mujeres, conforme se acercan a la menopausia, también se sienten presionadas: ¿deberían engendrar un niño con otro hombre genéticamente superior y que sus parejas les ayuden a cuidarlo?
Así pues, la menopausia, como es distinta entre hombres y mujeres (en realidad los hombres no tienen menopausia; la andropausia no existe), crea un conflicto entre lo que quieren ambos sexos.
La herencia cultural
Eduard Punset: Hay una cosa que me gusta y que siempre me hace reflexionar. Si analizamos cualquier otra especie animal, constatamos que están programados con conocimientos desde el principio. Lo he visto con mis perros, por ejemplo, o con algunos pájaros… crecen con todo el conocimiento que necesitan, mientras que nosotros, los humanos, somos como una tabula rasa.David Bainbridge: Exacto, exacto. Estamos en un extremo. En el otro están los animales que jamás ven a sus padres. Por ejemplo, la tortuga, la tortuga marina. Las crías nunca ven a sus padres; es más, casi nunca ven a una tortuga adulta. Todo lo llevan ya codificado y programado al nacer. Nosotros estamos en el otro extremo: contamos con una cosa llamada cultura que no se limita al arte y al lenguaje, sino que incluye la tecnología, la ciencia, la faceta más social del ser humano… ¡Pero nacemos sin ella! Venimos con algunas cosas, claro, creo que contamos con una personalidad y con una capacidad enorme de aprender, ¡pero poca cosa más!
Eduard Punset: Probablemente venimos también con emociones, de las que no nos hemos preocupado hasta hace poco… y ahora muchos psicólogos y neurólogos se dedican a estudiarlas. Pero es verdad todo lo que dices.
David Bainbridge: Sí. Y lo curioso es que parece un sistema muy arriesgado. Transmitir toda la conducta a través de los genes resulta muy seguro, mientras que la idea de que cada generación deba transmitir la cultura parece un sistema muy peligroso: ¡una sola generación perdida significa el final!
Pero nunca pasa, porque lo transmitimos todo compulsivamente.
La crisis de los 40:
Eduard Punset: David, tengo una pregunta que te puede parecer algo tonta… Todos hemos oído que las personas maduras (a mi edad, por ejemplo, y tengo más de 70) nos volvemos más infantiles de lo que solíamos ser… también se supone que nos fijamos en personas mucho más jóvenes.Y todavía hay algo más que denominas «reorganización intrapsíquica». ¿De qué se trata? ¿Es verdad? ¿Y qué se quiere decir con esto?
David Bainbridge: Bueno, todo parte de una historia que creo que se inventó en Estados Unidos en la década de 1960s… la crisis de la mediana edad.
Se piensa que afecta en especial a los hombres. ¡Y está muy en boga!
Nunca se había definido bien, así que intenté definirla.
La primera idea era que los hombres empezaban a buscar chicas más jóvenes.
La segunda, que hacían cosas infantiles, como comprarse un coche deportivo o una moto.
La tercera idea era la reorganización intrapsíquica, que consiste en una sensación muy profunda de duda acerca de uno mismo, autoanálisis y depresión.
Pues bien, tras haberlo definido, empecé a analizar cada uno de los componentes, ¡y resulta que en realidad no son ciertos! Pensamos que la crisis de la mediana edad sucede a los 40, pero tenemos la misma probabilidad de hacer esas cosas a los 30, 50 o 60… y las mujeres también tienen la misma probabilidad de hacerlas.
Las mujeres que salen de una relación y buscan otra pareja suelen acabar, por lo general, con parejas más jóvenes. Vamos, exactamente lo mismo que hacen los hombres.
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