Los abuelos no son solamente una guía en el mundo de los niños. Son también eternos cómplices. Prefieren abrazar a sus nietos antes que retarlos y con ellos la vida no es más que risas, recuerdos felices y travesuras.
Los abuelos enseñan paciencia a sus nietos mimándolos y dándoles su apoyo en momentos de crisis en momentos en que pierden algunos de sus padres o a otro miembro de la familia.
Gracias a los abuelos, los niños aprenden también a comunicarse de manera diferente y expresar sus emociones.
Ellos tienen otra forma de manejar las situaciones utilizando y compartiendo sus historias y sus conocimientos adquiridos a lo largo de la vida.
Esto ayuda a los niños a ver las cosas desde otra óptica.
Los abuelos transmiten el gusto por cosas simples como la cocina, la jardinería, juegos que jugaban de chicos así como las tradiciones y las historias familiares.
¿Acaso no recordamos con afecto anécdotas contadas por nuestros abuelos y ahora se las transmitimos a nuestros hijos?
Los abuelos son también fuente inagotable de canciones, cuentos populares y tradiciones plagadas de enseñanzas.
Queda un poco lejos la época en que los niños, los padres y los abuelos vivían todos bajo el mismo techo y compartían el mismo día a día.
Hoy, las relaciones familiares a veces son complicadas y distendidas.
En algunas familias suelen acontecer situaciones de divorcios, separaciones, familias ensambladas, monoparentales y los lazos que se tejen con los abuelos a veces tienen baches impidiendo que se construya una relación sólida.
Es esencial hacer todo lo posible por mantener esta unión, favoreciendo al máximo toda oportunidad de relacionarnos.
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