Conferencia Magistral pronunciada por el Dr.Federico Susviella Guarch en Rio de Janeiro en el año 1901, en homenaje a su maestro R.Virchow con motivo de cumplirse los 80 años de vida.
Si bien la reforma de las ciencias naturales data del siglo XVI y es contemporánea del movimiento religioso, luego de asimilar el sistema de Galileo, tuvieron que pasar tres siglos más para que la ciencia médica sentara las bases para los conocimientos que hoy hemos alcanzado.
Al sustituirse por la observación las ideas heredadas y por la medición exacta la apreciación aproximada, cada una de las ramas de las ciencias naturales, creó, primeramente en la física y en la astronomía, luego recién en las ciencias naturales y finalmente en la química, el método científico-natural que en el curso de los tres siglos modificó totalmente el concepto del Universo.
Entre tanto la Patología, asentada aún en fundamentos establecidos por Andreas Vesalio en el siglo XVI y William Harvey en el siglo XVII sobre anatomía y fisiología tan íntimamente unidas a la Patología, no consigue modificar su base científica.
Es cierto que en el siglo XVIII comenzó a considerarse mejor a la Patología, Morgagni en Italia recopiló las conquistas de la anatomía patológica, y John Hunter en Inglaterra, aplicó a la patología el método experimental de la fisiología.
Sin embargo esas dos ideas contribuirán singularmente a reforzar la patología humoral. Aceptando Hunter, como idea heredada, la opinión que todos los elementos de la vida estaban contenidos en la sangre, era lícito admitir que todos los procesos mórbidos se originaban de las cualidades plásticas de la sangre.
La orientación de la enseñanza de la anatomía patológica en París y Viena justificaba la concepción de mezclar especialmente la sangre, esto es, las discrasias.
Surge finalmente, el verdadero método, el método exacto y peculiar de las ciencias naturales con Johannes Muller en Alemania, único método según él, destinado a aclarar las oscuridades de la biología. No admite sistema o escuela que sea dogmática:
“La observación y la experiencia son nuestra única guía”.
La medicina es una ciencia natural y el médico un simple naturalista investigador. La inteligencia, la penetración y la ilustración no constituyen la observación. A su vez la experimentación, bien pensada y afirmada convenientemente procura las condiciones sobre cuya influencia exclusiva se reconocerá la causa intencionalmente encontrada.
Sin la investigación experimental deja de existir la ciencia médica.
Al tratar Virchow de aplicar estas reglas del método de su maestro, cuenta que en el año 1846 siendo entonces prosector de la “Charité”, estaba preocupado en estudiar la forma patológica del bazo llamado Baso Sagú (Sago Mitz) y recurrió a Johannes Muller presentándole como único resultado de sus observaciones, en vez de las vesículas esplénicas, gránulos constituídos por envolturas homogéneas. Muller no conocía dicha alteración y dudaba que ella tomara origen en los folículos. Dirigiéndose entonces a Virchow le dijo: esto es en efecto muy original; es conveniente que siga investigando. Replicando Virchow que ya lo había hecho; repitió Muller: debe continuar su investigación que será sin duda muy interesante.
Siete años después de ese diálogo, concluye Virchow: “me fue posible afirmar la reacción yódica de la sustancia referida en el seno de las sustancias amiloideas, posteriormente tan frecuentemente encontradas.
Por otro lado también decía Johannes Muller que la Patología digna de la medicina y de las ciencias naturales, no puede ser inicialmente un problema del anatomista o del fisiólogo. Gran parte de los problemas le pertenecen sin duda por lo cual sólo los podrá resolver quién, por sí mismo, fuera capaz de analizar los procesos patológicos por el método químico-anátomo-patológico y microscópico.
Ese fue el problema confiado a Virchow, que sometió al método, cuya iniciativa atribuyera por gratitud, al gran fisiólogo, su maestro. De allí en adelante, nos afirma Virchow, fue ese el método que precedió todas sus investigaciones relacionadas en cuestiones de patología.
BASES PARA LA TEORIA CELULAR:
Debe destacarse sin embargo que de todos los factores que influirán en las directivas especiales de la vida científica de Virchow, ninguna hubo más poderosa tal vez que la teoría celular, enunciada por Schleiden en 1838 en sus Beitraege zur Phytogenese y en la obra de Wchvann: Micropscopische Untersuchungen ubre die Uebereinslimmung in der Structur und der Waschtume der Thiere und Pflanzen” publicada en 1839, año en el que precisamente Virchow se inició en la enseñanza. La obra de Schvann representa el nacimiento de la teoría celular animal, así como la de Schleiden que la precedió marca la era de la teoría celular vegetal.
Por eso fue que se llamó a Berlín con razón, la patria de la teoría celular. Reconociendo tales influencias, Virchow en 1881 consagró a Schvann y a Schleiden las siguientes palabras:
“No deja de tener valor en nuestros tiempos de trabajo acelerado, en que tan rápidamente cae en el olvido, el pasado más próximo, renovar la corona de recuerdos que los representantes de todas las disciplinas biológicas deberían depositar en la tumba del eminente Schleiden. Es probable que, mismo sin su aporte se hubiera formulado la teoría celular animal; sin embargo, fue ella en efecto que la originó con su ejemplo. Ya en el tiempo en que yo y mis compañeros orientábamos nuestra investigación en el conceptos de la teoría celular, era tan evidente que muy frecuentemente tratamos de inspirarnos tanto en la botánica científica de Schleiden, como en las investigaciones microscópicas de Schwann. La idea de la unidad de la naturaleza orgánica se impuso de tal manera que hasta el principiante experimentaba íntimamente la necesidad de mantener en condiciones de perfecta igualdad sus conocimientos de anatomía y fisiología.
La teoría celular dominó Berlín en todo el curso del tercer y cuarto decenio del siglo XIX, y dos maestros como Johanne Muller y De Henle en su Algemeine Anatomie, le pasaron a sus discípulos difundiéndose por todas partes y Virchow exclama:
“Como extrañarse entonces que enseguida comenzáramos a enseñar, a pensar de una manera celular” (celular denkelernten).
Fue sobre estos antecedentes de método y observación que el joven preceptor y docente de 25 años asentó su fecunda labor. Profundizando el estudio de la inflamación venosa realiza el descubrimiento de la linfa. Da a sus corpúsculos blancos la interpretación de hoy en día, confirmó la hematopatología y la teoría de la inmunidad. A su experiencia sobre la coagulación de la sangre según sus estudios sobre la naturaleza de la fibrina, sobre la embolia de las venas pulmonares, sobre los pigmentos, sobre la infección séptica, sobre la inflamación de la pared interna, desprovista de vasos, de las arterias y venas, formando todo esto cmo los eslabones de una cadena, se termina en la teoría de la trombosis y la embolia.
Virchow nos da la verdadera interpretación de la teoría celular y de su aplicación a la Patología, teoría destinada a sepultar con la de Rokitanski los últimos vestigios de la era filosófica en la medicina.
Schwann también demostrará en es época la composición de los tejidos animales, lo cuales en su opinión se originana de una sustancia de nueva formación, el blastema o exudado. Vichow observa entre tanto, en al clínica de ojos que en el tejido cicatricial de la córnea enseguida de una lesión se forman una cierta cantidad de células, sin que previamente surgiese como origen de las mismas una sustancia o líquido plástico. En vano procuró encontrar depósitos en las túnicas vasculares o exudados, al cual se le daba entonces una importancia soberana.
Lentamente fue proponiendo y aclarando lo fundamental de la teoría de la generación, los procesos tanto activos como pasivos, la división del núcleo y la estructura y composición de todos los neoplasmas y tumores, así como su principio o génesis, la degeneración grasa de las células, el crecimiento y origen de los tejidos, hasta que pudo demostrar que todas las células nuevas proceden de células más viejas y que en el campo de los procesos plásticos, ninguna ley de formación subsiste a no ser la ley de herencia.
LA CELULA COMO ELEMENTO ESENCIAL DE LA VIDA:
Quedará así demostrado que la célula es el elemento propio esencial de la vida, la vida total del organismo depende de la vida de cada célula. Así como la higiene del organismo depende de la integridad de la célula y de su cuerpo protoplásmico, la enfermedad tendrá su existencia forzosamente ligada al estado de la célula. El vehículo de la vida lo será también de la enfermedad. El estudio, por lo tanto, de las enfermedades debe ser hecho en los lugares que ellas asientan, esto es, en los territorios dominados por las células.
Existe sin duda, dice Virchow, una verdadera entidad mórbida, pero esta no es, ni una sutancia simple, ni un espíritu o demonio, sino una parte vital del cuerpo.
La enfermedad por más chica que sea, tiene su asiento en la parte del cuerpo que menos parece: la célula, que esta célula existe como tal, que disponga de elementos externos, es decir agregados simplemente ala estructura elemental. Toda y cualquier enfermedad según la expresión ordinaria y técnica, representa la totalidad de los procesos en una verdadera suma de aquellas partes elementales. La enfermedad será verdaderamente comprendida y entendida cuando sea posible determinar el valor de la suma referida, la condición de las partes elementales y la naturaleza de sus alteraciones. He ahí el fin de la investigación y la primera exigencia de cualquier examen científico natural y claramente determinado.
Tales son los fundamentos de la Patología Celular basada en la fisiología y en la Anatomía Patológica, base segura de la patología y de los progresos médicos modernos. He ahí lo que la medicina debe en general a Virchow. Particularmente, entre tanto le debe la definición histológica del carcinoma y la demostración de su asiento primitivo, puramente local, derivándose de ahí los medios para combatirlo; los primeros trabajos sobre las transformaciones óseas, la tranformación del tejido cartilaginoso en el tejido óseo y su alteración en el raquitismo, la osteomalacia, la gran obra de clasificación histológica de los tumores y también otras conquistas.
No existe ningún campo en las ciencias biológicas en el que no fructifique íntegramente la teoría celular. La anatomía general o descriptiva, la fisiología, la propia historia de la creación no escapa a su influencia. Por todas partes la idea de continuidad de vida ilumina intensamente.
Fue una escena conmovedora cuando recientemente en ocasión de una brillante conferencia del Boveri, en Hamburgo, el autor de la Patología Celular se acercó a ella para observar mejor la forma por la cual el conferencista resolvió por la teoría de la división celular los secretos de la creación.
Coronando la vasta influencia médica y científica de Virchow, se destaca su actividad administrativa y parlamentaria, su lucha eficiente en pro de la moral y dignidad profesional médica, de la sociedad en general cuyo fines a su entender deben ser sostenidos en la más sana democracia. Todo esto ha sido comentado y no nos proponemos repetirlo ahora.
Hay además un hecho cuyo recuerdo no debemos olvidar, y es el profundo sentimiento humanitario de Virchow. Ante el enfermo, ante los humildes, sus ojos siempre brillantes se empañaban tristemente por el sentimiento purísimo de la compasión.
Representantes de todas las ciencias, de todos los pueblos, de todas las naciones y monarquías acaban de ofrecer a Virchow, en ocasión de su 80º aniversario, un ejemplo de dulce reconocimiento, de recompensa inesperada para los hombres de ciencia, para los obreros incansables de la humanidad, para los cuales la gratitud humana se traduce en un engañador espejismo en el desierto de la ingratitud.
Más allá de aquellas oraciones, la que cumple a sus discípulos hacer para ser dignos del gran maestro, que Bergmann aún hace poco decía; triunfar sobre todas las debilidades de la juventud con las garras poderosas del áquila
Seguir en la ciencia su método y encarar la medicina como la ciencia pura de la humanidad, dado que esta deber ser estudiada por aquella y como Virchow, debemos tratar, en la ciencia médica, todos los medios, que lleven al bienestar y a la felicidad que la humanidad anhela conquistar.
Habremos rendido así el mejor homenaje de sus discípulos para el maestro: cual es el de lograr la realización de sus ideas y aspiraciones.
1) La membrana celular es el cerebro de la célula
http://ns.ulatina.ac.cr/~carugaga/biolgen/memb.htm