Nota realizada por Diego Fisher :
LOS SECRETOS DEL DR. TALICE DE SU ETERNA JUVENTUD: "Hay que saber administrar la vida». ¿Y cómo se administra bien la vida?. «Haciendo lo que uno puede hacer y no lo que le cuesta hacer. Viviendo más de día que de noche. Queriendo mucho. Sintiendo los sentimientos, hacia la mujer, los hijos, los nietos, la familia toda. Queriendo al paisaje y a la naturaleza. No haciendo locuras, no al menos muy a menudo. Porque ¿quién no ha hecho alguna que otra locura? No fumar. Beber alcohol, pero en dosis muy razonables. Riéndose mucho. Riendo siempre. Todos los días».
Se dice comúnmente que uno cosecha en la vida aquello que sembró. Y si bien no siempre esta máxima se cumple estrictamente, se puede afirmar que en el caso del doctor Rodolfo Talice sí se concretó. Exactamente un mes antes había cumplido sus cien años.
Por muy poco no pudo concretar uno de sus mayores sueños: llegar al año 2000 y poder decir que había vivido en tres siglos. Bertolt Brecht sostenía que los hombres imprescindibles son los que luchan toda la vida. Y eso fue Talice: un luchador incansable. Al punto que en sus últimos días, internado en el CTI del CASMU, pasaba horas leyendo y escribiendo. Pero ¿quién fue realmente este hombre que caló tan hondo en el alma de sus colegas, alumnos, pacientes y amigos y que, sin proponérselo, logró una popularidad nada frecuente en un científico uruguayo?Dr. Rodolfo Talice:la armonía de una vida: Talice nació en Montevideo el 2 de mayo de 1899, en el seno de una familia de inmigrantes. A él le gustaba decir que por sus venas corría sangre latina por tres vertientes: italiana, por su padre, española, por su madre y también francesa, por su esposa. Desde muy pequeño Talice mostró interés por los bichos y las plantas, pues según afirmaba: «Siempre viví en casas con jardines, árboles y bichos». Pero su vocación por la medicina se despertaría en la adolescencia cuando leyó una obra del histólogo español y Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal. Y su ingreso a la Facultad de Medicina se concretaría en 1918.
En su formación como médico jugaron un papel fundamental: Américo Ricaldoni, Alfredo Navarro y Ángel Garminara. «No sólo me enseñaron medicina, sino que me enseñaron la vida», comentaba Talice cuando evocaba a sus maestros de la facultad, a quienes no dudaba en calificar de «verdaderos mentores». «De ellos aprendí a estudiar a los enfermos con todos los sensores humanos: oído, vista y tacto», comentaba y agregaba «me hicieron comprender también la importancia del coloquio entre el enfermo y el médico.
A VECES LA CONVERSACIÓN ES TAN O MAS EFICAZ QUE LOS MEDICAMENTOS: A veces la conversación es tan o más eficaz que los medicamentos», aseveraba. Dr. Rodolfo Luego de su egreso de la facultad en 1924, Talice comenzó a ejercer la medicina en Maroñas, en una pequeña casa que quedaba pegada a la parroquia. Poco después ganaría su primera beca para estudiar en Francia, donde conoció a la que luego fue su esposa: Madelaine Lacombe.
A su regreso de Francia empezó una brillante carrera docente que lo llevaría a través de concursos a escalar todos los peldaños de la docencia universitaria hasta llegar a ser durante dos períodos decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias, vicerrector y rector de la Universidad de la República.
«Docente y científico ejemplar": El Dr. Talice fue un pionero en todos los órdenes de su vida. Fue el primer médico que a comienzos de los años setenta comprendió la importancia de los medios de comunicación, en tiempos en que en los ámbitos académicos y científicos era mal visto que un médico hablara por radio o enfrentara a una cámara de televisión.
Y fue con su espíritu de visionario que aceptó la invitación que le formuló el periodista Néber Araújo para realizar un ciclo de charlas en el entonces naciente programa radial «En Vivo y en Directo», de CX8 Radio Sarandí dirigida por Jorge Nelson Mullins. Lo que comenzó como un breve ciclo de charlas pensado para un par de meses, se prolongó, por su calidad y éxito de audiencia, durante más de 18 años hasta convertirse en un clásico de la radio.
LA PASION DE UNA VIDA: El propio Néber Araújo en un homenaje que Radio Sarandí le tributó a Talice en mayo de 1989, cuando éste cumplió sus 90 años dijo: «Quiero rescatar en este momento la dimensión del sentimiento, la dimensión del afecto, la dimensión de la tremenda amistad que sentimos hacia el doctor Rodolfo Talice. Yo creo que puedo invocar además el nombre de toda la audiencia, esa audiencia que él ha contribuido tan sustancialmente a enriquecer desde los micrófonos de CX8 Radio Sarandí. Quiero decir simplemente que el doctor Talice, como todos los hombres grandes, con acciones que a veces parecen insignificantes ha abierto una puerta enorme para estos medios de comunicación, particularmente para la radio. Hay un antes y un después, y creo que no estoy magnificando nada, a la presencia del doctor Talice ante los micrófonos de Radio Sarandí y esto lo extiendo a la radio telefonía en general. Un medio en que antes que el doctor Talice generosamente resolviera compartir el mensaje cotidiano de Sarandí, tropezaba con tremendas dificultades para aproximarse a figuras del ambiente científico. Hacía falta que alguien, un pionero como lo ha sido el doctor Talice en tantas cosas, diera el paso adelante. Y dijera sí a estos espléndidos medios de comunicación, tan poderosos, que cotidianamente se introducen en nuestras casas, modifican nuestros modos de pensar, nos dictan de pronto, sin pretenderlo, nuevas normas para nuestra existencia, no permanezcan más ajenos a esa formidable y avasallante presencia de la ciencia en nuestro tiempo. Y yo estoy dispuesto a acompañarlos, con el lenguaje que reclama este medio además, alejado de la sofisticación y el tecnicismo que existe en la comunicación del medio científico. Hablar de corazón a corazón. Transitando la ciencia, pero haciendo llegar el mensaje científico al entendimiento de la vastísima y heterogénea platea que es el auditorio de una radio. Y la presencia del doctor Talice, me consta, ha alentado a muchas figuras del mundo de la ciencia, que tenían una visión prejuiciada con respecto a los medios de comunicación, a seguir su camino».
«Un rompecabezas y un sinfín de libros y carpetas»
Visitar al doctor Talice en su casa podía deparar muchas sorpresas. Es que al traspasar la puerta de su apartamento de avenida Brasil, uno se encontraba con una sencilla vivienda alahajada con muy pocos muebles, los imprescindibles. No quedaba ninguna duda que aquel hombre había apostado toda su vida a la docencia y a la investigación científica. En el living, arrimada al ventanal, una mesa sobre la que reposaba desde hacía muchos años un gigantesco rompecabezas, de más de 3.000 pequeñas piezas, en el que se dibujaba un gran océano. Cada día Talice, luego de horas de observación, ampliaba ese mar inmenso. «Es muy bueno para mantener ágil la mente» decía, mientras colocaba una nueva pieza.
En una de esas carpetas, Talice guardaba su colección de chistes. Eran más de 400. A los que permanentemente recurría en sus escasos ratos de ocio. Porque para él, el sentido del humor era una herramienta imprescindible para vivir cada día. Y pese a que la vida también le hizo beber tragos amargos, como la muerte de su esposa en 1962, o el ultraje al que fue sometido por los militares en 1975 cuando lo detuvieron, nunca perdió su sonrisa y mucho menos sus modales de caballero español.
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