La dieta a ambos lados del Rio de la Plata, está excedida de sal en más del doble de la cantidad recomendada, pero también está excedida de grasas saturadas de origen animal, está excedida de azúcar, así como también está excedida de harinas.
Esto es un problema cultural, que viene de nuestros antepasados, porque como dice la Dra. Mónica Katz, no solamente somos lo que comemos, sino que somos lo que comieron nuestros padres, y nuestros abuelos.
La construcción del gusto es algo que se va haciendo ya desde el vientre de la madre, ahí comienza nuestra familiarización con determinados sabores, que quedarán firmemente impregnados en nuestras memorias.
Es desde temprana edad que comenzamos a sentir a la sal como una amiga, como acompañante de los asados, de las reuniones de familia y amigos, de los embutidos, de las carnes procesadas en general, como acompañante en las picadas, y estas costumbres están muy arraigadas.
Y cuando nos reunimos para comer un asado, no solo hay que comer carne, sino que hay que repetir, y si repite dos veces mejor aún, y si a eso le sumaos las entradas, los chorizos, y los postres, en esa noche solamente triplicamos la ingesta de sal y la ingesta calórica diaria.
Es que resulta muy difícil liberarse de ese gusto que tapa todos los otros deliciosos sabores de la naturaleza, que nos impide degustar el picante del rabanito, o el pequeño sabor ácido de la cebolla, o el amargor de la lechuga, con la sal, todo pasa a tener un solo gusto predominante….el salado
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