¿QUE ESCALA DE VALORES DEBERÍAMOS EXIGIR A NUESTROS POLÍTICOS?
Sin duda alguna todos ellos deben dar ejemplo de honestidad
y de buena fe en la gestión de los asuntos
públicos que dependen de los mismos.
Y si nos referimos a aquellos en quienes
depositamos las más altas responsabilidades, hay dos valores que deben ocupar un lugar preeminente, la empatía con el
sufrimiento ajeno y el amor a la paz, pues no debemos olvidar que lo que
ponemos en sus manos es el poder, que en muchos de ellos constituye el núcleo
de su ambición.
Cuando en estos tiempos de crisis escucho
descalificaciones generalizadoras de la clase política, si estoy en la
conversación, expreso mi firme discrepancia.
Y cuando se califican de
privilegios lo que los políticos reciben por el ejercicio de sus funciones,
argumento en términos parecidos a los expuestos con anterioridad sobre la
legitimidad de la ambición, cuando paralelamente a la misma, se sirve a la
causa pública con honestidad y poniendo en ese cometido lo mejor de uno mismo.
Si juzgamos o emitimos juicios de valor sobre las acciones de los políticos,
como sobre cualquier persona, preguntémonos en primer término lo que habríamos
hecho en su lugar.
Aunque debemos procurar que nos gobiernen quienes encarnan
en más alto grado los valores que acabamos de mencionar, nuestros gobernantes
no dejan de ser uno más de nosotros.
PERSONAS BIOLOGICAS Y PERSONAS ESPIRITUALES:
Me viene a la memoria como colofón lo que un amigo
me decía hace tiempo sobre la distinción que hacía Ramón J. Sender entre las
personas biológicas y las espirituales.
Las primeras serían las que se
conforman con comer, beber y hacer el amor, y las segundas las que además de
disfrutar de lo anterior, que está muy bien, buscarían algo más.
A mi las personas que me gustan, los ambiciosos que respeto, tanto en el ámbito
público como en el privado, son estas, las que también cultivan su mundo
espiritual, los sentimientos que engarzan con el alma o como cada cual lo
quiera llamar, las que entre otras cosas son capaces de sentir las alegrías y
las penas de los otros, aquellas que fortalecen ese cuarto apartado del cerebro
que nos diferencia fundamentalmente de los animales y que tan admirablemente
nos explica Valentín Fuster en su entrañable libro de conversaciones con José
Luis Sampedro.
Pedro Luis Sánchez Gil
es Licenciado en Derecho, analista político,
comunicador y secretario judicial director del Servicio Común de
Alicante.
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