Y ME QUEDÉ MIRANDO LARGAMENTE AL MAR, Y EL MAR MANSAMENTE ME MIRABA…. Y ME SUMERGI EN MIS MARES INTERIORES….
Es que viéndola en esa foto mirando al mar uno puede imaginar cuanto se sumergió en sus mares interiores Alejandra Forlan para regalarnos este conmovedor relato un 14 de setiembre de 2022, el día que se
cumplen 31 años de aquella madrugada de invierno, cuando en la Rambla de Punta Gorda sufrieron un siniestro de tránsito (viajando como acompañante), y que a sus jóvenes 17 años la dejó presa en un cuerpo que no pudo ya mover. La conmoción fue muy grande al conocerse que la chica más bonita de todo Carrasco (como me lo han dicho decenas de personas) había tenido un terrible accidente y como era justamente la hija de Pablo Forlan, todo el Uruguay quedó impactado por la noticia.
Ese día tuvo Alejandra su primer encuentro con la muerte y la venció, pero 10 días más tarde, volvió a encontrarse cara a cara con “esa visita inoportuna” (como nombraba a la muerte Edmond Rostand en el final de Cyrano de Bergerac).
Fue el 24 de setiembre cuando sufrió en el CTI un paro respiratorio, y en esa dramática circunstancia fue que la conocí y la atendí por primera vez.
Estuvo internada más de 6 meses en el CTI de Impasa, hasta que finalmente una mañana de abril de 1992, llegó para ese adolescente el tan ansiado retorno a su casa.
El costo que tuvo que pagar fue altísimo, ya no volvería a caminar sobre sus pies, aunque como nos escribió hoy, “le parece que aún sigue caminando por esas playas”.
Se cumple 31 años que la acompañamos “en muchos de esos desafíos”, como su médico de cabecera, como un amigo más y desde hace muchísimos años cómo un hermano de la vida. Desde aquel 14 de septiembre comenzó para Alejandra “ese largo camino lleno de cambios y desafíos tan radicales como increíbles”, ese largo peregrinaje de lucha contra las adversidades de la vida, adversidades que si bien en más o en menos todos tenemos, en el caso de aquellas personas con tan graves discapacidades y secuelas que le impiden su movilización u otras funciones, toman una enorme dimensión mayor.
Vinieron con el paso de los años muchas otras batallas, pero la más dura de todas es la que se tiene que biblioteca día a día contra la dura y muchas veces inflexible realidad, la de no poder mover las piernas, no poder mover las manos, (“si tuviera las manos sería Pelé” me dijo hace unos 20 años Ale), la de no poder movilizarse ni viajar por sus propios medios, la de la dependencia y la pérdida de la intimidad y la pérdida de la libertad que todo ello implica .
También otras pérdidas que se siguen sintiendo, hasta el día que llegue el periodo de aceptación en el que nos convencemos que no hay forma de volver atrás el tiempo ni los hechos y que hay que mirar para adelante y pelearla.
Como la tienen que pelear también en ese día a día, aquellos que están alrededor de quienes padecen estas dificultades y quienes (muchas veces desde un discreto segundo o tercer plano), y que pasan a ser verdaderos héroes desconocidos en cada una de esas historias de vida
Los primeros años fueron muy difíciles, fueron muy duros y como dice Alejandra “No fue, ni es fácil depender de una silla, renunciando a la independencia y vivir permanentemente en modo adaptación”.
Pero nunca imaginábamos que lo peor iba a venir entre los años 2015 y 2018. Una serie consecutiva de paros cardíacos en los inviernos del 2015, 2016, 2017 y finalmente la peor pesadilla que comenzó aquel 15 de noviembre de 2018 cuando ingresó al CTI Neuroquirurgico del SMI por una grave Neumonía y recién salió en febrero del 2019 luego de haber padecido una encefalitis, luego una Pericarditis y por última una Peritonitis.
Se dice que tenemos 7 vidas como los gatos, pero esta Forlán ya quemó unas 9 o 10 vidas.
Hoy a 31 años de aquel evento trágico donde murió su novio Gonzalo, Alejandra nos vuelve a emocionar con esta reflexión que es una nueva enseñanza de vida.
Cada cual carga su cruz, o como dicen Gustavo Zerbino y Roberto Canessa, cada uno tiene su cordillera que vencer.
Una vez que leemos la carta de Alejandra podemos dimensionar realmente cómo es la Cruz que cargan todos aquellos que sufren secuelas motoras que los inmovilizan (como es el caso de Alejandra y de miles de otros uruguayos), y una vez que leemos su carta podemos ver en perspectiva cuantas veces nos quejamos por tan poco.
REFLEXIÓN DE ALEJANDRA FORLAN A 31 AÑOS DE SU ACCIDENTE:
…parece que fue ayer que camino por estas playas. Me recuerdo en ese tiempo, en este mismo cuerpo y siento que esa Ale nunca se imaginó que iba a vivir cambios tan radicales, tan increíbles.
Cambios que no fueron fáciles en ese momento…no lo fueron. Nunca imaginé que vendrían tantas cosas tan duras más tarde tampoco. Muchas veces me pregunto cómo lo hice. No sé si tengo tan claro cómo hice…tuve muchos momentos y una colección de desafíos. Lo que sí se que en todos ellos me aferré a la vida ya mi familia. No fue, ni es fácil depender de una silla, renunciar a la independencia y vivir permanentemente en modo de adaptación. Nunca imaginé que, luego de haberla peleado tanto, la vida me iba a poner nuevamente a prueba deteniéndome el corazón varías veces y que en el camino iba a sumar como compañeras de ruta a una gastrostomia y una traqueostomia.
¿Porqué? Para poder seguir viva y así nuevamente volver a renunciar y adaptarme a nuevas situaciones.
¿Porqué a mí? ¿Por qué no?
Me toco a mi como les toca a muchos.
Esto - mi vida- es lo que yo pude y quise hacer con lo que el destino me puso en el camino.
A medida que pasan los años, todos vamos resignando.
Hay cosas que ya no podemos hacer, lugares que a los que no volveremos a ir, ropa que dejamos de usar, pieles que dejamos de habitar. Todos nos tenemos que adaptar.
Pero si tengo que compartirte un secreto es éste: jamás resignes un sueño ni pierdas de vista que cada día es un regalo”.
“Hagamos una lista de todas las cosas por las que te quejaste hoy, y después reflexionemos sobre esta y otras historias de vida.
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