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5/11/10

El bienestar no se compra - Eduard Punset

Me ha dado que pensar la pregunta de una joven hija de un guardia civil a la que admiro profundamente. El matrimonio de sus padres se deshizo por culpa de la esposa cuando ella tenía apenas 15 años. De la pubertad son casi todos recuerdos dolorosos, cuando no abusos de otros más fuertes y despiadados. Es una realidad que descubrimos a menudo los que, como yo, bajamos de la nube en la que vivimos. ¿Cuál fue la pregunta de esta joven ahora ya letrada?

La pregunta en sí no es tan relevante como el preguntarse por qué las personas que han sufrido formulan preguntas con mayor frecuencia a los que vivimos en una nube que a los antiguos sabios versados en lo sobrenatural. ¿Por qué nos piden a nosotros precisamente las recetas del bienestar?

Ha cambiado el concepto de sabiduría. Lo que ahora da cierta confianza a la gente es constatar la familiaridad con los procesos emocionales implicados en la felicidad, de muchos de los cuales puede medirse ya su intensidad; pero no es eso lo más significativo. Antes eran sabios los que sabían mucho latín o casi todo de la supuesta vida sobrenatural, que sigue invadiendo hasta grados inimaginables la mentalidad de las personas.

Los sabios modernos son gente implicada en el pensamiento metafórico, que aprendieron a desgranar hace apenas cuarenta mil años. Espacios cerebrales utilizados hasta entonces para sugerir determinados pensamientos de un solo género, como los materiales, se empezaron a vincular con los recuerdos anclados en espacios cerebrales totalmente distintos, como los biológicos: “Mi hijo es más resistente que el hierro”, dijo algún innovador metafórico lejano. Y la joven letrada a que me refería antes pudo empezar a barruntar algo de lo que le pasaba.

El sabio moderno está más familiarizado también con el estudio de la vida antes de la muerte –que la hay, realmente, aunque mucha gente no lo crea– que con la supuesta vida después de la muerte; son también expertos en experimentar en detalle las tesis sugeridas porque son, en definitiva, partidarios de que la ciencia irrumpa en la cultura popular. Son los sabios de hoy día mucho más modestos que los sabios del pasado, y en ellos la gente tiende a confiar cuando se pregunta sobre los factores personales que pueden ayudarla a sobrevivir.

La joven letrada a la que antes me refería sigue acosada por tribulaciones sin fin, pero hoy cuenta con algunas señales a las que agarrarse en medio del vendaval. Es imprescindible aprender a gestionar las propias emociones. Saber diseñar la tabla de compromisos de forma diaria, semanal, mensual y anualmente para poder diferir lo que el cambio de talante o la crisis obligue a diferir. Hacer lo imposible para ejercer cierto control sobre nuestras propias vidas; no hay vida si no se controla por lo menos parte de ella. Ser consciente de la importancia comparativa de las relaciones personales en el entramado vital. Hace falta un determinado nivel de resistencia y perseverancia en el cumplimiento de los objetivos que uno se ha fijado. Y lo que los psicólogos califican de vocación para sumergirse en el “flujo”, ya sea del amor, del trabajo o del entretenimiento.

Hemos aprendido, además, y no es nada baladí, que no se puede comprar el bienestar. A medida que aumenta el nivel de riqueza –y ya puede ponerse la gente como quiera–, aumenta también el desasosiego inducido por el abanico de una mayor elección. La infelicidad no es el resultado del mercado, como se cree tan a menudo, sino de la falta de transparencia de ese mercado y la consiguiente corrupción. Que se lo pregunten, si no, a tantos defraudados y parados por culpa de especuladores que en el sector de la construcción vendieron a precios exorbitantes.

Respuestas to “El bienestar no se compra”

  1. Dr. Jorge de Paula: 5 Septiembre 2010 a las 2:22 am

Estimado Eduard Punset y demás lectores: A veces los golpes son inmensos, pero incluso en los momentos de alta adversidad el consuelo humano hace que la pena sea más llevadera. Esa es la importancia de las redes afectivas de apoyo. En el fondo somos vehículos e instrumentos de amor y de compasión, y es esa capacidad la que nos hace realmente humanos.
Ante un mismo trauma físico o psicológico, hay seres que naturalmente tienen una mayor capacidad de rehacerse (resiliencia), hay otro que requieren todo un proceso de reaprendizaje, pero hay otros que sin proponérselo, y sin elaborarlo conscientemente, han aprendido el lenguaje de “sentirse víctimas”, y han desarrollado y potenciado los circuitos hacia esa identidad. En estos casos es donde tanto las redes de apoyo como la consulta especializada, tendrían mayor porcentaje de fracaso terapeútico.
Existen distintos patrones de estados anímicos que hacen que una persona no pueda desarrollar su potencial de bienestar al enfrentar distintas situaciones de la vida cotidiana.
Son las llamadas emociones tóxicas, o emociones destructivas, de las que hablan Daniel Goleman y Bernardo Stamateas en sus respectivos libros.
Muchas veces el ser humano tiene “emociones encapsuladas” que termina enviándolas a alguna parte del cuerpo generando con ello la expresión de diferentes enfermedades.
La emoción es energía que tiene que gastarse, tiene que fluir, como el dolor o la contrariedad, que son emociones que deben salir del cuerpo. Siguiendo la línea de Mihaly Csikzentmihalyi en su libro “FLUIR”, Stamateas también sostiene que “El universo está organizado para fluir”.
La sangre fluye, el agua fluye y todo lo que no fluye, se estanca y tiende a descomponerse. UNA EMOCION QUE QUEDA FIJADA O ENCAPSULADA SE TRANSFORMA EN ALGO TOXICO:
HAY SERES QUE NO SE PERMITEN EL REGOCIJO, Y LO VEN CON CULPABILIDAD:
Hay sentimientos de insatisfacción constantes que nacen de la queja y de la culpa interior y tienen su origen en un idioma aprendido tempranamente que les dice que si “logramos regocijo o prosperidad lo hacemos en contra del bienestar colectivo”
Si aprendimos estos “códigos de autosabotaje tempranamente” no nos permitiremos plenamente el regocijo, y este miedo a prosperar o a ser feliz, condicionará el futuro de muchas personas.
Muchas de las causas que llevan a la salud, al amor y a la prosperidad, están directamente relacionadas con el nivel de autovaloración que tenemos, ya que él es el que nos permitirá aceptar o no el éxito o la abundancia personal.
Muchos seres, formados en una cultura que castiga el triunfo individual, no se permitirán el disfrute ni el éxito plenamente, por lo que ante una emoción placentera, dispararán “codigos de autosabotaje” y sensaciones displacenteras para impedir un disfrute pleno de las cosas buenas que le están pasando.
Todos tenemos emociones tóxicas ocasionales”, el problema está cuando esa emoción queda enquistada por muchos años y pasan a formar parte de esa estructura que llamamos "nuestra identidad", por lo que forman parte de nuestra manera de funcionar en la vida diaria”.
Estos diferentes escenarios nos hablan de la complejidad del ser humano, y de la limitación que podremos tener pese a toda la buena disposición que pongamos en cada caso.
Por eso que debemos ser humildes y saber reconocer que nuestro conocimiento es limitado y no tenemos respuestas para todas las interrogantes, ni podremos ayudar a curar a todas las personas.
1) Emociones tóxicas y códigos de autosabotaje
http://drgeorgeyr.blogspot.com/2010/05/emociones-encapsuladas-que-se-vuelven.html
2) El daño emocional se fragua y desarrolla dentro de nosotros mismos - Ing. Carlos Slim

30/5/10

EMOCIONES TOXICAS Y CODIGOS DE AUTOSABOTAJE - BERNARDO STAMATEAS Y JOE DISPENZA



MUCHAS PERSONAS NO SE PERMITEN EL REGOCIJO, Y LO VEN CON CULPABILIDAD:
Hay sentimientos de constante insatisfacción que nacen y se alimentan de la queja y de la culpa interior y tienen su origen en un idioma aprendido tempranamente en la vida, este idioma aprendido les dice que si "logramos regocijo o prosperidad lo hacemos en contra del bienestar colectivo"
Si aprendimos estos "códigos de autosabotaje tempranamente" no nos permitiremos plenamente el regocijo, y este miedo a prosperar o a ser feliz, condicionará el futuro de muchas personas.
Muchas de las causas que llevan a la salud, al amor y a la prosperidad, están directamente relacionadas con el nivel de autovaloración que tenemos, ya que él es el que nos permitirá aceptar o no el
éxito o la abundancia personal.
Muchos seres, formados en una cultura que castigadora del triunfo individual, no se permitirán el disfrute ni el éxito plenamente, por lo que ante una emoción placentera, dispararán "codigos de autosabotaje" y sensaciones displacenteras para impedir un disfrute pleno de las cosas buenas que le están pasando.
1) Autoestima: horizontes de abundancia y horizontes de escasez
JOE DISPENZA EN "Y TU QUE SABES"
"Si todos los días te enfadas, si todos los días te frustras, si todos los días sufres, si en tu vida das motivos para ser una víctima... todos los días estas reconectando y reintegrando la red neuronal y esa red neuronal tiene ya una relación duradera con esas otras células nerviosas llamadas IDENTIDAD".
También sabemos que las células nerviosas que no se activan simultáneamente, que no se conectan dejan de tener una relación duradera porque cada vez que interrumpimos el proceso de pensamiento eso provoca una reacción química en el cuerpo. Cada vez que lo interrumpimos esas celulas nerviosas que están conectados empiezan a romper esa larga relacción. Cuando empezamos a interrumpir y observamos mediante la observación de los efectos que conlleva, ya no somos la persona emocional consciente, con cuerpo y mente que reacciona a su entorno como si fuera algo automático. Ver vídeo completo en:

EMOCIONES TÓXICAS: En este libro Bernardo Stamateas, aborda los distintos estados anímicos que hacen que una persona no pueda desarrollar su potencial de bienestar al enfrentar distintas situaciones de la vida cotidiana.
Luego de su éxito editorial anterior "GENTE TÓXICA", Stamateas analiza ahora el tema de las emociones tóxicas, abordando
los distintos estados anímicos generadores de malestares en la interrelación diaria.
- Al hacer ese libro me di cuenta que no sólo hay "gente tóxica" sino que muchas veces el ser humano tiene
"emociones encapsuladas" que termina enviándolas a alguna parte del cuerpo generando con ello la expresión de diferentes enfermedades.
"En este nuevo libro trato distintos sentimientos que al no fluir libremente permanecen en una parte de nuestro cuerpo".
La emoción es energía que tiene que gastarse, tiene que fluir, como el dolor o la contrariedad, que son emociones que deben salir del cuerpo. Siguiendo la línea de Mihaly Csikzentmihalyi en su libro "FLUIR", Stamateas también sostiene que "El universo está organizado para fluir".
La sangre fluye, el agua fluye y todo lo que no fluye, se estanca y tiende a descomponerse.
UNA EMOCION QUE QUEDA FIJADA O ENCAPSULADA SE TRANSFORMA EN ALGO TOXICO:
Este es el segundo libro que lleva el título de tóxico y al respecto su autor recuerda que la palabra ya está instalada en los lectores. "Tóxico es una palabra que no tiene carga agresiva y no hay que estigmatizarla. Constituye además una metáfora muy clara de que es algo que no está funcionando correctamente".
En este libro se abordan temas como el apego, los miedos, la vergüenza, la depresión, la frustración, el duelo, el llanto, las culpas, el rechazo y los celos, y todo un amplio abanico de sentimientos humanos.
LOS DUELOS: Acerca de los duelos, el autor explica que "es una sensación normal de dolor ante una pérdida y hay una lucha interna entre dos partes". Una que acepta y otra que no.
"Es un proceso que incluye emociones como el dolor, la rabia, la pena o la paz, pero cuando este proceso natural de duelo se estanca, se puede producir la anulación del proceso de duelo y la personas pueden enfermar. Estas interrupciones se pueden reflejar en manifestaciones como "no pasó nada," o "se murió, ya está".
EL LLANTO: Refiriéndose al llanto, Stamateas considera que es un medio de comunicación: "lloramos ante una pérdida, un cambio o ante un hecho inesperado que nos conmociona, cuando ese proceso no se da libremente estamos frente al llanto tóxico".
- Hice un estudio profundo del llanto del manipulador, las lágrimas de cocodrilo, del llanto religioso y del llanto cultural, ya que la cultura permite a la mujer llorar sin problemas mientras que al hombre no.
Se calcula que las mujeres lloran unas 30 veces por año promedio, mientras que el varón sólo lo hace seis veces. Las mujeres lo hacen por quince minutos, mientras que el hombre solo por dos. De ahí viene la afirmación "los hombres no lloran’".
EL ENOJO: Otro sentimiento analizado en el libro es el enojo, "que puede ser normal, natural y universal pero si ese enojo no puede fluir, queda bloqueado, se transforma en una explosión donde la persona rompe cosas, insulta o grita.
Hay algunos que tienen una parte pasiva-agresiva, hablan despacio, suavemente y con tranquilidad pero tienen una lengua filosa que descalifica.
LOS CELOS NACEN DE LA INSEGURIDAD: Los celos son como un miedo a perder algo:
- Siempre los celos son de a tres porque nacen de la inseguridad, de una emoción constante de pérdida. En cambio, la envidia se da entre dos personas, en la que una quiere tener lo que tiene la otra.
En cuanto a sus propias emociones tóxicas, Stamateas revela que siempre está "muy atento a las emociones" para que ninguna se estanque en su interior.
"No permito que el enojo se transforme en venganza o se convierta en odio, mi permito que el dolor se transforme en anulación del duelo o que la inseguridad normal deje paso a los celos. Pasé varios años aprendiendo cómo manejar las emociones".
"Todos tenemos emociones tóxicas ocasionales", el problema está cuando esa emoción queda enquistada por muchos años y forma parte de una manera de funcionar en la vida diaria".
Artículos relacionados: 1) Atmósferas tóxicas: Dramatización: los mete-culpas
2) Joe Dispenza: Las moléculas de las emociones: