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31/12/13

La vanidad, la intolerancia y las emociones enturbian la correcta función del cerebro - Dra. Cordelia Fine

Tu cerebro te enseña un mundo ampliamente coloreado por la vanidad - Cordelia Fine
Eduard Punset: Es divertido, en tu libro y en tus investigaciones, Cordelia, nos hablas de la fragilidad del cerebro. Nos dices que tengamos cuidado porque no es un artilugio del que podamos fiarnos. Pero, por otro lado, no tenemos otra alternativa que la de confiar en el cerebro.

¿Qué le dirías a la gente?
Cordelia Fine: Creo que una de las razones por las que he escrito este libro es porque la investigación sobre nuestro inconsciente es fascinante; los experimentos demuestran que existen distintas maneras de influir en el comportamiento de la gente, sin que ésta sea consciente de nada: cualquiera lo negaría si el experimentador le preguntara sobre ello más tarde. Los artículos generales sobre el tema son cómicos; no suele ocurrir lo mismo con la mayoría de los estudios académicos, que suelen ser bastante áridos; en general no provocan risa. Yo quería aportar esa información al gran público que, evidentemente, no tiene acceso a ella.
El lento flujo de la conciencia no tiene que ocuparse de todos esos procesos mentales que se dan sin que seamos conscientes. Y ha de ser así, pues no podríamos recopilar toda la información necesaria si nos basáramos únicamente en la parte consciente y reflexiva de nuestras mentes. Toda esa vida mental subyacente a la conciencia opera de una forma no necesariamente precisa, pero lo bastante eficiente como para construir todo tipo de prejuicios de los que no nos damos cuenta.
La investigación demuestra a menudo que la gente consciente de que puede haber algún sesgo es más imparcial, y es que la motivación y la capacidad de control de algunos de estos prejuicios pueden ser de gran ayuda.
Eduard Punset: De acuerdo, lo que dices es: “Cuidado, porque la parte del comportamiento que se rige por el subconsciente es tan grande que deberíamos saber abordarla ya que no hay ningún instrumento consciente, de momento al menos, que pueda interferir con este comportamiento o cambiarlo”. Vale, eso es cierto pero, ¿por qué la conciencia debería tener más razón que la inconsciencia?
Cordelia Fine: Bueno, algunos creen que ciertas decisiones son más acertadas si se toman de forma intuitiva y otros piensan que deben ser más deliberadas para ser acertadas…
Eduard Punset: ¿Qué decisiones serían mejores si fueran fruto de la intuición?
Cordelia Fine: Bueno, creo que me resulta más fácil decir cuáles probablemente no sean las más acertadas si resultan de la intuición. Hay distintas situaciones en las que es más que factible que la información recibida no sea imparcial o que se llegue a juicios sesgados. Por ejemplo, al conocer a otras personas, todos acabamos asociándolas a algún grupo social. Si tenemos una percepción concreta de estas personas, si la mente activa un estereotipo concreto, es muy probable que las percibamos a través de ese prisma estereotipado y que tengamos una percepción sesgada de su comportamiento, sus habilidades, etc.
Eduard Punset: Si somos conscientes de nuestra vulnerabilidad o de la vulnerabilidad que nos impone el cerebro, ¿qué podemos hacer? Si es que se puede hacer algo…
Cordelia Fine:
Bueno, a menudo sabemos de personas que son conscientes de que los prejuicios pueden interferir con sus juicios de valor; en estos casos suele desaparecer el sesgo.
Por ejemplo, la gente tiende a estar de mejor humor cuando hace algo bueno. Hay un experimento clásico sobre el humor y el tiempo meteorológico, en concreto con los que acostumbran a ir a correr. Si se les pregunta sobre su grado de satisfacción, los que salen a correr los días lluviosos suelen tener una visión de su vida más negativa que aquellos que corren los días de sol. Es un estado emocional que empaña la presunta visión objetiva de la propia vida. Sin embargo, en otra parte del experimento se preguntó a la gente: “Eh, ¿qué tal el tiempo ahí?”, donde quiera que se hiciera el experimento, y en esa ocasión el aspecto meteorológico no condicionó el estado de ánimo. La razón es que si se advierte a la persona del efecto del tiempo, se le da a entender que podría ser un factor de parcialidad y, por eso, dicho factor desaparece. No siempre funciona tan bien como en este caso pero a veces sí. Por ejemplo, se hizo un experimento con la voz de un famoso para ver si a la gente le gustaba el producto anunciado por el famoso en cuestión. Descubrieron que si la persona reconocía la voz del personaje célebre, el anuncio era menos eficaz que si no la reconocían. Se supone que es porque hay algún tipo de elemento supresor del sesgo. Pensaban: “Vale, se trata de un famoso…”; no eran necesariamente conscientes de ello… Creo que la investigación tiene que ir en esa dirección tan interesante y ver cómo llevamos a cabo esa supresión del sesgo de la que quizás ni somos conscientes. Porque pienso que cuando no somos conscientes en absoluto de que podrían interferir con nuestros juicios de valor estamos en una situación muy vulnerable.
Eduard Punset:
Gracias a tus investigaciones y las de otros colegas, hoy sabemos que el cerebro enturbia nuestras opiniones a través de una vanidad exacerbada, nuestra propia vanidad, por ejemplo, o activa la intolerancia, o si eres una persona emotiva, exacerba tus emociones… Y quería preguntarte: ¿podemos hacer algo al respecto?, ¿quizás ser conscientes de esas posibilidades?, ¿qué le aconsejarías a la gente?
Cordelia Fine:
Bueno, es difícil, porque escribí el libro pensando que sería más objetiva al acabarlo que al empezar. No sé si es verdad o no, de hecho, escribir el libro me sumió en un estado de confusión. Recuerdo que participaba en una obra teatral de grupo con mis hijos, se trataba de un grupo muy diverso. Había una señora sudafricana de pelo rubio que estaba hablando con una señora india y le dijo: “¿Podrías quitar esos juguetes de en medio?”. Yo pensé que le estaba hablando con un tono muy autoritario, no lo vi adecuado y me pareció que quizás era racista al considerar que la otra persona no merecía el mismo respeto que ella. Me dije: “Se está dejando llevar por sus prejuicios inconscientes”. Después, pensé que quizás era yo, que quizás era yo quien tenía el estereotipo porque los sudafricanos blancos han sido racistas y que esto estaba afectando mi percepción de cómo se había dirigido la sudafricana a la señora india. No sabía qué pensar, no sabía quién tenía prejuicios, si era ella, si era yo. Creo que el problema es que lo que llamamos “realismo ingenuo”, lo que percibimos como realidad absoluta y objetiva es muy difícil de superar, francamente. Cuando presentas los resultados de esas investigaciones a los estudiantes y les pides que utilicen esta información para predecir si se hubieran comportado igual en una situación parecida, no son capaces de aplicarlo a sí mismos. La gente siempre tiene prejuicios interesados sobre sí mismos y cuando les preguntas sobre otros te dicen: “Ah, sí, creo que es verdad que la gente hace eso”. ¿”Y tú lo harías?, bueno, yo no pero otros lo hacen”.
Eduard Punset:
Entonces, en realidad, las razones verdaderas de nuestro comportamiento siguen siendo desconocidas. Tú das muchísimos ejemplos en tu libro. ¿Cuáles, por ejemplo?
Cordelia Fine:
Bueno, creo que lo que es fascinante es que los psicólogos están empezando a demostrar que algunas de las principales decisiones que tomamos a lo largo de la vida - como con quién nos vamos a casar, qué tipo de trabajo vamos a desempeñar o dónde vamos a vivir- obviamente, van a ser una mezcla muy compleja de factores que nos influyen. Por ejemplo, la gente tiene un favoritismo inconsciente por aquello que les recuerda a sí mismos, es una especie de amor propio inconsciente que nos atrae hacia lo que se parece a nosotros mismos.
Eduard Punset:
¿Deberíamos intentar ser más racionales, más conscientes?, ¿deberíamos prestar más atención a las cosas?, ¿podemos hacer algo con ese lado inconsciente de nuestra personalidad?
Cordelia Fine:
Cuando pensamos en lo que nos rodea y nos influye, lo que pasa por nuestra cabeza y cómo nos comportamos, hay que pensar si toda la responsabilidad de controlarlo está aquí dentro, o si también tenemos que tener en cuenta lo que nos rodea.
Hace unas semanas leí un nuevo estudio en el que se mostraban fotos a bebés de dieciocho meses donde se veía un objeto, como por ejemplo una tetera. Después, al fondo de la foto, en un segundo plano, había otra imagen: de alguien solo, de una muñeca, de dos personas mirándose o de dos personas de espaldas. Y, tras enseñarles las fotos, analizaban los efectos que se producían en el bebé: la autora del experimento se paseaba entre los niños y dejaba caer unos palitos al suelo para ver cuántos niños la ayudarían a recogerlos. Por el mero hecho de mirar la fotografía de dos personas frente a frente, en una actitud interpersonal cooperativa y comunicativa, aumentaban las posibilidades de que el niño ayudara a recoger los palitos. Así que si pensamos en la educación de los niños, evidentemente el papel de los padres es intentar hacer que lo que hay aquí sea bueno pero también tenemos que pensar en el entorno en el que vive la gente y en cómo podemos ayudarles a que lo que hay dentro sea mejor teniendo en cuenta lo que hay fuera.
Eduard Punset:
O sea que, fíjense bien lo que estamos descubriendo, nos pasamos la vida a veces pensando en las ideas que debiéramos sugerir sino inculcar a los niños o a los jóvenes, en los sistemas educativos, sin darnos cuenta de la importancia que tiene, bueno, pues un hecho pasajero que se da en el entorno en el que vives.
Es increíble pensar en ese contraste: todos tus pensamientos intentan ver cómo puedes desarrollar ciertas habilidades de tus hijos y, por otro lado, en descubrir cómo el entorno puede ser tan eficaz o poderoso como tu propia mente.
Cordelia Fine:
Por supuesto como padre o madre, tienes un cierto poder sobre el entorno en el que se encuentra tu hijo, pero disminuye a medida que se hacen mayores.

9/11/12

Cerebro femenino y multitarea. El estrés en el hombre y el estrés en la mujer - Dra. Sonia Lupien

Eduard Punset: ¿Cómo puedo saber si soy una víctima del estrés crónico? ¿Cómo saber si es crónico?
Sonia Lupien: Es la pregunta del millón de dólares. ¿Cómo saber cuándo es demasiado tarde? Nadie lo sabe. Lo hemos estudiado en las ratas, por ejemplo.
Yo siempre lo divido en tres fases para que la gente pueda hacerse una idea de cómo funciona.
FASE I del Estrés: La primera fase es cuando el estrés empieza a cronificarse. La digestión cambia. Cuando empiezas a tener problemillas con la digestión y debes tomarte pastillas cada dos por tres es cuando tienes el primer signo de que algo va mal. Con los niños es la primera señal. Se quejarán de dolor abdominal, pero es el estrés. Y luego sigues adelante. Sigues y sigues y sigues… Además de problemas digestivos, pronto empiezas a tener algunas pistas que deberían ayudarte a reconocer que algo va mal.
FASE II del Estrés:En algún momento, el cerebro te pedirá algo bueno. Es como si te dijera: «he trabajado muchísimo estos días, necesito algo bueno». En este punto beberás más alcohol. Fumarás más. Y si no bebes ni fumas, qué sé yo, tal vez empieces a tomar más helados... cualquier cosa que te guste… empezarás a tomarla más, porque el cerebro necesita algo para calmarse. Ésta sería la segunda fase.
FASE III del Estrés: En la tercera fase es cuando enfermas. Ahora tienes problemas de memoria, cambios en la personalidad. Te enojas más rápidamente. Aquí es cuando puede aparecer la sensación de estar quemado y la depresión.
Eduard Punset: Cuando alguien se disgusta o altera muy a menudo, ¿qué significa?
Sonia Lupien: La explicación la encontramos en la investigación con animales. Creemos que sucede lo siguiente: si se experimenta con una rata a la que se estresa de modo crónico con el mismo factor estresante en todo momento, la respuesta de estrés de la rata disminuirá, se habituará. Pero lo que se ha demostrado es que la rata se habituará a ese factor concreto de estrés, pero se volverá más reactiva de lo normal ante cualquier otro factor estresante, por lo que estará hipersensible. Lo que vemos en personas con estrés crónico es que pueden habituarse a un factor estresante crónico: pongamos que estás pasando por un divorcio muy, muy difícil, y cada día tienes una respuesta de estrés. Logras sobreponerte, pero de repente sucede algo en el trabajo, alguien te dice algo (que no es tan grave) y explotas. Cuando alguien se enoja con facilidad, se trata de un signo de que padece estrés crónico, de que está intentando abordar un factor estresante, pero se ha vuelto excesivamente reactivo a los demás.
Eduard Punset: Hay algo que me fascina de todo esto, Sonia, y es que afirmas, después de haber hablado tan mal sobre el estrés, dices: «oye, necesitáis un poco, es necesario un poco de estrés para mantener la memoria». ¿A qué te refieres?

Sonia Lupien: Sí, y aquí hay que distinguir entre el estrés agudo y el estrés crónico. Hay que evitar el estrés crónico. Pero el estrés agudo es siempre muy bueno para la supervivencia, como he dicho antes. Y lo que hemos descubierto es que la relación entre la memoria y el estrés es una función con forma de U invertida. Un poquito de estrés aumenta la memoria.
Eduard Punset: Un poquito de estrés.
Sonia Lupien: Sí. Pero cuando es excesivo, entonces disminuye totalmente la memoria. La razón es que el estrés, las hormonas del estrés, te ponen en guardia. Se trata del «subidón» que busca la gente cuando está trabajando y quiere terminar un proyecto. Pero si es excesivo, en algún momento el cerebro empieza a confundir todo lo que hay que memorizar y, por culpa del estrés, el rendimiento de la memoria disminuye.
Eduard Punset: ¿Sería correcto decir que un poco de estrés tal vez agudice la memoria a corto plazo y, sin embargo, algo irá mal si intentas atender a diferentes cosas a la vez, si prestas atención a dos o tres cosas simultáneamente, porque entonces probablemente te estresarás? ¿Es así?
Sonia Lupien: Existe la idea de que la multitarea es algo nuevo. ¡Pero al cerebro le encanta la multitarea! Si el cerebro solamente hiciera una cosa cada vez, ¡seguiríamos persiguiendo mamuts! Lo que pasa es que cuando aparece el estrés, añade otra tarea que va por encima de todo lo que estás haciendo. ¿Y por qué? Como he dicho antes, el cerebro es un detector de amenazas, y está ahí para ayudarte a detectar la información amenazante y hacer algo al respecto. Imagina que intentas hacer 2 ó 3 cosas a la vez y que estás pasando por un divorcio muy complicado. ¿Qué crees que pensarás mientras estás aquí hablando conmigo? A la vez estarás preguntándote si podrás hacerlo, si podrás hacer eso y aquello con tu esposa… Es otra tarea que persiste en tu mente todo el rato, se vuelve difícil de procesar y perjudica el resto de tareas. Y esto es lo que hace el estrés: siempre que hay una información estresante, porque amenaza tu ego o tu supervivencia, o lo que sea, el cerebro la procesa primero, y todo lo demás se vuelve irrelevante.
Eduard Punset: Teniendo en cuenta tu investigación sobre el estrés, ¿has llegado a algunas conclusiones sobre si los distintos sexos se comportan de un modo diferente ante el estrés?
Sonia Lupien: Lo que sabemos hasta ahora sobre el estrés es que, si se somete a mujeres y hombres a estrés en el laboratorio, los hombres son tres veces más reactivos, producen más hormonas del estrés que las mujeres. Al principio, los científicos dijeron que por este motivo los hombres tenían más problemas cardiovasculares, pero luego alguien apuntó que sí, pero que las mujeres también padecían más depresión, así que no tenía sentido. Y hay muchos, muchísimos estudios que intentan analizar qué puede provocarlo. Se han estudiado los efectos del apoyo social en la reactividad al estrés, porque la mejor protección contra el estrés es el apoyo social: cuando te rodeas de personas con las que hablar, eso es muy bueno contra el estrés. No obstante, se ha demostrado que, si les pides a los hombres que traigan a sus parejas para que les brinden apoyo antes de verse sometidos a estrés, y les pides a las mujeres que también lo hagan y luego las sometes a estrés, sucede lo contrario.
  Eduard Punset: ¿Lo contrario?
  Sonia Lupien: Sí, resulta que los hombres sufren menos estrés cuando tienen a sus parejas consigo, pero las mujeres se estresan más. ¡No me preguntes por qué!
Eduard Punset: ¡No me extraña!
  Sonia Lupien: No se sabe por qué… Primero dijimos que era una diferencia entre sexos, porque se trataba de hombres y mujeres. Y entonces se rehizo el estudio, y se les pidió a los hombres que trajeran a su mejor amigo (un hombre) para que les diera apoyo social antes de ser sometidos a estrés. Las mujeres debían traer a una amiga. Entonces, tras someter a ambos grupos a estrés, la cosa volvió al principio: ahora eran los hombres los que estaban más estresados. ¿Qué nos dice esto? Nos dice que los hombres y las mujeres no se benefician de las mismas personas en momentos de estrés. A los hombres les va muy bien estar con su pareja, mientras que a las mujeres parece que les va muy bien estar con las amigas. ¿Será porque en la prehistoria los hombres perseguían mamuts mientras las mujeres recolectaban frutas? No lo sabemos, pero se trata de algo que va quedando bastante claro: no nos beneficiamos de las mismas personas. Una vez que lo sabes, puedes hacer algo al respecto… Eduard Punset: ¿Sabes? Mientras escuchaba lo que decías, pensaba que a la gente le va muy bien que le digan (un centenar de veces, si es necesario) que el cerebro no está ahí para buscar la verdad, sino que está ahí para protegernos…
Sonia Lupien: Para sobrevivir.
Eduard Punset: Para enseñarnos a sobrevivir. ¡Y es increíble ver que tantas personas pasan tanto tiempo supuestamente buscando la verdad (sea lo que sea lo que signifique) y tan poco tiempo cuidándose y cuidando a la gente que tienen a su lado!

19/11/10

Dopamina y sistemas de recompensa del cerebro: La Neuro-química del enamoramiento - Efecto Romeo y Julieta - Redes de Eduard Punset



Todos estos síntomas del enamoramiento se deben a que la actividad química de nuestro cerebro cambia. Aumentan los niveles de dos estimulantes muy potentes, la dopamina y la norepinefrina y disminuyen los de otra sustancia: la Serotonina.
Anegados por este cocktail químico sucumbimos ante el amor y todos sus efectos.
El o ella se convierten en el centro de todo, en detrimento de cualquier otra cosa o persona, y es que la dopamina y la norepinefrina ayudan a focalizar nuestra atención.
Miramos al amado como algo único y nuevo porque la dopamina favorece el aprendizaje de estímulos novedosos, y recordamos detalles minúsculos de esta persona y del tiempo que hemos pasado juntos, gracias a que la norepinefrina aumenta la capacidad de recordar estímulos nuevos.
No podemos dejar de pensar en él o ella, es inevitable y se debe a que los niveles de serotonina disminuyen y provocan un pensamiento obsesivo.
Buscamos la manera de tener cosas en común, incluso cambiamos nuestra manera de vestir, nos pasamos del Pop a Mozart, todo con el fin de agradarle. Es la dopamina una vez más que también se relaciona con la motivación y con las conductas enfocadas a alcanzar un objetivo concreto. Curiosamente si surgen obstáculos para la relación, los sentimientos se intensifican, se conocen como el efecto Romeo y Julieta y se debe a que percibir la adversidad aumenta todavía más la producción de dopamina en el cerebro.
Estas tres sustancias que producen el “colocón del amante” están más presentes en unas regiones cerebrales que en otras, y podemos detectarlas con técnicas de neuroimagen.
Escaneando cerebros de enamorados se ha visto actividad en varias zonas entre ellas la corteza, pero dos modulos destacan sobre el resto: El area ventral-tegmental la mayor fábrica de dopamina del cerebro y el núcleo caudado una región muy primitiva donde emana la pasión.
Se considera el motor de la mente y su combustible, no podría ser otro, es la dopamina.
Ambas regiones forman parte del sistema de recompensa del cerebro, una red mental primordial que nos ayuda a detectar recompensas y a actuar para conseguirlas. En este caso hace que
el amante enfoque su atención hacia el premio más importante de su vida, una pareja que trasmita su DNA para toda la eternidad.
No es de extrañar que los amantes crucen continentes para abrazarse aunque sea un fin de semana, cambien de trabajo, o incluso mueran uno por el otro. Cuando este sistema se activa, poco podemos hacer, pero realmente ¿es todo química?

5/11/10

El bienestar no se compra - Eduard Punset

Me ha dado que pensar la pregunta de una joven hija de un guardia civil a la que admiro profundamente. El matrimonio de sus padres se deshizo por culpa de la esposa cuando ella tenía apenas 15 años. De la pubertad son casi todos recuerdos dolorosos, cuando no abusos de otros más fuertes y despiadados. Es una realidad que descubrimos a menudo los que, como yo, bajamos de la nube en la que vivimos. ¿Cuál fue la pregunta de esta joven ahora ya letrada?

La pregunta en sí no es tan relevante como el preguntarse por qué las personas que han sufrido formulan preguntas con mayor frecuencia a los que vivimos en una nube que a los antiguos sabios versados en lo sobrenatural. ¿Por qué nos piden a nosotros precisamente las recetas del bienestar?

Ha cambiado el concepto de sabiduría. Lo que ahora da cierta confianza a la gente es constatar la familiaridad con los procesos emocionales implicados en la felicidad, de muchos de los cuales puede medirse ya su intensidad; pero no es eso lo más significativo. Antes eran sabios los que sabían mucho latín o casi todo de la supuesta vida sobrenatural, que sigue invadiendo hasta grados inimaginables la mentalidad de las personas.

Los sabios modernos son gente implicada en el pensamiento metafórico, que aprendieron a desgranar hace apenas cuarenta mil años. Espacios cerebrales utilizados hasta entonces para sugerir determinados pensamientos de un solo género, como los materiales, se empezaron a vincular con los recuerdos anclados en espacios cerebrales totalmente distintos, como los biológicos: “Mi hijo es más resistente que el hierro”, dijo algún innovador metafórico lejano. Y la joven letrada a que me refería antes pudo empezar a barruntar algo de lo que le pasaba.

El sabio moderno está más familiarizado también con el estudio de la vida antes de la muerte –que la hay, realmente, aunque mucha gente no lo crea– que con la supuesta vida después de la muerte; son también expertos en experimentar en detalle las tesis sugeridas porque son, en definitiva, partidarios de que la ciencia irrumpa en la cultura popular. Son los sabios de hoy día mucho más modestos que los sabios del pasado, y en ellos la gente tiende a confiar cuando se pregunta sobre los factores personales que pueden ayudarla a sobrevivir.

La joven letrada a la que antes me refería sigue acosada por tribulaciones sin fin, pero hoy cuenta con algunas señales a las que agarrarse en medio del vendaval. Es imprescindible aprender a gestionar las propias emociones. Saber diseñar la tabla de compromisos de forma diaria, semanal, mensual y anualmente para poder diferir lo que el cambio de talante o la crisis obligue a diferir. Hacer lo imposible para ejercer cierto control sobre nuestras propias vidas; no hay vida si no se controla por lo menos parte de ella. Ser consciente de la importancia comparativa de las relaciones personales en el entramado vital. Hace falta un determinado nivel de resistencia y perseverancia en el cumplimiento de los objetivos que uno se ha fijado. Y lo que los psicólogos califican de vocación para sumergirse en el “flujo”, ya sea del amor, del trabajo o del entretenimiento.

Hemos aprendido, además, y no es nada baladí, que no se puede comprar el bienestar. A medida que aumenta el nivel de riqueza –y ya puede ponerse la gente como quiera–, aumenta también el desasosiego inducido por el abanico de una mayor elección. La infelicidad no es el resultado del mercado, como se cree tan a menudo, sino de la falta de transparencia de ese mercado y la consiguiente corrupción. Que se lo pregunten, si no, a tantos defraudados y parados por culpa de especuladores que en el sector de la construcción vendieron a precios exorbitantes.

Respuestas to “El bienestar no se compra”

  1. Dr. Jorge de Paula: 5 Septiembre 2010 a las 2:22 am

Estimado Eduard Punset y demás lectores: A veces los golpes son inmensos, pero incluso en los momentos de alta adversidad el consuelo humano hace que la pena sea más llevadera. Esa es la importancia de las redes afectivas de apoyo. En el fondo somos vehículos e instrumentos de amor y de compasión, y es esa capacidad la que nos hace realmente humanos.
Ante un mismo trauma físico o psicológico, hay seres que naturalmente tienen una mayor capacidad de rehacerse (resiliencia), hay otro que requieren todo un proceso de reaprendizaje, pero hay otros que sin proponérselo, y sin elaborarlo conscientemente, han aprendido el lenguaje de “sentirse víctimas”, y han desarrollado y potenciado los circuitos hacia esa identidad. En estos casos es donde tanto las redes de apoyo como la consulta especializada, tendrían mayor porcentaje de fracaso terapeútico.
Existen distintos patrones de estados anímicos que hacen que una persona no pueda desarrollar su potencial de bienestar al enfrentar distintas situaciones de la vida cotidiana.
Son las llamadas emociones tóxicas, o emociones destructivas, de las que hablan Daniel Goleman y Bernardo Stamateas en sus respectivos libros.
Muchas veces el ser humano tiene “emociones encapsuladas” que termina enviándolas a alguna parte del cuerpo generando con ello la expresión de diferentes enfermedades.
La emoción es energía que tiene que gastarse, tiene que fluir, como el dolor o la contrariedad, que son emociones que deben salir del cuerpo. Siguiendo la línea de Mihaly Csikzentmihalyi en su libro “FLUIR”, Stamateas también sostiene que “El universo está organizado para fluir”.
La sangre fluye, el agua fluye y todo lo que no fluye, se estanca y tiende a descomponerse. UNA EMOCION QUE QUEDA FIJADA O ENCAPSULADA SE TRANSFORMA EN ALGO TOXICO:
HAY SERES QUE NO SE PERMITEN EL REGOCIJO, Y LO VEN CON CULPABILIDAD:
Hay sentimientos de insatisfacción constantes que nacen de la queja y de la culpa interior y tienen su origen en un idioma aprendido tempranamente que les dice que si “logramos regocijo o prosperidad lo hacemos en contra del bienestar colectivo”
Si aprendimos estos “códigos de autosabotaje tempranamente” no nos permitiremos plenamente el regocijo, y este miedo a prosperar o a ser feliz, condicionará el futuro de muchas personas.
Muchas de las causas que llevan a la salud, al amor y a la prosperidad, están directamente relacionadas con el nivel de autovaloración que tenemos, ya que él es el que nos permitirá aceptar o no el éxito o la abundancia personal.
Muchos seres, formados en una cultura que castiga el triunfo individual, no se permitirán el disfrute ni el éxito plenamente, por lo que ante una emoción placentera, dispararán “codigos de autosabotaje” y sensaciones displacenteras para impedir un disfrute pleno de las cosas buenas que le están pasando.
Todos tenemos emociones tóxicas ocasionales”, el problema está cuando esa emoción queda enquistada por muchos años y pasan a formar parte de esa estructura que llamamos "nuestra identidad", por lo que forman parte de nuestra manera de funcionar en la vida diaria”.
Estos diferentes escenarios nos hablan de la complejidad del ser humano, y de la limitación que podremos tener pese a toda la buena disposición que pongamos en cada caso.
Por eso que debemos ser humildes y saber reconocer que nuestro conocimiento es limitado y no tenemos respuestas para todas las interrogantes, ni podremos ayudar a curar a todas las personas.
1) Emociones tóxicas y códigos de autosabotaje
http://drgeorgeyr.blogspot.com/2010/05/emociones-encapsuladas-que-se-vuelven.html
2) El daño emocional se fragua y desarrolla dentro de nosotros mismos - Ing. Carlos Slim

11/8/10

Aprendiendo a ser padres: "la recompensa funciona mejor que el castigo - Dr. Jay Belsky


Redes 30: Aprendiendo a ser padres (30 minutos)

Entrevista de Eduard Punset con Jay Belsky, psicólogo del Bircbeck College de la Universidad de Londres, del 17 de mayo de 2009 - Redes No.30. Eduard Punset: Hace muy pocos años, nadie hablaba de a ver qué les pasaba a los niños o a los fetos, cuando estaban todavía en el vientre de su madre, para saber cómo se comportarían cuando fueran adultos. Nadie veía esta relación misteriosa entre la infancia y el comportamiento de los adultos. Jay, una de tus grandes contribuciones a este debate, a esta reflexión universal, tiene que ver con la necesidad de tener en cuenta no sólo a las madres sino a las madres y a los padres, y no sólo la relación con los niños sino la interrelación en las familias. De modo que, al fin y al cabo, lo que sugieres es que las cosas son más complicadas de lo que pensábamos, ¿verdad? Jay Belsky: Bueno, de hecho, sigue siendo la gran pregunta. Nadie se dio cuenta de que cuando se añadía un padre a una familia, de modo que ésta tenía una madre y un padre, se creaba otro tipo de relación obvia, la de padre-madre, como existía la de marido y mujer, pero se subestimó el impacto de esta relación en el desarrollo del niño, así como su impacto en la salud de los padres. Y lo que se creó al añadir al padre a la ecuación, fue un sistema familiar mucho más complejo. Eduard Punset: Entonces, es complicado saber por qué, cuando alguien es adulto, se comporta como se comporta... Toda la familia puede ser responsable de ello… En alguna investigación tuya, demuestras que cuando los padres están ausentes, las chicas tienden a empezar la pubertad antes. Jay Belsky: El hecho de que las relaciones durante la infancia podrían afectar el desarrollo físico y sexual, el momento de la pubertad en las chicas, ha sido un descubrimiento muy fascinante. Y esto nació de mi propia investigación sobre lo que ocurre con el desarrollo de un niño cuando lo vemos a través del prisma de la biología evolutiva, cuando planteamos la pregunta: ¿por qué el desarrollo se produce de esta manera?, y no simplemente: ¿cómo se produce?. Parece que lo que sucede es que ha evolucionado algo que estaba codificado en nuestro propio cerebro. Las mujeres tienen un sentido que las lleva a preguntarse: “¿Va a ser precario el futuro? ¿Van a estar ahí los demás y voy a poder confiar? ¿Se puede confiar en los hombres? ¿Van a estar ahí cuando me haga mayor? Pero también como pareja y, todavía más importante, alguien que se vaya a implicar en el cuidado de mis hijos.” La respuesta que reciben a estas preguntas parece que procede de su propia niñez y de la ausencia o presencia del padre. Y también de la calidad del padre. Y parece que, cuando el padre no está presente o cuando la calidad de la paternidad no es demasiado buena, lo que las chicas aprenden, tanto consciente como inconscientemente, es: “No puedo contar con él.” Y esto, biológicamente, las lleva a madurar antes. Y te preguntarás: “¿Por qué maduran antes?”. Porque, en cierto modo, les permite salir y ver, ir más allá antes que las demás, ser más promiscuas con sus parejas y tener más niños y ocuparse de ellos peor, cuidarlos peor. Y tú me dirás: “¿Y por qué querrían hacer esto?”. Y la razón es que si no puedes contar con los demás, sobre todo con los hombres, para tener tres, cuatro nietos en el futuro, quizás tengas que tener más hijos. En cambio, si puedes contar con un hombre en tu vida, si está ahí a tu lado, puedes retrasar la madurez, reunir los recursos físicos y psicológicos y después tener menos hijos, los cuales a su vez te darán pocos nietos porque la vida para ellos será menos precaria, menos arriesgada, más segura y más cierta. Eduard Punset: ¿Pero te das cuenta de lo que sugieres? Es que es muy importante. Sugieres, y por favor corrígeme si me equivoco, que el divorcio se transmite entre generaciones. Jay Belsky: Bueno, hay muchas pruebas de que hasta cierto punto, no del todo, pero sí hasta cierto punto, el divorcio se transmite entre generaciones, y la pregunta fundamental es: ¿por qué ocurre esto? En parte, tiene que ver con las expectativas de que los matrimonios no aguantan. Eduard Punset: Pero, ¿por qué esta ambivalencia es mayor en las mujeres que en los hombres?. Jay Belsky: Creo que una de las diferencias fundamentales entre hombres y mujeres, y es algo que perdemos de vista en el mundo moderno, es que el coste y el valor de cada niño es biológicamente mayor para una mujer que para un hombre, siendo iguales todas las demás condiciones. Los hombres tienen ilimitadas posibilidades de tener muchos hijos. Las mujeres, sin embargo, tienen un número mucho más limitado de posibilidades de tener muchos hijos, así que cada niño tiene un valor distinto; una psicología diferente que ha evolucionado de la mano de estas distintas ventanas de oportunidad en lo que respecta a tener hijos. Jay Belsky: No se sabe con precisión todavía, pero hay indicios de que hay un período sensible, que se produce durante estos tres, cinco o siete primeros años de vida; cuando esta niña codifica información fundamental sobre la disponibilidad de los hombres, la fiabilidad de los hombres, y recoge dicha información basándose en la presencia o no de su padre, en la calidad del tiempo y atención que le brinda... Eduard Punset: No se sabe con precisión todavía, pero hay indicios de que hay un período sensible, que se produce durante estos tres, cinco o siete primeros años de vida; cuando esta niña codifica información fundamental sobre la disponibilidad de los hombres, la fiabilidad de los hombres, y recoge dicha información basándose en la presencia o no de su padre, en la calidad del tiempo y atención que le brinda... Jay Belsky: Fue una investigación llevada a cabo por el Birkbeck College, donde trabajo, en Londres, y sí, lo que hicieron fue reunir a mucha gente mayor, algunos de los cuales fueron enviados al campo en los primeros años de su vida durante la segunda guerra mundial. Otros tenían más edad cuando se les trasladó y algunos nunca fueron trasladados. Y parece que los efectos negativos sobre los niveles de ansiedad y estrés eran mayores para las mujeres que habían sido trasladadas siendo más jóvenes... Sí… Eduard Punset: Con lo que hemos dicho hasta ahora, yo creo que hay datos suficientes para constatar una cosa importantísima, que no sabíamos antes, ¿no? Y es que tenemos que cuidar muchísimo más de lo que lo estamos haciendo, el aprendizaje social y emocional de los niños, y no sólo el aprendizaje cognitivo o de orden académico He oído, por ejemplo, o lo he leído en algún sitio, que cuando los niños son muy pequeños, es mejor felicitarlos que corregirlos. Y cuando ya están en la pubertad, es mejor decirles claramente: “No, te has equivocado”, en lugar de felicitarles. ¿Cuál es la situación? ¿Qué debería hacer con mis nietas? Jay Belsky: Podría decirse que es como si tuviéramos una zanahoria para conseguir lo que queremos, un premio. La idea es que al premiar, animar, apoyar, alabar, parece que se consiguen mejores resultados si esperamos que los niños se porten bien: que se coman los guisantes, que colaboren, que arreglen su cuarto, que esperen su turno, que escuchen atentamente… mejor que si nos enfadamos con ellos, los castigamos, los amonestamos. Pero esto no significa que los castigos adecuados no sean útiles. Es cuando se convierte en una excepción en nuestra estrategia con el niño cuando es útil, sobre todo cuando se acompaña de palabras como: “ah, muy bien, hiciste esto”, “ah, muchas gracias”, “ten esto”. Pero al mismo tiempo, es importante no recompensarlos todo el rato y por todo porque entonces devaluamos la moneda. Eduard Punset: Pero para complicar las cosas, en general hay dos personas, quiero decir, el marido y la mujer, y dices algo que es difícil de entender, dices que no debemos ser necesariamente un frente unido, en otras palabras, que deberíamos buscar formas de complementarnos, diferenciarnos pero esto no significa necesariamente que tengamos que decir lo que el marido o la mujer ha dicho antes. Jay Belsky: De lo que hablamos aquí es de la paternidad compartida. Y se puede pensar en la paternidad compartida como en algo bueno, cooperativo y positivo o como en algo malo, negativo y no cooperativo. Si tu mujer le dice al niño: “Vamos arriba que te toca el baño.” Tú, como marido, puedes decir: “Venga, Tomy, ve arriba con tu madre a bañarte”, y está bien pero es una simple reiteración o repetición. Es mucho más eficaz y mucho más satisfactorio para tu pareja e incluso para tu hijo decir algo que complementa y añade algo a lo dicho: “Venga, ve arriba con tu madre a bañarte y después te leeré un cuento.” De esta forma, aumenta la motivación y el deseo del niño. No digo que simplemente reiterar lo que tu mujer o pareja acaba de decir no sea bueno sino que no es tan hábil como complementarlo, añadir algo, contribuir con un poquito más. Lo que realmente no hay que hacer es contradecirlo. Eduard Punset: Parece que otra manera de utilizar la paternidad erróneamente, y sucede sobre todo con los maridos y los padres, es cuando intentan ser el colega o el compañero o el amigo del niño, hasta el punto de que realmente olvidan los objetivos de la paternidad. ¿Qué quieres decir con esto? Jay Belsky: El problema de querer ser amigo de tu hijo, es que puedes acabar anulando al padre responsable, al que tiene que decir que no, al que tiene que negar privilegios, al que tiene que castigar, al que tiene que poner normas, al que tiene que hacer que el niño se sienta responsable de sus actos. Y al niño puede resultarle difícil de entender; pensaría: “Pensé que eras mi amigo, pensé que eras mi colega. Mis amigos, mis compañeros no me dicen lo que tengo que hacer y lo que no tengo que hacer”. Por eso, lo que yo digo es que no debemos querer ser amigos de nuestros hijos, tenemos toda la vida para hacerlo y serlo, cuando sean jóvenes adultos y después. Eduard Punset: Jay, quizás la parte más explosiva de nuestra reflexión, me refiero a las guarderías, que se ocupan de los niños porque las mujeres están trabajando, por lo que no pueden ocuparse de sus hijos. Según los resultados que se desprenden de tus investigaciones, las guarderías no son buenas o no son tan buenas como pensamos que serían para el futuro de los niños. ¿Cómo podrías resumir la situación? Jay Belsky: Creo que en lo que respecta a las guarderías y a cualquier otro método de cuidado infantil no materno que utilizan las familias a menudo es realmente ambivalente. Cuando el niño empieza a pasar muchas horas en este tipo de ambiente, en sus tres, cuatro o cinco primeros años de vida, durante treinta o cuarenta horas por semana en la guardería, parece que esos niños son más agresivos y desobedientes cuando se hacen mayores. Sin embargo, también sería un error condenar a todas las guarderías o cuidadores infantiles como algo malo, porque no es cierto. Hay muchas pruebas, y hablo ahora de lo bueno, de que unos cuidados infantiles de calidad, que sean dispensados por un personal sensible y atento fomentan el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño. De modo que, en mi opinión, la moraleja parece ser que si se van a utilizar estos servicios, si se puede, es mejor empezar después de los cuatro o cinco primeros años de vida del niño en lugar de empezar demasiado temprano. Tenemos que intentar que sean los mejores cuidados posibles. La triste verdad es que en algunos países pagamos más por aparcar el coche que por aparcar a nuestros hijos. Pero quiero que quede claro, no hay que dramatizar. Nadie está hablando aquí de que muchas horas en manos de cuidadores infantiles vaya a transformar a los niños en asesinos del hacha. Se produce un leve incremento de la agresividad y desobediencia. Pero ¿qué pasa con todos esos niños que se han pasado años con cuidadores, que son algo más agresivos y desobedientes, no mucho más pero un poco más, y que luego acaban en la misma clase? ¿Les costará más controlar esas clases a las maestras? ¿Podrían ser contagiosas esa agresividad y desobediencia y transmitirse a otros niños que no han estado con cuidadores? De hecho, hemos investigado el asunto y hemos descubierto que esto es exactamente lo que sucede. Por lo tanto, antes de que neguemos o desmintamos el hecho de que se trata de efectos leves - aunque no se acaba el mundo, no hablamos de ninguna tragedia- no deberíamos negarlo al decir: “bueno, no importa.”. Eduard Punset: Parece que si es cierto lo que estamos sugiriendo, estamos en una especie de prehistoria de lo que el Estado podría o debería hacer para cambiar todo esto. Ahora tenemos a las jóvenes generaciones que dicen que Europa se ha equivocado porque no han dado suficientes ayudas para que una mujer joven y con un hijo pueda estudiar. ¿Qué nos deparará el futuro? Jay Belsky: Lo que me gustaría que ocurriera en el futuro es que los gobiernos dejaran elegir a nuestras familias. Me siento consternado cuando veo que los gobiernos deciden subvencionar a las familias que dejan a sus hijos con cuidadores y hacen pagar más impuestos a las familias que deciden trabajar media jornada. A mí, esto no me parece igualitario, no me parece justo. ¿Por qué no darles recursos a las familias y decirles: qué queréis hacer con estas ayudas familiares o subsidios por hijo? ¿Queréis pagar las cargas sociales y que alguien esté en casa ocupándose de vuestro hijo? ¿O preferís salir y comprar algo en el mercado que se llama cuidador? Y al mismo tiempo, deberían asegurarse -de la misma forma que otorgan licencias a los restaurantes para garantizar que no sirven comida contaminada-, deberían asegurarse de que las guarderías no contaminan a nuestros hijos. Sabemos ahora que la familia es más importante que cualquier cuidador. Pero parece cada vez más evidente que todos los niños no responden igual a estas experiencias. De hecho, tiene sentido desde un punto de vista biológico Eduard Punset: Sí, y tenemos pruebas que creo que también mencionas en algún sitio: es el caso de los orfanatos rumanos que en una época fueron un lugar horrendo y cruel. Allí descubrimos que las carencias no afectaban por igual a todos los niños. Algunos se vieron afectados pero otros, te sorprendiste al descubrir que apenas había tenido ningún efecto para ellos. Jay Belsky: Es como si oyeran llover. Oímos hablar de ello constantemente. Llamamos a estas personas resilientes. Personas que sobreviven a las peores calamidades, que crecen en familias muy pobres, que han sido maltratadas por sus padres, que han crecido en viviendas horribles y, sin embargo, lo superan y les va bien. Mi hipótesis es que a estos niños las experiencias que han vivido no les influyen demasiado. Serían los mismos en un ambiente malo que en un ambiente bueno. Los demás, en cambio, si están en un ambiente malo se hunden, les va mal, pero si estuviesen en un entorno bueno, saldrían adelante y les iría bien. Los bebés y los niños pequeñitos, los que llamamos niños difíciles con temperamentos difíciles, que sabemos que corren el riesgo de sucumbir cuando reciben cuidados deficientes, cuando sus padres no son sensibles, cuando sufren abusos, cuando están expuestos al divorcio de sus padres, se demuestra que son vulnerables. Son los que más sufren los efectos negativos. Pero parece que esos mismos niños, cuando las cosas van bien, cuando los cuidados son buenos, cuando los padres son sensibles, cuando el matrimonio es sólido, sacan un partido inmenso de todo ello. Son maleables, reaccionan de muchas formas distintas. Son organismos plásticos. Eduard Punset: Sí, actualmente los neurólogos hablan de la plasticidad del cerebro. Jay Belsky: Así es. Pero creo que hay diferencias individuales en cuanto a la plasticidad, creo que, en función de sus experiencias, algunos niños son más plásticos y maleables que otros. ¿Es algo innato a la genética? ¿O acaso es algo inducido y configurado por el ambiente? Hay pruebas que demuestran que ambas posibilidades pueden ser ciertas. Yo creo que algunas de las variaciones de la plasticidad, algunas de las diferencias son genéticas. Pero también hay pruebas de que cuando las madres están muy estresadas durante el embarazo, los bebés acaban siendo más irritables, tienen un temperamento más complicado, y parece que se trata de un marcador de la sensibilidad al entorno, de la mayor plasticidad como he comentado. Si es un buen entorno, y quizás sea la excepción habida cuenta de lo que ocurrió antes del nacimiento, las cosas irán bien, pero si es un mal entorno, algo probable teniendo en cuenta lo que ocurrió antes, las cosas irán mal. Así que ambos casos son posibles: la plasticidad puede tener su origen en la naturaleza, en los genes, donde unos son más plásticos que otros. Pero también podemos tener un origen basado en el ambiente, en función de la programación manipulada y del estrés vivido durante el embarazo. Eduard Punset: Hemos descubierto cosas increíbles como que se comunican las distintas generaciones entre sí, de manera que las niñas que han vivido en una familia que ha sufrido un divorcio, pues son de mayores unas personas más dadas al divorcio y más inseguras, tienen una concepción del matrimonio distinta, hasta cierto punto, del resto. Lo que hemos descubierto, y esto todavía no se sabe en la calle de manera suficiente, lo que hemos descubierto es que, una gestión deficiente, privada de cariño y de inteligencia, de las emociones de un niño, en edades muy cortas, incide de manera muy directa en el comportamiento de este niño cuando es adulto, cuando es mayor.

29/6/10

LA TELEMEDICINA ANTICIPARÁ A LA ENFERMEDAD - Dr.Francisco Fernández-Avilés

Redes 65: La nueva cardiología

-Entrevista de Eduard Punset al Prof. Francisco Fernández-Avilés

- Hospital Gregorio Marañón de Madrid

- Emisión del programa Redes para la ciencia de TVE del domingo 27 de Junio de 2010.

Biología, anticipación y humanidad son las claves de la nueva revolución cardiovascular -Franciso Fernández-Avilés

Eduard Punset: Bueno, es impresionante, ¿no?, hasta hace qué, ¿diez años?, creíamos que todas las células de nuestro cuerpo podían regenerarse con dos excepciones importantísimas. Las células del cerebro y el corazón, a partir de un momento determinado, no se regeneraban. O sea, ésa era la creencia universal, Paco. Pero ahora venís los anatomistas, los médicos, los especialistas en órganos, humanos, y nos decís, no, no, no sólo es que pueden cambiar, es que cambian, vamos, estructuralmente. ¿Qué ha significado esto?

Francisco Fernández-Avilés: Pues… Ha significado, desde el punto de vista conceptual, pues un shock. Hemos cambiado las enseñanzas clásicas que, todavía, yo creo que se están impartiendo y en las cuales se establece un dogma o se establecía un dogma que negaba la capacidad de dos órganos concretos, del corazón y del cerebro.

Eduard Punset: Nada menos…

Francisco Fernández-Avilés: Y del tejido nervioso del cer

ebro… Lo que sabemos hoy, en contra del dogma clásico es que existen, junto con las células adultas que conforman el tejido funcionante del corazón, que es fundamentalmente músculo, pero también otras estructuras, como la red eléctrica que elabora y transmite los impulsos, y el tejido vascular del corazón, que todas esas estructuras conviven con nichos de células madre, de células progenitoras que son un remanente de la etapa embrionaria y que están allí, en nichos produciendo…

Eduard Punset: Increíble.

Francisco Fernández-Avilés: Una renovación a medida de lo que el órgano fisiológicamente requiere por motivo del envejecimiento natural y también en respuesta a agresiones que puede sufrir ese órgano como puede ser el infarto, las sobrecargas, en caso de que exista algún problema valvular o el rechazo en pacientes que tienen un corazón trasplantado.

Eduard Punset: Hoy día, en el mundo, en Occidente, en los países, digamos, desarrollados, se ha disminuido en un 50% las muertes por causas cardíacas pero en el resto del mundo, de alguna manera, se utilizan tan mal o se distorsionan tanto determinados hábitos y usos que, en términos globales, de cara al futuro, la principal razón, la principal causa de muerte, va a seguir siendo cardíaca.

Francisco Fernández-Avilés: Sin ninguna duda. Ya en el mundo industrializado, una de cada tres muertes es de causa cardíaca. En el año 2020, esto ocurrirá en todo el globo.

Eduard Punset: Fíjate.

Francisco Fernández-Avilés: Pero hay una cosa paradójica: en el mundo industrializado, ya en el mundo global que vivimos ahora, se extienden de una manera muy rápida y muy eficaz los tratamientos de las cardiopatías agudas. Hace diez, quince años, la mortalidad hospitalaria, el infarto agudo de miocardio era de un 20%, ahora es de menos de un 5%. Esto es un beneficio extraordinario, pero produce una población de pacientes crónicos que tienen riesgo de desarrollar progresivamente…Una falta de función cardíaca suficiente por la evolución del tejido destruido. Y éste es, digamos, el objetivo prioritario de la medicina cardiovascular: prevenir y tratar la insuficiencia cardíaca. Ante la ausencia de previsiones respecto a tratamientos farmacológicos en este sentido, se han desarrollado o se intentan desarrollar otras alternativas. Una de ellas es la terapia celular. Sabiendo que en el corazón, a lo largo de la vida de una persona, se renuevan al menos el 50% de las células que tenía en su nacimiento, se establece la hipótesis de que esta capacidad que tiene el corazón de regeneración, se puede potenciar con células progenitoras o bien estimulando los nichos de células que tiene el propio corazón con factores de crecimiento o bien…

Eduard Punset: Insertando…

Francisco Fernández-Avilés: Injertando células progenitoras procedentes de otros órganos o de otros tejidos, utilizando fundamentalmente tres tipos de células: células derivadas del músculo esquelético, del músculo normal, células derivadas de la médula ósea y, finalmente, hay una esperanza muy especial en las células mesenquimales que se pueden obtener de la grasa. Esto es un ejemplo de utilización…Un catéter como éste… Este catéter lo introducimos por la arteria femoral, y lo vehiculizamos hasta el corazón utilizando este dispositivo que, aparentemente, es un ordenador normal pero que, en realidad, es una tecnología muy compleja, que se llama de navegación electromecánica. La navegación electromecánica que se utiliza en cardiología desde hace bastante tiempo para el tratamiento de las arritmias ahora la hemos adaptado para insertar las células progenitoras, en este caso de la grasa, en el músculo cardíaco. Esta tecnología nos permite reconocer con un código de colores la zona normal, que sería la zona de color rosa…

Eduard Punset: Rosa.

Francisco Fernández-Avilés: De la zona enferma, que sería en este caso esta zona, que se marca aquí con colores entre azul y amarillo y nos permite también guiar este catéter que, en su parte final, tiene una agujita y que está conectado a una jeringa y es donde nosotros inyectamos…, las células madre… Y estos puntos de color rojo muy oscuro, de color marrón, son los sitios en donde se han hecho las inyecciones... Y siguiendo, esta metodología, se hacen, se han hecho aproximadamente entre quince y veinte inyecciones de células. Éste es un estudio que hemos hecho en pacientes que estaban muy afectados por enfermedad extensa de las arterias coronarias, sin opción terapéutica, es decir, eran pacientes que no respondían al tratamiento médico con pastillas. Y que no tenían capacidad de ser intervenidos mediante cirugía o mediante ninguna otra técnica y en los cuales hemos aplicado este tratamiento para mejorar la capacidad contráctil del corazón y sobre todo para irrigar mejor el corazón, porque estas células fundamentalmente crean nuevos vasos, y aliviar su angina de pecho.

Eduard Punset: La gente se preguntará: “Oye si ya sois capaces de reparar un corazón enfermo, ¿vais a ser capaces un día de fabricar un corazón nuevo?”. Y eso me dicen, Paco, no sé si es verdad, que ya lo habéis hecho con ratas, o sea que ya habéis tomado un corazón de un ratón cadáver, lo habéis…, lo que llamáis, “descelularizado” con detergentes o no sé qué, lo habéis dejado en una pura trama de algo, de una especie de red, y luego le habéis echado allí unas células madre y resulta que esas células se han ido cada una a su sitio y han fabricado un corazón nuevo. Bueno, ¿es cierto eso?, ¿y cuán lejos estamos del siguiente paso?

Francisco Fernández-Avilés: Las marchas empiezan por un paso. Y aquí ya se ha dado un paso muy importante. Lo que sabemos hoy a ciencia cierta es que se puede eliminar todo el tejido celular no solamente del corazón sino de otros órganos, se ha hecho en el corazón, se ha hecho en el hígado, se ha hecho en el riñón, se ha hecho en animales enteros, se ha podido eliminar todo el contenido celular de una estructura entera de un animal pequeño y que eso, deja al descubierto una matriz, un andamiaje, una estructura reticular tridimensional sobre la cual el sembrar posteriormente…Células progenitoras adultas permite regenerar todo lo que es la estructura del órgano con todos sus componentes.

Eduard Punset: ¿Tienes alguna imagen donde podamos ver esto?

Francisco Fernández-Avilés: Esto es una imagen correspondiente a un corazón de rata al que se le han eliminado todas las células mediante un cóctel que nosotros llamamos un cóctel detergente. Es un cóctel de sustancias que introducidas por el sistema coronario, por el sistema vascular del corazón eliminan todas las células. Una vez eliminadas las células, que es lo que se ve, lo que se ha visto anteriormente…Se ha repoblado el corazón de ratón y se ha conseguido “recelularizar” hasta convertirlo en un corazón funcionante…

Eduard Punset:¡Y se ha hecho sola!,¡ se ha hecho sola esta red celular!

Francisco Fernández-Avilés: Se ha hecho administrando células adultas…Que han reconocido en esa estructura tridimensional sin células creada previamente el camino que tienen que seguir para saber que tienen que crecer, cuánto tienen que crecer…Hacia dónde tienen que dirigirse y no solamente esto, en qué se tienen que especializar porque un corazón no es solamente músculo, un corazón tiene muchas otras cosas, tiene vasos, tiene un sistema eléctrico que conduce…

Eduard Punset: ¿Y quién les cuenta todo esto?

Francisco Fernández-Avilés: Pues parece ser que la estructura tridimensional es el mensaje que necesitan para saber qué es lo que tienen que hacer y esto es un poco copiar a la naturaleza, lo que se ha visto del desarrollo embrionario es que primero influye la espacialidad, primero se conforma el espacio y después se crea el órgano.

Eduard Punset: Entonces, eso, eso lo habéis hecho con ratas. ¿Y lo vais a poder hacer con humanos eso algún día?

Francisco Fernández-Avilés: Bueno, nosotros trabajamos en colaboración con la Universidad de Minnesota, con la profesora Taylor…Y toda la parte, digamos experimental, que se ha desarrollado allí, no solamente con corazón sino con determinados órganos, y no solamente en animal pequeño sino en animal grande se va a complementar con el desarrollo humano en nuestro centro, en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Lo que hemos hecho ya es iniciar un proyecto que le llamamos Proyecto SABIO, que significa en inglés matrices para la creación de órganos artificiales para trasplantes. Entonces, lo que nosotros pretendemos, efectivamente, es lo siguiente: es utilizar órganos humanos, procedentes de donaciones en las cuales este órgano no se ha podido aprovechar porque no reunía los requisitos adecuados, esto es un proyecto que se hace en colaboración con una de las estructuras, digamos, más ejemplares de nuestro país, que es la Organización Nacional de Trasplantes. Nosotros trabajamos coordinadamente, no solamente los cardiólogos del Marañón sino otros investigadores de riñón, de hígado, de cirugía plástica para poder, en colaboración con la ONT, y con la Universidad de Minnesota obtener…órganos humanos, de eliminar el contenido celular de estos órganos…

Eduard Punset: O sea, hacéis lo mismo que habéis hecho con el corazoncito del ratón…

Francisco Fernández-Avilés: Eso es, y crear un banco de matrices, y tener este banco para que en un momento determinado con las células de un paciente que pueda necesitar un trasplante y con el tiempo suficiente poder crear un órgano bioartificial que se le pueda trasplantar eliminando los dos grandes inconvenientes que tiene el trasplante: uno de ellos es la escasez de donantes, habría un banco con matrices disponibles, y lo otro, que no es menos importante, es que el nuevo órgano creado con las células del propio paciente, a medida del paciente, por sus células…No será reconocido como extraño sino como propio y, por lo tanto, no dará lugar al rechazo, que es una de las limitaciones más importantes que tiene el trasplante de órganos en el momento actual.

Eduard Punset: Tú mencionas también otras cosas que, en este proceso de cambio a este mundo nuevo, ¿no?, de trasplantes, dices: “No sabemos todavía en qué medida, por ejemplo, es posible regenerar corazones grandes.” Lo sabemos hacer con ratitas pero no sabemos si vamos a ser capaces de hacerlo con corazones más grandes.

Francisco Fernández-Avilés: El problema de las dimensiones es un problema importante… no es lo mismo regenerar un corazón de ratón, que puede pesar aproximadamente un gramo. Y esto es una cosa importante…Porque tienes que proveerlo de nuevas células para un gramo, eh, que regenerar una estructura que pesa aproximadamente 350 gramos.

Eduard Punset: Es que estoy viendo estas imágenes y es increíble, ¿no?

Francisco Fernández-Avilés: Esta imagen… Ésta es espectacular.

Eduard Punset: Y sabes, esto ya me convence, ya sé que tengo que acordarme de que es sólo un gramo este corazón, ¿no?

Francisco Fernández-Avilés: Pero es muy convincente.

Eduard Punset: Pero es de un poder de convicción impresionante.

Francisco Fernández-Avilés: Es muy convincente porque te demuestra que se puede. Y habrá muchos problemas, el problema de producir células en cantidad suficiente, el problema de elegir qué tipo de células va mejor o incluso de combinar distintos tipos de células.

Eduard Punset: Oye, por qué no explicamos un poco a la audiencia, porque yo me pierdo también, ¿cuál es la diferencia entre células embrionarias, células madre vamos, embrionarias, y células madre adultas? ¿Y por qué si son más flexibles y más plásticas las embrionarias, en el fondo estáis trabajando casi todo el rato con células madre adultas? O sea, ¿cuál es el problema de las células embrionarias?

Francisco Fernández-Avilés: Muy bien. El problema de las células embrionarias es un problema fundamentalmente de seguridad. Las células embrionarias son las únicas que son verdaderamente pluripotentes, las únicas, junto con este nuevo…Eduard Punset: IPS.

Francisco Fernández-Avilés: Con esta nueva familia de IPS, que todavía está naciendo, digamos, pero que está avanzando muy rápido. Se llaman IPS, “células pluripotentes inducidas” que son células adultas que con procedimientos de “reprogramación genética” pueden tener la misma plasticidad que una célula embrionaria. Las células embrionarias tienen una plasticidad espectacular, crecen muy rápido y se transforman en cualquier cosa, son capaces de regenerar, sin ninguna duda, cualquier estructura del organismo y, concretamente, han sido utilizadas con éxito en experimentación animal, las células embrionarias, en un modelo de cerdo con infarto, en un modelo muy parecido al modelo humano, la administración de células embrionarias reconoce la zona infartada, anidan en la zona infartada…Y la regeneran íntegramente, todas sus estructuras.

Eduard Punset: ¿Y dónde encontramos esas células?

Francisco Fernández-Avilés: ¿Cuál es el problema? Bueno, el problema realmente es que las células verdaderamente pluripotentes son de las primeras etapas del desarrollo humano.

Eduard Punset: Del embrión.

Francisco Fernández-Avilés: Del embrión. ¿Cuál es el problema de estas células? El problema de estas células deriva en que su plasticidad es tan alta que puede producir tumores. Entonces, esto es una cosa que todavía no está resuelta. Y el segundo problema, estamos hablando de problemas exclusivamente médicos, es que son células que, si se trasplantan a un animal o a una persona del cual no proceden son reconocidas como extrañas y producen un rechazo que obligaría a lo mismo que pasa, que estábamos comentando con el trasplante, obligaría a utilizar tratamientos inmunosupresores de por vida. Entonces, cuando uno piensa en la creación de órganos bioartificiales ve muchas dificultades pero con todo esto encima de la mesa, sabemos que, antes o después seremos capaces de crear órganos artificiales y de aplicarlos. El horizonte es largo, no estamos hablando por supuesto de meses sino de años…

Eduard Punset: Y décadas. Francisco Fernández-Avilés: Y no de pocos. Probablemente de décadas. Eduard Punset: ¿Me puedes explicar por qué somos tan malos prediciendo? En economía también somos malísimos, ¿eh?, pero tampoco parece que seamos capaces de predecir infartos. Le llegan a la gente y te dicen: tuvo un infarto, estaba en el ascensor, pobre y…

Francisco Fernández-Avilés: Yo creo que las “ómicas”, la genómica, la farmacogenómica, los biomarcadores de diferente tipo y sobre todo los estudios poblacionales, metidos todos en un ordenador, en muy poco tiempo, estamos hablando de cinco, ocho años, nos van a permitir predecir muy pronto si una determinada persona tiene riesgo de padecer determinado tipo de enfermedades, en este caso, la arterioesclerosis que produce tanto la enfermedad vascular cerebral como el infarto. La obligación de los médicos del siglo XXI es la anticipación. Imagínate pacientes con una insuficiencia cardíaca ya establecida, ¿qué es lo que necesitamos? Un impulso tecnológico que nos ayude a identificar su proceso y a monitorizarlo en cada momento y a anticiparnos mediante telemedicina, eh, a la siguiente descompensación. Es decir, que vivimos una

medicina de anticipación que tiene que centrarse, en el caso de la medicina cardiovascular, en los biomarcadores. Biomarcadores son señales procedentes del conocimiento poblacional, señales procedentes de la genómica y señales procedentes de otros parámetros biológicos procedentes del análisis de muestras o de la utilización de técnicas de imagen. ¿Cuál es el sueño? Yo te digo cuál es el sueño. El sueño es que yo esté en mi consulta dentro de esperemos poco…

Eduard Punset: Me haces un… me sacas una gota de sangre. Francisco Fernández-Avilés: Te saco una gota de sangre y te digo, mira, no te preocupes. O te digo, mira, vamos a hacerte un estudio de imagen de tus arterias coronarias para ver si realmente se confirma que este biomarcador o este conjunto de biomarcadores, que no salen bien, están produciendo alguna enfermedad en las arterias coronarias. De tal manera que, antes de que tú tengas cualquier síntoma, simplemente por tu preocupación, se pueda detectar y atacar la enfermedad que, estando sintomático, a lo mejor estás desarrollando. Esto es el sueño y está basado en biomarcadores que en el caso de la medicina cardiovascular, cada vez tienen un componente más biológico y menos mecánico.