¿Cómo puede morir alguien con tanto dinero, una familia inmensa y fans en todo el mundo?
¿Cómo alguien, que puede tener muchos doctores a su disposición, puede morirse de esa forma?
Obviamente alguien con tanto dinero, puede morirse repentinamente, así ha sucedido desde siempre y seguirá sucediendo hasta el final de los tiempos.
Y ha sucedido hoy con Michael Jackson, como ayer con John John Kennedy, con Lady Di, o con Ayrton Senna, por citar cuatro celebridades de nuestro mundo occidental que han muerto en la plenitud de su vida, los tres últimos, en forma violenta y Michael Jackson en condiciones que la medicina forense podrá determinar en última instancia.
¿Será que estaba mucho más enfermo de lo que había trascendido previamente?
¿Será que teniendo información de ello, planificó su despedida final con una gira mundial que no pudo concretar?
El hermetismo de la mayoría de la familia, apunta a que desean que se maneje con discreción, este doloroso trance de lo que probablemente haya sido la fase final de una dolorosa enfermedad, llevada con entereza hasta los últimos días.
Pero sea la causa que fuere, no habrá de mitigar en mucho la carga de dolor, tristeza y desolación, que esta muerte ha deparado, en sus millones de fans y admiradores.
Cuando estas muertes repentinas ocurren en personas jóvenes, exitosas e idolatradas, se nos debería hacer más fácil comprender que "ni la mayor riqueza material del mundo podrá asegurarnos la salud, ni la vida, así como tampoco la salud y la vida de nuestros seres más queridos, ni tampoco la felicidad, ni la dicha, ni la juventud, y ni siquiera una estabilidad emocional tan necesaria para conseguir sentirnos bien con nosotros mismos y vivir con plenitud y gozo nuestra vida".
La muerte y en este caso la muerte de un ser tan querido e idolatrado por millones y millones de personas, nos debe hacer recordar también que “forma parte de la vida”, sería desde cierta perspectiva trágica, nuestro acto final; así está escrito en nuestros genes, en nuestra biología y en nuestro legado ancestral, es una ley universal, y así como todas las Leyes Universales, las entendamos o no, las comprendamos o no, son magnánimas, son infllexibles.
La ocasión se presenta también para recordar lo escrito en el siglo XV por el poeta que abre el camino de la lírica del renacimiento, Jorge Manrique, en las “coplas por la muerte de su padre:
Nuestras vidas son los ríos..
que van a dar en la mar, que es el morir;
allí van los ríos señoríos, derechos a se acabar y consumir;
allí van los ríos caudales, allí los otros medianos y los más chicos,
y llegados…son iguales, los que viven por sus manos, y los ricos.
Este acontecimiento de repercusión emocional mundial, es propicio para reflexionar no sobre la muerte, sino sobre la vida y sobre los aspectos más prominentes de la misma, como lograr la plenitud, encontrar la felicidad, sobre la fortaleza interior, sobre la generosidad, sobre las emociones, sobre el amor, la amistad, el trabajo y todos aquellos valores, que hoy en día, aunque pareciera que estuvieran algo devaluddos en el colectivo social, siguen siendo y seguirán siendo los que nos dan realmente contenido a la vida, un contenido humano y trascendente.
El encontrarle un valor y un significado grandioso a la vida, es lo que nos permitirá vivirla en plenitud, y descubrir "que hay vida antes de la muerte" como refiere Eduard Punset en su "camino a la felicidad".
También el Ing. Carlos Slim Helú en su carta a los jóvenes estudiantes, nos entrega valiosísimas reflexiones:
La fortaleza y el equilibrio emocional están en la vida interior y en evitar aquellos sentimientos que corroen el alma, tales como la envidia, los celos, la soberbia, la lujuria, el egoísmo, la venganza, la avaricia, la pereza, todos ellos son venenos que se ingieren poco a poco.
Cuando den, no esperen recibir. “Queda aroma en la mano del que da rosas”, dice un proverbio chino.
No permitan que sentimientos y emociones negativas dominen su ánimo.
El daño emocional habitualmente no viene de terceros, sino que se fragua y desarrolla en nosotros mismos.
No confundan los valores ni menosprecien sus principios.
El camino de la vida es muy largo, pero se transita muy rápido.
Vivan el presente intensa y plenamente, que el pasado no sea un lastre, que el futuro sea un estímulo.
Cada quien forja su destino y puede influir sobre la realidad. No la ignoren.
Vivan con sentimientos y emociones positivas como el amor, la amistad, la lealtad, el valor, la alegría, el buen humor, el entusiasmo, la paz, la serenidad, la paciencia, la confianza, la tolerancia, la prudencia y la responsabilidad.
Los opuestos que no invadan el alma, que duren poco en su ánimo, no los dejen alojarse, aléjenlos. Muchas veces cometerán errores, es usual y humano, traten siempre que sean menores, acéptenlos, corríjanlos y olvídenlos.
No se obsesionen por ellos, el cielo y el infierno están en nosotros.
Lo que más vale en la vida no cuesta y cuesta mucho: el amor, la amistad, la naturaleza y lo que sobre ella ha logrado el hombre de formas, colores, sonidos, olores que percibimos con nuestros sentidos, sólo puede ser apreciado cuando estamos anímicamente despiertos.
Vivan sin miedos y sin culpas; los miedos son los peores sentimientos del hombre, lo debilitan, lo inhiben a la acción y lo deprimen, y las culpas son un lastre enorme en nuestro pensar, al actuar y en la vida. Hacen difícil el presente y obstruyen el futuro. Para combatirlos, seamos sensatos y aceptémonos como somos, con nuestras realidades, nuestros méritos y nuestras penas.
La ocupación desplaza a la preocupación y los problemas, al enfrentarlos, desaparecen.
Así, los problemas deben hacernos cada vez más fuertes. De los fracasos, aprender y los éxitos deben ser estímulos callados.
Actúen siempre conforme les dicte su conciencia, pues a ésta nunca se le engaña.
Los miedos y las culpas, entonces serán mínimos.
No se encierren, ni arruinen su vida, vívanla con la inteligencia, el alma y los sentidos despiertos y alertas; conozcan sus manifestaciones y edúquense para apreciarla y disfrutarla.
El trabajo bien hecho no es sólo una responsabilidad consigo mismos y con la sociedad, es también una necesidad emocional.
Al final nos vamos sin nada, sólo dejamos nuestras obras, familia, amigos y, quizá, una positiva influencia, por lo que en ellos hayamos sembrado"
Ver en este mismo blog: El daño emocional habitualmente no viene de terceros, se fragua y desarrolla en nosotros mismos - Ing. Carlos Slim Helú
Michael Jackson no ha muerto, mi querido doctor. Pero es plausible que usted tomo este caso de ejemplo para despertar conciencia en la humanidad.
ResponderEliminarun saludo.