7/1/15

El poder y el sexo funcionan a través de los mismos circuitos cerebrales y por eso al igual que las drogas pueden ser muy adictivos - Ian Robertson


Incluso ante minúsculas dosis de poder, nuestro comportamiento cambia. (Ian Robertson).
A todos nos gusta el éxito. Vencer los retos que nos plantea nuestro día a día nos hace sentir bien y a su vez nos estimula para afrontar y vencer nuevos desafíos.
Esto es lo que se conoce como winner effect o efecto ganador y de ello hablaremos con el psicólogo Ian Robertson en este capítulo de Redes.
Robertson nos mostrará cómo, bien dosificado, el efecto ganador impulsa la innovación y nos hace más competitivos.
¡Pero cuidado! No hay que dejar que el éxito nos domine, de lo contrario, el efecto puede mostrar su faceta más dañina.
Eduard Punset: Ian, lo primero que querría preguntarte es a ver si me puedes contestar por qué algunas personas creen que siempre van a ganar, que son ganadores, y otras son tímidas y no se ven para nada como ganadoras.
Ian Robertson: Es una pregunta muy buena, Eduard, y como en la mayoría de los casos no hay una única respuesta. Sin embargo, creo que las experiencias de éxito precoces y la confianza que generan son un factor clave porque lo fundamental del éxito es que el éxito llama al éxito. Se trata de un feedback positivo. Así que si tienes éxito en la vida, estás más preparado para tener éxito, vistos los efectos que el éxito provoca en la mente y el cerebro.
Eduard Punset: Ahora que te estaba escuchando pensaba ¿por qué demonios siempre queremos ganar a toda costa? 
Ian Robertson: Queremos ganar por muchas razones, una es que nos hace sentir bien. Siii, nos hace sentir bien... es como una mini dosis de cocaína. Es como tomar una droga. Nos sentimos bien y repetimos aquello que nos hace sentir bien. Segundo, al ganar una vez probablemente volvamos a ganar en el futuro.  Así que tenemos la anticipación de la recompensa. La gente que triunfa no tiene en cuenta las amenazas, se centra en las posibilidades de recompensa futuras.
Fue uno de los problemas de la crisis financiera de 2008, que durante al menos una década hubo un grupo de jóvenes financieros y banqueros conscientes de su éxito, que obtuvieron inmensos bonos, pingües beneficios, y que se sentían inmensamente poderosos al controlar los mercados del mundo entero, no estaban alerta, su atención estaba totalmente alejada de cualquier recuerdo de crisis o riesgo.
Eduard Punset: Pensemos por un momento en una cuestión que ha estado muy presente en la prensa. Sabes, trabajé varios años para el FMI y creo que él fue Presidente del FMI, Dominique Strauss-Khan, ¿no? ¿Cómo puede explicarnos brevemente un científico como tú algo que parece inexplicable para el resto de la humanidad?
Ian Robertson: Sí... Bueno, Dominique Strauss-Khan era un hombre extraordinario, con un gran talento. Fue una gran pérdida para el mundo porque era un hombre muy inteligente que hizo un trabajo fantástico, creo, como Director del FMI.
Pero tenía ese gran defecto de personalidad: parece que era adicto al sexo. Había tenido problemas con el sexo incluso antes del gran escándalo que provocó su caída y que él mismo confesó.
Disfrutaba de distintas prácticas sexuales muy a menudo y, ya sabes, las motivaciones y deseos humanos pueden verse condicionados por la práctica repetida, que puede aumentar todavía más el deseo. Y el poder, tener poder –él era un hombre muy poderoso- también aumenta el deseo sexual porque ambos funcionan a través del mismo mecanismo cerebral llamado "circuito de recompensa".
Así que cada vez que nos sentimos bien porque alguien nos elogia, algún colega se fija en nosotros o, sabes, practicamos sexo, es ese mismo circuito el que hace funcionar el sistema.
Eduard Punset: ¿Algunas neuronas se excitan?
Ian Robertson: Sí .. Sí, entonces, ya sabes: si consumes cocaína, por ejemplo... La razón por la que la cocaína es una droga adictiva es porque logra adueñarse del circuito de recompensa, o sea del grupo de neuronas que se encuentran dentro del cerebro y que producen dopamina.
Se asocia el incremento de la acción de la dopamina a sentirse bien, sentirse a gusto, sentirse recompensado de distintas formas. Las drogas pueden adueñarse de ese sistema, aunque tener poder, sabes, ser el responsable del FMI o ser el Presidente de un país.
Eduard Punset: Produce el mismo efecto.
Ian Robertson: Activa el mismo sistema e incrementa el deseo sexual y también te convierte en alguien más inteligente.
Y necesitamos líderes que ganen inteligencia al tener poder porque ser líder es muy estresante. Lo que hace la dopamina es reducir el cortisol, la hormona que provoca el estrés, de modo que las personas son más capaces de actuar al máximo nivel.
Por lo tanto, biológicamente, en términos evolutivos, los efectos del poder sobre el cerebro son necesarios para que tengamos líderes capaces de enfrentarse al estrés y de ser optimistas, que tengan visión de futuro para dirigir a la gente en tiempos de crisis.
Eduard Punset:Cuando hablas de la actitud hacia el éxito, en tu libro también aludes a la diferencia entre alguien muy predispuesto a utilizar el poder como Tony Blair y la gente que tiene menos poder. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre ambos?
Ian Robertson:No me hice una idea clara del poder y de sus posibles efectos sobre la gente hasta que fui Decano de la universidad durante un breve período de tres años, con lo que tenía bastante poder. Bueno, era poco comparado con Tony Blair pero algo de poder sí, no obstante.
Y de repente me di cuenta de que no me gustaba especialmente tener poder.
No significaba nada para mí, mientras que hablaba con colegas que les encantaba tener poder. Así que la necesidad de ser poderoso es una de las motivaciones inconscientes básicas: las tres motivaciones principales son el ansia de poder, de éxito y de pertenencia.
Yo diría que mi subconsciente me pide éxito y sentimiento de pertenencia, no quiero…, no me llena de especial placer ni satisfacción tener poder pero a otros sí.
Y podría proceder de... creo que no entendemos el origen de todo esto: en parte puede ser biológico, las personas con más testosterona podrían ser más proclives a querer el poder pero también hay razones psicológicas, ya que tener poder es una forma de controlar.
Algunas personas que temen no ser capaces de controlarse pueden ser muy propensas a intentar conseguir poder para controlar a los demás.
Eduard Punset: Me acuerdo de que Antonio Damasio, el gran biólogo, sabes, que ha estado en Redes varias veces, siempre me solía recordar cúan importante es algo que tú también citas en tu libro: la suerte. ¿Cómo lo llamaríamos?, el contexto.
Y me estoy acordando de todas las veces que chicos y chicas jóvenes que han sufrido un desengaño amoroso... recordando a Damasio, solía decirles que cambiaran. Que cambiaran de país, de idioma, de entorno… ¿Estás de acuerdo con esto?
Ian Robertson:Sí, totalmente. Durante muchas décadas la psicología se ha centrado sobre todo en el individuo, ha tratado de entender la mente de cada persona.
Pero somos animales sociales y vivimos en un contexto social, conectados a otras mentes. La consciencia no existe si no es entre mentes, así que toda nuestra biología y psicología están conectadas con nuestro entorno.
Fijémonos en la adicción a las drogas, por ejemplo, la adicción a la heroína. Durante la Guerra de Vietnam un alto porcentaje de soldados americanos era adicto a la heroína lo que desató el miedo a una epidemia de toxicomanías cuando regresaran a Estados Unidos porque la experiencia decía que la gente no suele recuperarse de la adicción a la heroína ya que es muy difícil cambiar las circunstancias.
Sin embargo, la realidad demostró que la mayoría de estos heroinómanos, sí, la mayoría abandonaron su adicción fácilmente al cambiar. Su entorno cambió totalmente. Su adicción, la adicción que tenían a las drogas estaba condicionada por el contexto, el entorno.
Al cambiar totalmente el entorno, desapareció su adicción.
Eduard Punset:Escucha, hay una cosa que me gustaría preguntarte. En realidad son muchas, pero bueno, esta tiene que ver con el tema del papel de la edad.
Ian Robertson:  La edad.
Eduard Punset:  ¿Cómo diablos medís, calculáis el papel de la edad en el éxito o en nuestra capacidad de acostumbrarnos a las cosas?
Ian Robertson:  Veamos, es una pregunta muy, muy interesante. Hay cambios, cambios biológicos inevitables que suceden con la edad pero también los hay psicológicos y el hambre de éxito que tienen los jóvenes es…
Los sacrificios que los jóvenes están dispuestos a hacer para triunfar en parte se deben al hecho de que ven el horizonte muy lejos, muy lejano, por eso están dispuestos a hacer sacrificios.
Para obtener beneficios en el futuro. Cuando se llega a nuestra edad, Eduard, el tiempo que queda es mucho más corto y, por lo tanto, en términos psicológicos empiezas a analizar los costes y beneficios de los sacrificios que estás dispuesto a hacer para conseguir el éxito.
 Es la razón por la que a veces es mejor tener un jefe mayor en una organización y otras veces es mejor que sea joven, sabes, porque los que son como nosotros pueden ser menos ambiciosos.
En parte por razones psicológicas pero en parte también por razones biológicas. El motivo es que nuestros niveles de testosterona decrecen y también nuestros niveles de dopamina.
Cuando los niveles de dopamina en el cerebro se reducen, se ralentiza el funcionamiento del resto del cerebro por lo que el razonamiento va más despacio y decae también la agudeza mental.
Por eso, hay muchas razones que llevarían a pensar que el éxito es algo propio de jóvenes. Aunque debo reconocer que si nos fijamos en personas mayores con mucho poder como Rupert Murdock, el jefe de la empresa de medios de comunicación, o en algunos líderes chinos, nos encontramos con septuagenarios y octogenarios que tienen poder y dan la impresión de tener mucha fuerza todavía… agresividad y motivación que haría ruborizarse a más de un joven.
Se trata de personas excepcionales que tienen una energía excepcional desde que nacieron.
Esto podría explicar una parte de la historia. La otra tiene que ver con que al tener poder los niveles de dopamina y testosterona se mantienen altos por lo que ser el jefe de una gran organización o controlar a mucha gente pueden ser un fármaco anti-envejecimiento muy potente.

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