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19/4/15

El Exceso de Internet y de las pantallas electrónicas altera nuestro cerebro: estimula la inmediatez y la multitarea, pero desalienta la atención y el pensamiento profundo y la reflexión

LA ESCRITURA ES TAL VEZ UNO DE LOS MAS GRANDES INVENTOS HUMANOS...ya que permite a través del Tiempo, unir a personas que no se conocen entre si o a personas que vivieron en épocas diferentes de la historia de la humanidad.
Un autor habla clara y silenciosamente dirigiéndose a nosotros y entrando en nuestra mente o en nuestro corazón. 
Pero la lectura electrónica-digital está amenazando a este prodigioso descubrimiento.
Ya Nicholas Carr había alertado desde su libro Superficiales que Internet fomenta el rastreo, nos hace ser muy buenos haciendo multitareas, pero perjudica nuestra capacidad para mantener la atención, nos hace menos contemplativos y reflexivos y por ello erosiona nuestra capacidad de pensar de forma autónoma y profunda. 
Tiene muchas cosas buenas, es muy eficaz para acceder de forma inmediata a la información y nos permite contactar con nuestros amigos pero tienen un precio, el debilitamiento del pensamiento más profundo, conceptual, crítico y creativo, que necesita reflexión y aislamiento y no la distracción permanente que supone conectarse. 
La capacidad para centrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual y en muchas formas de creatividad.
Estos cambios en nuestros hábitos mentales producen cambios físicos en el cerebro. Este se adapta mediante cambios químicos y celulares que persisten cuando apagamos el ordenador. 
Internet establece nuevas conexiones en el cerebro que antes no utilizábamos, pero también debilita otras que abandonamos. 
Se ha descubierto que incluso cuando no estamos conectados nos cuesta mucho concentrarnos en una idea en particular. Aunque creamos que estamos mentalmente relajados, en nuestro cerebro sigue actuando esa nueva tecnología.
Por qué es necesario leer libros en papel y no en las pantallas electronicas:
Bertrand Russell se quejó en 1924 de que: "es imposible leer en los Estados Unidos, excepto en un tren, por el ruido del teléfono fijo en las casas". 
Y añadió: "Todo el mundo tiene un teléfono y suena todo el día y parte de la noche". Dada la avalancha de distractores que hay hoy 90 años después lo del teléfono fijo aparece como una insignificancia...
Al meditar sobre un pasaje difícil, mientras practicamos la “lectura on line”, nuestra mente se distrae al revisar nuestro correo electrónico o las noticias, o para comprar algo nuevo.
En lugar de estar profundamente comprometidos con la palabra escrita, nos vemos seducidos por la falsa promesa de la multitarea.
Por primera vez, las distracciones se han convertido en una parte integral de la experiencia de la lectura.
La lectura en línea implica una forma diferente de la alfabetización respecto de la de la página impresa.
Los ojos rebotan y parpadean ya que se lanzan de forma promiscua en busca de pepitas de información y de resultados rápidos.
Es casi como si la gente fuera a la lectura en línea para evitar leer en el sentido tradicional.
La presentación instantánea de la información expansiva amenaza la tarea más exigente de la formación del conocimiento en profundidad.
La alfabetización -el logro más poderoso de nuestra civilización- está siendo sustituida por el acto de guardar pantallas.
La lectura sostenida, profundamente comprometida de un libro requiere un compromiso mayor a la exigida por la pantalla.
La lectura profunda que invita al lector a ir más allá del texto es lo que desencadena las vibraciones intelectuales en la mente.
En su texto “En la lectura”, Marcel Proust hace hincapié en su naturaleza generativa: "Sentimos verdaderamente que nuestra sabiduría empieza donde la del autor termina."
El conocimiento verdadero sólo puede encontrarse en la soledad de su propio corazón y en la mente: "no podemos recibir la verdad de nadie. . . debemos crearla nosotros mismos", advierte Proust.
"Nos convertimos en lo que leemos"
La expansión de la mente de los jóvenes es muy importante y, una vez expandida, nunca se retrae a su tamaño original. Lectura profunda es indistinguible del pensamiento profundo.
La lectura alimenta a la mente con el material para la reflexión: nos convertimos en lo que leemos.
"Cuántos hombres han comenzado una nueva etapa en su vida, desde la lectura de un libro", afirmaba Thoreau.
La capacidad de las personas para resolver problemas está directamente relacionada con la cantidad de conocimientos específicos almacenada en sus cerebros.
No basta con saber dónde encontrar la información; ésta necesita ser internalizada. 



Cuando un lector busca una comprensión global de un tema, él o ella se convierten en un libro, no en un conjunto de artículos. 

La información presentada en los artículos es fragmentaria por diseño y no delinea los límites de una disciplina, dejando a los lectores ajenos a los grandes huecos en su propia base de conocimientos. Los recursos en línea ofrecen trozos abreviados y simplificados de información -el fragmento más pequeño necesario para realizar una tarea- que hacen descarrilar a los procesos de pensamiento más profundos, que consumen tiempo y que profundizan la comprensión de conceptos complejos.
"La lectura no es sólo una actividad visual, sino también una actividad corporal"
Los neurocientíficos han estado estudiando los efectos de la lectura en el cerebro durante décadas.
El cerebro es infinitamente maleable y la lectura desempeña un papel importante en la formación de los circuitos neuronales y en la expansión de las formas de pensar. Los medios no sólo sirven como canales pasivos de información sino que también dan forma al proceso de pensamiento. 
Los investigadores han encontrado que no “leemos” en línea (on line) tanto como escaneamos pasajes cortos, saltando de un sitio a otro.
La lectura ha adquirido una calidad de "staccato", en lugar de realizar el trabajo pesado de la concentración, el análisis y la contemplación.
"Nuestros ojos mienten"
Un un ensayo reciente, Mangen y sus colegas encontraron que los adolescentes que leyeron un material en una página impresa entendieron el texto significativamente mejor que aquellos que leyeron el mismo material en una pantalla.
Los investigadores afirman que los lectores de impresos (papel) desarrollan la capacidad de "ver, tal como mediante el tacto se sienten la extensión espacial y las dimensiones físicas" de todo el texto contribuyendo así a una comprensión de un nivel superior. Nuestros ojos nos dicen que las palabras en una pantalla son idénticas a las de una hoja de papel.
Pero nuestros ojos mienten.
Los científicos cognitivos han descubierto que la lectura no es sólo una actividad visual, sino también una actividad corporal.
Un libro es un objeto físico: se ve y se siente que un libro comienza y termina; se siente la textura de sus páginas.
Hojeando de un lado a otro a través de las diferentes partes de un libro se nos proporciona un mapa mental de todo el texto, la comprensión de las relaciones y del contexto y nos ayuda a recordar.
Estas experiencias táctiles están casi ausentes cuando se lee en una pantalla donde sólo es visible una página (o menos) a la vez .
Esta experiencia perceptiva directa contribuye a una comprensión más profunda y de más larga duración que cuando se lee en una pantalla.
http://drgeorgeyr.blogspot.com/…/la-escritura-es-tal-vez-el…

17/4/14

LA PROCRASTINACIÓN... UNA CONDUCTA QUE GENERA INSATISFACCION Y SENSACIÓN DE TIEMPO PERDIDO

La Procrastinación (o procastinación como también se la conoce) es la tendencia que padecen algunas personas en forma sistematica a dilatar, a postergar, a posponer, a dejar para más tarde, a dejar para
mañana, o para último momento  aquellas tareas, compromisos o actividades que se deberian hacer en ese momento o en un tiempo determinado y que no admiten ni hay necesidad real y objetiva para posponerlas. Tareas estas que son reemplazadas por otras actividades mas irrelevantes pero transitoriamiente mas placenteras de realizar.
 La Procrastinacíón es básicamente una conducta de evasión, que busca EVITAR realizar aquellas tareas que ...NO NOS SUSCITAN UNA RECOMPENSA INTENSA E INMEDIATA, o de las que no somos capaces de interiorizar sus beneficios posteriores a corto, medio o largo plazo; y su reemplazo por otras tareas distintas a las que nos entregamos con extremo entusiasmo y eficacia, aunque no son urgentes, ni necesarias para nuestros proyectos, que resultan irrelevantes y nos dejarán una sensación de vacío y tiempo perdido.
¿QUE ES LA ABULIA?: La Abulia es un estado de ánimo donde la energía, la fuerza de voluntad, el entusiasmo y la motivación se encuentran bajo mínimos. Una persona deprimida suele estar abúlica, sin ganas de hacer nada, mucho menos de emprender proyectos. En otras palabras, es "estar desganado".


 ¿Qué podemos hacer en el día a día para controlar poco a poco la procrastinación?:  Desde que la relación entre jóvenes y procrastinación es creciente pero no es una ley de hierro: ni todos los jóvenes procrastinan por igual, ni todos los adultos han dejado de hacerlo (en realidad, lo siguen haciendo la mayoría).
Lo que podemos hacer lo resumiré en 1+10 pautas. La pauta que va suelta, es la madre de todas las pautas (en esta vida moderna).
Suprimir las tentaciones electrónicas es la técnica antiprocrastinación más eficaz, por encima de cualquier discurso sobre la importancia de la motivación.
El sonido de las llamadas telefónicas, los mensajes, el correo, las redes, etc., nos han convertido en una especie de perros de Paulov, y reaccionamos automáticamente ante estos estímulos en forma incontenible, sin asumir cuánto afecta las relaciones, nuestra formación y productividad esta  interrupción de la atención y el trabajo decenas de veces.
Pareciera que estuviéramos bien dispuestos a pagar el precio de esas interrupciones a cambio de la sensación de conexión permanente.



10 Formas de luchar contra la procrastinación: Carlos Arroyo en El Pais de Madrid:
http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/03/10-formas-de-luchar-contra-la-procrastinacion.html
  1. Establecer metas. Las metas generan espirales de éxito muy eficaces. ¿Cómo deben ser? a) Específicas (no tan genéricas que no muevan a la acción);  Secuenciadas (parciales, pero dentro de una senda global); Accesibles (pero no tan ínfimas que no supongan progresos) y Temporalmente realistas. Además, mejor de acercamiento que de evitación o negativas.
  2. Tomar decisiones y comunicarlas. Las decisiones formales y explícitas ayudan a doblegar el sistema límbico: la parte planificadora de nuestro cerebro se impone así a la impulsiva. El compromiso es más difícil de incumplir cuando hay una resolución solemne y pública.
  3. Apoyarse en rutinas positivas para automatizar el trabajo y alejar tentaciones. Las rutinas son apoyos esenciales de los objetivos a largo plazo, porque, al automatizar el trabajo, alejan tentaciones y distractores. Cualquier procrastinador puede rendir tanto como quien no lo sea, siempre que se agarre a las rutinas. Evitar las excepciones impide que se conviertan en reglas, porque la primera dilación es un camino abierto a la segunda.
  4. Romper la barrera del minuto -1. La verdadera barrera que hay que romper es el minuto anterior a comenzar a trabajar. Ese es el gran obstáculo. Si se supera esa gran barrera inicial, todo resultará más llevadero y se habrá evitado el mayor riesgo de procrastinación.
  5. Evitar las tentaciones para evitar los peligros. Distanciar las tentaciones (tareas o distracciones alternativas) multiplica su demora de satisfacción y reduce su poder motivador. Siempre es bueno interponer obstáculos entre el trabajo y la tentación. La técnica del envoltorio consiste en pensar en la tentación como algo lejano, abstracto, incierto, indefinido, sin dejarse atrapar por sus detalles más atractivos (como si en lugar del sabor y la textura del chocolate fuéramos capaces de visualizar solo una caja de bombones envuelta en papel opaco).
  6. Anotar ideas para expulsarlas de la mente. Anotar las ideas ajenas al tema en el que se trabaja evita un gran riesgo de desconcentración y de procrastinación. Como es difícil suprimir los pensamientos a pura fuerza de voluntad (si nos obligamos a no pensar en algo, probablemente acabemos pensando en ello más aún), necesitamos la ayuda del taco de notas, que los echa de la cabeza y evita que se nos queden flotando.
  7. Buscar la cara agradable de lo desagradable. Así se eleva la valoración de las tareas duras y, por lo tanto, su escaso poder motivador. Manipular mentalmente la tarea y asociarla a algo que nos resulte agradable eleva la motivación. Además, autopremiarse y autohalagarse potencia la autosatisfacción.
  8. Visualizar los logros deseados para vivirlos por anticipado. Recrear situaciones de forma intensa hace que nuestra mente se active y genere una especie de imagen como si se hubieran producido tales logros. Si somos optimistas y visualizamos activamente las metas, habremos dado un paso hacia ellas. Por el contrario, tener miedo a fallar incrementa las posibilidades de fallo.
  9. Evitar los argumentos autoabsolutorios o autopermisivos. Si decimos “no pasa nada por un día que me retrase, tengo tiempo”; “miro Facebook, pero solo cinco minutos”; “ya empiezo mañana, que es lunes”, no nos miramos en un espejo real ni daremos pasos hacia el cambio correcto.
  10. Combatir el aburrimiento. El aburrimiento empuja de cabeza hacia la procrastinación. Hay pautas para inflar artificialmente el interés de las tareas: cambiando la manera de abordarlas, marcando pequeños hitos, recortando los tiempos de las tareas parciales como en una autocompetición, conectando mentalmente la tarea pequeña en un todo mucho más importante. Enganchar las tareas en otras de superior rango y de mayor importancia es eficaz. Y, desde luego, el cansancio es un factor que multiplica el desinterés y reduce la capacidad de esfuerzo

Todas estas pautas son eficaces, lo que no quiere decir que sean sencillas de implementar o manejar con maestría. Lo que interesa es que nuestros hijos las conozcan y que, para su puesta en práctica, reciban nuestra ayuda. El tema no es simple, porque la tendencia a la procrastinación está muy arraigada en nuestro cerebro; de hecho, podríamos decir que es natural. Pero es una batalla que merece la pena emprender.
El premio es mejorar sustancialmente la forma de trabajar. Y sufrir mucho menos, para qué negarlo.