El atleta keniano, Abel Mutai, ...medalla de oro de los 3.000 obstáculos hace cuatro meses en Londres, estaba a punto de ganar la prueba cuando, al entrar en una pista donde estaba la meta se creyó que ya había llegado , aflojó totalmente el paso y, relajado, comenzó a saludar al público creyendo vencedor.
Iván Fernández Anaya, un corredor vitoriano de 24 años que está considerado un atleta con mucho futuro (campeón de España de 5.000 metros en categoría promesas hace dos años) afirmó al terminar la prueba:
Y que recuerdo alguno te remuerda;
Aún mismo la derrota; El injusto fracaso, sobrellevados sin despecho, altivamente, son mejores QUE EL MAL HABIDO ÉXITO;Esta acción del corredor españnol Iván Fernández Anaya constituye un ejemplo para ser mostrado a los niños, a los jóvenes y también a muchos adultos, pero es especialmente a los primeros, para que los ayude a tener presente que también durante el deporte, los valores, la educación y la buena fe, deberían estar siempre presentes y por encima de aquellas acciones y reacciones que tanto daño le hacen a los mismos.
EPISTOLA A LUIS RAÚL - (de Raúl Baethgen):Cuida ser sano y fuerte.
Ama la vida como un precioso
Ama la libertad, la Democracia.
Honra a los tuyos, honra a tus maestros
Haz que tu conducta a todos enaltezca.
Que nada te deprima.
Y que recuerdo alguno te remuerda.
Lucha para triunfar, pero sé digno por sobre toda cosa
Destácate si puedes en lo que fuere, honradamente, no de otro modo, que de otro modo, el triunfo es aparente y nada vale.
Es preferible una vida sencilla, en la penumbra.
Aún mismo la derrota.
El injusto fracaso, sobrellevados sin despecho, altivamente, son mejores que el mal habido éxito.
Que es duro y humillante, haber necesidad del perdón de los otros, para quién uso de malas artes.
En cambio es llano y noble, que uno mismo sea el que puede perdonar.
No te envanezca el talento, si lo tienes. Ni la ilustración que alcances. Los honores que logres. El dinero que ganes.
Siente orgullo, este si siéntelo hondo- de “ser alguien”. Por tu esfuerzo. Tu merito. Tu hidalguía. Tu hombradia. Tu carácter dócil a los buenos requerimientos, e implacable ante la inmerecida ofensa, la injusticia, la maldad, en cualquier forma que en que ellas se mostraren.
Y que cuando seas hombre, puedas decir:
Cumplo la consigna. Al turno de mi relevo, también la transmitiré.
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