30) Pasé junto al campo del perezoso, junto a la viña del falto de entendimiento,
31) y vi espinos por todas partes; las ortigas cubrían toda la superficie y la cerca de piedras estaba por los suelos.
32) Miré esto, y lo guardé en mi memoria; lo vi, y aprendí una lección.
33) Un poco de dormir, un poco de soñar, un poco de cruzarse de brazos para descansar.
34) Así vendrán tu necesidad y tu pobreza. (Libro de los Proverbios 24: 30-34).
Es muy interesante volver a estas milenarias escrituras, una y otra vez, especialmente en estos tiempo donde se multiplica el culto a la victimización, donde se justifica la holgazanería, donde se reinvindica a la pobreza como una condición de orgullo socia. La pobreza (tanto económica como moral) es siempre una tragedia, una desgracia y una constante interpelación a las sociedades y a nuestra civilización.
Promovamos, desarrollemos y cultivemos entonces el valor del esfuerzo, del sacrificio, del posponer gratificaciones en pos de aquellos nobles propósitos, porque nada se logra con la queja, con la descalificación del otro ni con la victimización y menos con quedarnos de brazos cruzados , porque las cosas no nos caerán de arriba por solo desearlas, hay que enfocarse, prepararse, estudiar y trabajar para conseguirlas.Lo que hace grande a las personas y a las sociedades y a los países son la cultura, la educación y la actitud de las personas.
Cuando se estudia la conducta de las personas en sociedades que crecen y progresan se observan que gran parte de los habitantes siguen las siguientes reglas:
- La moral como principio básico.
- La honradez.
- La puntualidad.
- El orden y la limpieza.
- La responsabilidad.
- El deseo de superación.
- Respeto a la Ley y a los reglamentos.
- Respeto por el derecho de los demás.
- Amor al trabajo.
- Afán de ahorro e inversión.
La actitud de las personas es lo que marca la diferencia. El luchar contra el fuerte victimismo que nos imponen ciertas ideologías que promueven el resentimiento social, el odio y la lucha de clases es fundamental para hacer crecer en las personas, todos aquellos principios que los llevarán a una vida más armoniosa y feliz.
Valores como la honradez, la puntualidad el respeto, el amor al prójimo, el amor al trabajo y a la Patria, el respeto y la veneración hacia aquellos seres que nos han legado ejemplos de vida y superación son fundamentales para el crecimiento personal.
Vivir con gratitud y con esperanza nos aleja de sentimientos negativos como el rencor, el resentimiento, la envidia o tantos otros que nos cargan la mochila de la vida que debemos cargar diariamente de elementos que solo sirven para perturbar nuestra paz interior.
Hay que viajar livianos nos dice Paulo Coelho en Diario de un Mago: de viajar y de vivir sin cargas emocionales negativas. Viajar liviano, tener un objetivo y estar atento a las necesidades del prójimo.
En su Carta a los Jóvenes, Carlos Slim nos recuerda:
Vivan con sentimientos y emociones positivas como el amor, la amistad, la lealtad, el valor, la alegría, el buen humor, el entusiasmo, la paz, la serenidad, la paciencia, la confianza, la tolerancia, la prudencia y la responsabilidad.
Los opuestos que no invadan el alma, y si lo hicieron que duren poco en su ánimo, no los dejen se quedaron, aléjenlos.
Muchas veces cometerán errores, es usual y humano, traten siempre que sean menores, acéptenlos, corríjanlos y olvídenlos.
Vivan sin miedos y sin culpas; los miedos son los peores sentimientos del hombre, lo debilitan, lo inhiben a la acción y lo deprimen, y las culpas son un lastre enorme en nuestro pensar, al actuar y en la vida.
Hacen dificil el presente y obstruyen el futuro. De los fracasos, aprender y los éxitos deben ser estímulos llamados. Actúen siempre conforme les dicte su conciencia, pues a ésta nunca se le engaña.
Los miedos y las culpas, entonces serán mínimos.
No se encierren, ni arruinen su vida, vívanla con la inteligencia, el alma y los sentidos despiertos y alertas.
El trabajo bien hecho no es sólo una responsabilidad adquirirse a sí mismo y con la sociedad, sino que también es una necesidad emocional.
Recuerdo que cuando era niños, los adultos me preguntaban una y otra vez sobre mis estudios, sobre mis planes:
- “¿en qué clase estás?”;
- ¿como te va en los estudios?.
- ¿sabes ya que vas a estudiar cuando seas grande?)
Esa sana costumbre de los adultos era además de una expresión de interés por los planes y el futuro de nosotros, una especie de incentivo para estimularnos y empujarnos hacia el esfuerzo, el sacrificio, o la responsabilidad. No perdamos esa sana costumbre con los niños o adolescentes de ahora.
Hace unos meses en uno de esos encuentros semanales que tengo el privilegio de compartir con mi querido amigo Gustavo Zerbino, me dejó algunas reflexiones, que las grabé en mi memoria y luego me llevaron a escribir algo sobre ellas.
"Cada uno de nosotros tenemos la opción o quizá la obligación de vivir con gratitud, y cada día al levantarme lo vuelvo a tener muy presente. Vivir con gratitud y con esperanza, y si nosotros no queremos... nadie nos lo puede quitar”.
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